La jacaranda del diablo 1. La nueva dirigencia.

Camino a Coyán

 Falsificar documentos para poder partir en grupo fue un tanto complicado, pero lo lograron justo a tiempo. Se recurrió de nuevo a los cuerpos desconocidos de la redada para cubrir la muerte de Algea.

Justificar los viajes de Tuol no fue tan difícil pues era común que él viajara por el mundo visitando a sus clientes y buscando proveedores de metales y gemas. Aun así, pidieron a su hermano mellizo, Rey Morero, que se hospedara en Quipoch para aparecer de vez en cuando haciéndose pasar por su hermano. Él era pescador independiente y como era viudo, la pasaba en parrandas así que su ausencia en los puertos de Coyán no sería muy notoria.

Yal continuaba en su papel como prometido de Tulipa y como los hijos de Tuol irían a Coyán a visitar a su familia, se registró su ausencia como su acompañante. Coyán era un pueblo poco importante así que sólo bastaba con hacer acto de presencia por algunos días y seguir su camino hasta Citlap.

La inexpresiva Silia tuvo un sorpresivo cambio en su actitud cuando supo que pasarían unos días en Coyán. Se le notaba alegre y ensoñadora y de repente, se le sorprendía riendo por nada.

Para no despertar sospechas, Yal y los Morero se fueron por separado al puerto aéreo de la ciudad. Pathry y Div partieron junto con Lyn discretamente con su carruaje tirado por caballos alados. Yal y los Morero entraron en un dirigible cuyo globo en lugar de tela tenía una especie de enorme burbuja de cristal con una suerte de crucero flotando en el centro.

―¿Cuánto tardaremos en llegar a Coyán? ―preguntó Silia con entusiasmo.

―Está muy al norte ―dijo Iñak mientras se dirigían hacia los camarotes―, y estos cruceros son lujosos, pero no veloces. Unas treinta y dos horas aproximadamente ya que primero iremos a Tloulí. Naves como esta no viajan a pueblos pequeños como Coyán.

―Ya habíamos viajado en estos cruceros, Silia ―dijo Tuol paternalmente―. Te la pasaste corriendo por la cubierta con Iñak, ¿lo recuerdas? ―Tuol encontró al fin el camarote que les correspondía.

―Como sea ―bufó Iñak―, aprovechen estas horas de lujo y opulencia, serán las últimas comodidades que veremos en semanas. Sólo espero que no se conviertan en meses.

―No seas exagerado ―regañó Tuol―. La casa de tu tío será modesta, pero no le falta nada.

―No, sólo un baño decente, camas cómodas, una…

―Iñak, cierra la boca o juro por el recuerdo de tu madre que te la cerraré de un golpe ―gruñó Tuol. Iñak arrojó el resto de su equipaje debajo de la cama y salió enfurruñado.

―¿Por qué está Silia tan entusiasmada? ―preguntó Yal que ayudaba a Tulipa a hacer volar dos pesadas maletas hacia su camarote.

―Verá a sus dos personas favoritas en este mundo: su prima Acia y mi primo Ivilec.

―¿Sus… personas favoritas? ―titubeó Yal.

―Sí. Silia es casi de la misma edad de Acia, se visitan poco, pero se quieren mucho ―respondió Tulipa―. Mi primo Ivilec nos visita con frecuencia, es un vulgar de primera, pero hace reír mucho a Silia.

―Oh, entiendo ―dijo Yal casi inexpresivo. Tulipa frunció los labios

―¿Celos? ―preguntó.

―¿Eh? No, no es eso ―titubeó Yal.

―¡Ay, Yal! ―suspiró Tulipa―. Ya está todo guardado, subiré a la cubierta. ¿Vienes?

Pocos minutos después, Yal estaba recostado sobre un camastro en la cubierta. El globo que la cubría era tan cristalino que la luz de las estrellas pasaba casi directamente hasta sus ojos. Repasó las constelaciones en su mente.

―Supongo que debe ser fascinante conocer todo de los astros ―dijo Tulipa observando al cielo raso―, pero creo que verlas con ojos de científico hacen perder su belleza.

―Al contrario ―dijo Yal sonriendo―, desde niño me gustaba mucho mirar a las estrellas. Por ello me decidí por la astrofísica, mi abuelo veía mucho del pasado y el presente en ellas. Supongo que me contagió parte de su fascinación

―¿Y el futuro? ―preguntó Tulipa.

―Las señales del futuro no viajan en la luz de las estrellas, sino en ondas casi imperceptibles que rondan la tierra. Pero las estrellas atrapan tanto el pasado como el presente.

―Siempre me gustó viajar a Coyán, ahí las estrellas son muy brillantes. Te hacen soñar despierto.

―A mi abuelo no le gustaba mucho que las viera como un motivo para soñar o distraerse ―dijo Yal―, para él los sueños son pérdida de tiempo.

―Pero a ti te gusta soñar despierto ―aseguró Tulipa incorporándose para ver bien el rostro de Yal.

―No lo puedo evitar. Hay señales que puedo percibir de ellas, es muy tenue ya que se pierde en la luz de los soles, pero aun así la puedo entender.

―¿Y de qué son esas señales? ―preguntó Tulipa.

―Vida ―dijo Yal.

―¿Vida?, ¿en otros planetas? ―preguntó Tulipa, asombrada.

―¿Qué tendría de extraño? ―dijo Yal riendo―. Mira por ejemplo allá ―añadió señalando un cúmulo de estrellas a su izquierda―, en la constelación de Mik.

―¿Mik? ―preguntó Tulipa.

―Sí, hace milenios se le relacionaba con los peces (no me preguntes porqué). Tiene varios planetas extrapolares. Es mi favorito, sus susurros son muy perceptibles, creo que es vida inteligente.




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