La Isla: Password

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12 de Mayo, 2018 -

''24 horas a la muerte''

Cerca de Guatemala, el viento se topaba ferozmente contra un soldado firme que miraba hacia el horizonte. La niebla y el clima nublado no lo ayudaban a verla en lo más mínimo. Las olas indicaban que se venía algo bravo, pero ya sé podía ver el objetivo a una distancia de aproximadamente doscientos metros, la isla.

 

El capitán Kozlov junto a su serio teniente, Wild. El conductor del barco era Carlos Derian, uno de los tres argentinos en la misión. Wild, Derian y Fernández eran argentinos llamados por Koslov, un filántropo adinerado ruso que decidió unirse a la milicia y resultó ser un habilidoso soldado. Méndez era un soldado colombiano no tan hábil como sus compañeros de la misión 24-SH, pero lo que no tenía en habilidad lo compensaba en sabiduría. Una excelente tropa a la cual antes de embarcarse se le unió un americano llamado Scott Davis, un maestro de los explosivos con alta experiencia en las misiones en ambientes selváticos como el de la isla. Los tres argentinos, equipados con 2 bengalas cada uno y M16, Kozlov contaba con un fusil de francotirador Dragunov y Mendez, con una SCAR-FN. Davis llevaba su ametralladora M240 personalizada con cráneos pintados a su izquierda. Para poder comunicarse entre ellos, cada uno estaba equipado con una radio la cual traducía lo dicho por los soldados.

 

—Kozlov, ya hemos llegado! — Grito Derian.

—Vamos Tom, vamos a ver quien baja los recursos antes — Decía entre risas Isaías Fernández.

—Calmensen cabos — Retaba el capitán Kozlov —Señor Davis, ¿Me podria decir su rango militar? Se olvidaron de colocarlo en su boletín.

—Si señor! Sargento Davis de los Estados Unidos reportandose! — Decía sacando pecho.

—No hace falta que te humilles de tal manera americano, estamos entre nosotros — Dijo Kozlov.

—Okey, por cierto... ¿Cuál es el objetivo? Yo suponía que neutralizar una célula terrorista que tiene como refugio esta isla en el medio de la nada, pero hay comida y no hay tanta munición, la verdad es extraño.

—Venimos aquí a buscar un material extraordinario para un comprador anónimo de la ONU, nos dijeron que traigamos munición pero no tanta, que somos un grupo increíble el cual podría derrotar a unas supuestas criaturas que hayan en esta isla.

—Puros cuentos. ¿Quien trajo al cerebro con pies? — Dijo riendo Davis.

—Shawn Mendez, teniente de las fuerzas de Colombia — Dijo Mendez mientras comenzaba a ponerse su mochila.

Esas pesadas mochilas. Estaban llenas de comida, agua y munición. Cada una tenía diferentes artilugios y un kit médico.

La unidad de la misión 24-SH camino a pie firme durante la húmeda selva aguantando una llovizna, si no fuese por los pilotines estarían todos engripados. La poderosa unidad se detuvo en una cueva que no mostraba señales de que haya una caída de túneles subterráneos ni nada de eso. La noche llegó, y las unidades montaron una guardia de dos soldados por dos horas, Kozlov y Davis fueron los primeros.

—Sabes porque vinimos Davis, ¿No es así? Un tanto arriesgado no cambiar tu nombre o tu aspecto Scott.

—Haaaa. Con que ya lo sabés, no se le escapa una capitán Kozlov.

—Suficientemente hábil como para escabullirse en la CIA, el FBI y la ONU, o fue otra persona — Dijo Kozlov levantando una ceja.

—Fue mi hermano, Adrian Davis.

—No te importa ninguno de los hombres que están aquí, solo te importa el material por el que vinimos ¿Para quien trabajas?

—Kozlov, prometo no hacerle nada a ti ni a ninguno de los muchachos que están durmiendo, pero no te metas con mis compradores o sino haré lo que no quiero.

—Scott Davis —Dijo lentamente Kozlov — Tú interfieres en la misión o dañas a alguno de mis hombres y la vas a pagar caro, te aviso. No te importan los demás, leí tu expediente semanas antes de que tu primo hackee la base de datos.

—No voy a hacer nada, hasta el final. Y es mi hermano no mi primo.

—Jajaja. Lo que digas —Dijo Kozlov intentando calmar el ambiente.

—Es una buena noche. Según mi jefe, tenía que tener cuidado por misteriosas criaturas. Raro cuanto menos.

—Si, curios... —El capitán Kozlov se paralizó al ver dos criaturas humanoides de unos dos metros acercándose a la cueva donde acampaban.

Las criaturas; Altas, delgadas y de piel blanca, presentaban grandes ojos rojos que vigilaban derecha e izquierda, pero nunca atrás o adelante.

—Ya sé Kozlov, vayamos por delante, ellos no dirigen la vista en esa dirección. Entonces, ¿Te parece ir directo? — Dijo Davis mirando por encima de la roca donde se escondió.

—No queda otra opción, vamos! — Respondió Koslov comenzando a correr directamente hacia los aterradores monstruos.

—Bueno... Fue más fácil de lo que pensé — Decía Davis mientras chocaba las manos y se iba de la cueva hacia el bosque.

Kozlov mientras tanto, se encargó de clavarle doce tiros de una Beretta a uno de los monstruos, pero no fue suficiente. Al ver esto, él corrió adentrándose cada vez más en el bosque mientras se daba cuenta que Scott Davis se había ido de la cueva —Probablemente a buscar ese material por el cual todos estaban en esa isla — Pensó.



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En el texto hay: isla

Editado: 15.09.2019

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