La jacaranda del diablo 1. La nueva dirigencia.

Yalaid Sorlov

―¿Abuelo? ¿Abuelo? ¿Estás en casa? ―se le escuchó, alarmado.

―Arriba, hijo. Sube.

Yalaid entró en el estudio aventando sus libros al escritorio. Yal era un híbrido con madre bruja y padre guerrero, era la viva imagen de su abuelo, pero con la juventud aflorando en su rostro. Sus genes de guerrero lo hacían mucho más alto que el brujo promedio, pero con postura un tanto desgarbada. Su lado de brujo lo hacía delgado y muy inteligente. Su tez blanca contrastaba con el negro de su cabello hirsuto el cual caía hasta sus hombros, sus ojos miel eran enmarcados por unas enormes gafas en forma de gota, resultado de gastar su vista en los montones de libros de magia, ciencias e historia que le daba su abuelo.

―Hubo una redada ―dijo casi sin aliento―, hay rumores de que mataron a algunos rebeldes y…

―Lo sé, hijo, lo sé ―respondió Conrad con calma―. Por desgracia los rumores son ciertos. Toda la dirigencia ha tenido que recurrir al suicidio… todos mis amigos han muerto.

―¡No! ―exclamó Yal sin aliento.

―Pero hay cosas más importantes ―dijo Conrad alargándole la cámara circular

―¿Abuelo… qué pasa?

―Hijo, no hay mucho tiempo. Desde hace al menos un año debimos nombrar a la nueva generación de la dirigencia. Por desgracia la amenaza de un traidor en la sociedad nos hizo postergarlo.

―¿Abuelo, estás bien? ―insistía Yal, consternado.

―Escúchame, Yal, esto es importante. Esta cámara tiene una magia muy avanzada, los recuerdos y conciencias de todos los dirigentes de la jacaranda del diablo están en este aparato, es muy importante que lo conserves. Todos y cada uno de nosotros podremos asesorarles para crear la nueva dirigencia. Te hemos elegido como el cónsul supremo de la…

―¿Yo? ¿Cónsul supremo? ―exclamó Yal―, pero ¿qué hay de la hija de Malia? ¿O de los hijos de Evian…?

―Sé que son mayores, y tienen más experiencia que tú. Pero hemos decidido que tú serás el cónsul por una sencilla razón.

―¿Esa visión en donde me viste derrotando a Yorg? ―preguntó Yal con aprensión.

―No subestimes el poder de la adivinación. Te vi con una espada apuntando hacia Yorg, tenías garras de dragón y unas enormes alas que te protegían de los ataques del emperador como poderosos escudos. Levantaste tu espada y arrancaste de un tajo el brazo de Yorg.

―No me siento seguro ―dijo Yal con aprensión―, como sea sólo me viste desmembrándolo, no me viste matándolo. Y yo no tengo ni idea de cómo…

―No dudes, Yal ―interrumpió Conrad―, estás más que preparado. Sin ninguno de nosotros, la dirigencia necesita un cónsul confiable y sabio.

―¿Sin ninguno de ustedes?, ¿qué es lo que sucede? ¿Te hirieron de gravedad?

―Siento dejarte sólo, hijo mío ―susurró Conrad―, pero tendrás excelentes aliados. La hija de Malia vendrá por ti pronto para escoltarte hasta casa de los Morero. Regresarán a nuestro cuartel anterior en Quipoch, para formar la nueva dirigencia. Curiel profetizó que la respuesta a la vaina está próxima a resolverse, no pueden dejar que el conocimiento se pierda. Cada uno de los elegidos para sucedernos está en una lista que tiene Pathry, la hija de Malia. Debes llevar este retenedor de memorias, en él se tienen los recuerdos más recientes de nosotros.

―Está bien, abuelo ―dijo Yal intentando calmarse a sí mismo―, déjame ver tu herida, quizá haya algo que yo…

―Si yo no puedo sanarme, tú tampoco podrás ―dijo Conrad con aún menos aliento.

―Por favor abuelo, déjame intentar.

―Yal, debes prometerme que sin importar lo que suceda ―dijo Conrad respirando cada vez con más dificultad―, tomarás tus decisiones con sabiduría.

―Abuelo…

―Tú lo sabes, a veces hay que sacrificar a un par de personas en pro de nuestra campaña ―dijo Conrad tragando saliva―, pero controlando tus instintos… Tienes sangre de guerrero en tus venas…

―Lo sé abuelo, lo sé ―dijo Yal tomando su mano marchita―, nadie sufrirá si está en mis manos impedirlo.

―Busca a tu padre, él es el único sobreviviente de la actual dirigencia. En cuanto a mí, quiero que mis restos incinerados ―el volumen de la voz de Conrad disminuía―, sean esparcidos en el mismo río que arrojamos los de tu madre y los de tu… abu….abuela...

Conrad comenzó a jadear. La mitad de corazón que le quedaba ya no tenía energía para continuar, aun la más poderosa de las magias no podría hacerlo trabajar más. Simplemente dejó de hablar. Los ojos de Conrad contemplaron a su nieto, llevándose su rostro como última imagen de este mundo.

Yal estaba tembloroso, no sabía cómo actuar. Era hijo y nieto de dos de los más respetados brujos de la sociedad secreta de la jacaranda y también era hijo de uno de los más fieros y valientes guerreros. Le habían enseñado a tener piedad, a tener paciencia y a ser fuerte, pero nunca le enseñaron a manejar el dolor. Hubiera deseado tener cerca de su padre, sólo por no sentir esa soledad, pero Gurlot Sorlov, el más valiente guerrero de la sociedad, fungía como espía, como general en la división de la caballería alada en el ejército dorado, los guerreros encargados de custodiar el castillo de Yorg. Quizá uno de los trabajos de mayor riesgo, ya que, si Yorg descubría que uno de sus soldados cercanos era un espía, su destino sería terrible.




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