La jacaranda del diablo 1. La nueva dirigencia.

El león y el ángel

Al siguiente día recibieron a Div y a Pathry, quienes recién se unían al resto del grupo. Ivilec enseñaba a su tío Tuol como volar el amonite cuando ellos llegaron.

Después de un segundo viaje de exploración, en el que todos admiraron el amonite a plena luz del día, regresaron a la casa de Ivilec.

Pathry se retiró a descansar mientras Div salió con Yal e Ivilec a dar un paseo por el pueblo. Compraron algunos alimentos, y después de relajarse en el bar local, regresaron a casa.

―Yal ―dijo Gelia en cuanto llegaron―, el General Sorlov te ha buscado en el comunicador. Dice que es urgente.

Yal corrió al interior de la casa. Tomó el comunicador de encima de la cama y lo activó. Unos segundos después el rostro barbado de su padre apareció en el aire.

―General ―dijo Yal―, ¿me buscaba?

―Mariscal ―dijo Sorlov―, a cargo del ejército rojo

―¿Mariscal? ―exhaló Yal con preocupación―, pero ¿cómo sucedió?

―Larga historia ―el mariscal chasqueó la lengua―. Creo que mi intento de mantener un bajo perfil fue fútil. Pero eso es para después, hay algo mucho más importante ¿Están acaso en algún poblado cerca de la ciudad de Tloulí?

―¿Por qué lo preguntas? ―dijo Yal.

―¿Están o no?

―Sí, en un pueblo a pocos kilómetros de la ciudad ―dijo Yal. El mariscal resopló

―¿Cuántas personas saben que están ahí? ―preguntó.

―Sólo unas cuantas ―respondió Yal.

―Yal, ha llegado a oídos de Yorg mucha información fidedigna sobre los planes de la nueva dirigencia ―dijo Sorlov gravemente―. Sabe que un grupo ha ocultado armamento, que al menos un grupo ha viajado hacia Tloulí y que de ahí partieron a un pueblo cercano con el fin de formar un ejército. Es un hecho, el traidor está en la nueva dirigencia.

―No es posible ―dijo Yal sentándose en la cama con la mirada perdida.

―Debes tener los ojos bien abiertos, no confíes en nadie ni tomes decisiones a la ligera.

―Lo haré ―dijo Yal―. Mariscal… papá, ¿tienes tiempo de ponerme al tanto de lo que sucedió en palacio?

El mariscal le dio a Yal los detalles de su ascenso y discutieron por algunos segundos tanto de los peligros de ser descubierto como de las consecuencias que habría en caso de ser descubierto. Pero el mariscal Sorlov se negó rotundamente ante la petición de Yal de fingir su muerte para salir del ejército, sobre todo con un espía infiltrando información a Yorg. Yal salió de la habitación enfadado y sombrío.

―¿Pasó algo? ―preguntó Silia al verlo

―Complicaciones ― Yal no quería dar demasiados detalles sobre su padre.

―¿Qué sucedió? ―insistió Tuol.

―Yorg sabe que estamos en esta zona. No tiene idea de la ubicación exacta, pero sabe de las misiones y sabe que hay un grupo aquí, en algún pueblo cerca de Tloulí.

―¿Nos delataron? ―refunfuñó Tuol con enfado, partiendo en dos un tenedor que tenía en las manos

―Debemos ser muy cuidadosos. Nuestros infiltrados en palacio también han tenido complicaciones. Ha habido una cacería de brujas y un par de los nuestros se han tenido que dar a la fuga para evitar enfrentar la ira de Yorg. Está tan paranoico que ha mandado al general Hanko a Caltza.

―¡Uff! ―exclamó Iñak―, las islas gélidas del sur. Dicen que es una condena a muerte, nadie dura más de dos años en ellas.

―Ya no sé qué es peor ―agregó Yal―. El general Solei, fue condenado a muerte en el Icpit.

―¿En el qué? ―preguntó Acia con aprensión

―Es una muerte terrible ―explicó Lyn haciendo un gesto de asco―. El acusado es llevado a un patio sobre el cuartel del ejército negro. Le insertan varillas que llegan a todos sus órganos y los queman internamente con electricidad. La muerte no es rápida, el pobre infeliz sufrirá de una larga y penosa agonía.

―¡Es horrible! ―exclamó Acia estremeciéndose

―Ese Solei lo tenía bien merecido ―gruñó Tuol―. Bastardo, genocida. Que dé gracias que su tormento duró tan poco comparado con el dolor que ha dejado en tantas y tantas ciudades.

―¡Mi señor! ―exclamó Silia en un tono de reclamo y súplica.

―Lo siento pequeña ―Tuol dio un manotazo en la mesa―, no puedo sentirlo de otro modo. Si hubieran visto el sufrimiento de la gente que murió en Tlayay… Solei fue nombrado general de división en el ejército negro, y ha dirigido ataques en los que han asesinado a millones de personas.

―Yal, necesito hablar contigo a solas ―dijo Lyn y salió junto con Yal hacia el taller

―¿Qué es lo que sucede? ―Yal cerró la puerta del taller.

―Esta es una técnica que perfeccioné con los años y es hora de enseñarte. No te dirá quién es el traidor, pero al menos te dirá en quién confiar plenamente.

Lynxe realizó el mismo ritual que en su pueblo, un león pequeño y traslúcido se formó en la mano de Lynxe.

―Toma formas diferentes en cada persona ―explicó Lyn―, en mis manos siempre toma la forma de un león, supongo que es una fuerza que me representa.




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