La jacaranda del diablo 1. La nueva dirigencia.

Morero Vs. Zahir

Después de haber pasado esos días en la bella ciudad de Citlap, Coyán pasaba de verse pintoresca a verse miserable. Pero no era por las descuidadas casas de madera con techos de palma o la gran cantidad de calles sin pavimentar, sino por la tensión que reinaba. El ambiente era de incertidumbre y temor, el batallón a cargo del comandante Jael Jovo había iniciado su misión de búsqueda. El estrés era tal que algunos fueron apresados por el simple hecho de notarse nerviosos durante la inspección.

Dos días después de su regreso, recibieron la visita del mismo Jovo acompañado por cuatro de sus soldados. Removieron el tiradero, metal por metal. Por fortuna Ivilec había tenido tiempo suficiente como para destruir su taller clandestino y no encontraron nada más que metales retorcidos y oxidados.

Jovo exhaló con impaciencia, había sido demasiado trabajo para que resultara en encontrar nada más que chatarra. Dio la orden y sus soldados entraron a la cabaña. Gelia les ofreció una jarra con agua fresca, lo cual los soldados agradecieron y Jovo bebía lentamente observando a la joven anfitriona con interés.

―¿Cuál es su nombre? ―preguntó.

―Gelia Morero.

―¿Dónde está su padre? ―preguntó―, ¿de qué especie es?

―Guerrero. Está de pesca ―dijo ella―, con mi primo Iñak.

―¿Y su madre?

―Humana común, falleció hace años.

―Necesitaré más detalles. ―Volteó hacia uno de sus soldados―. Sargento Torein, lleve a estos muchachos fuera y que los demás escudriñen los alrededores. Ese depósito de chatarra sigue dándome mala espina.

Ivilec observó a su hermana con preocupación, ella le asintió indicándole que obedeciera. Yal y Tulipa se sentaron en el pórtico, Acia estaba observando a hurtadillas desde la ventana y Silia se había ido siguiendo a Ivilec, quien debía caminar junto a los soldados en su inspección.

Dentro de la cabaña apenas se escuchaba la voz de Gelia hablando con el comandante. No se entendía nada, Tuol había salido con su hijo en el bote pesquero no tanto por no estar en la inspección, si no para ocultar a Lyn quien se suponía que ni siquiera existía.

―Sólo quiero que esta endemoniada inspección termine ―suspiró Tulipa―, cuando papá regrese…

―¡NO! ―gritó Acia. Yal y Tulipa se levantaron de golpe. Acia había entrado a la casa volando como relámpago por la ventana. Tanto los soldados como Ivilec corrieron hasta la cabaña.

―¡Lárguense de aquí! ―gritó Jovo quien tenía a Gelia tumbada en el piso, cubriendo su boca con una mano y un trozo de la blusa rasgada en la otra.

―¡Déjela! ―gritó Tulipa lanzándose sobre él.

―¿Qué sucede aquí? ―gruñó el sargento Torein. Yal reaccionó lanzando un viento fuerte que hizo a los soldados caer de espaldas fuera de la cabaña.

Gelia aprovechó la distracción, giró la cara y mordió a Jovo en la mano. Tulipa lo tomó por la casaca levantándolo de un solo jalón, Jovo soltó un puñetazo, pero Tulipa se agachó soltando una patada que hizo al comandante perder el equilibrio.

El sargento Torein sacó un arma de fuego, disparó contra la puerta que Yal intentaba mantener cerrada por medio del viento. La puerta se hizo pedazos, Yal sintió un fuerte jalón. Silia había salido de la nada y lo había quitado apenas a tiempo para que el proyectil que deshizo la puerta no le hiriera. Ivilec soltó un golpe al sargento que dejó caer el arma, pero más tardó en hacerlo que los otros soldados en tomarlo por ambas manos amagándolo. Gelia lanzó una pesada olla metálica atinando a la cabeza de Torein. Tulipa tenía a Jovo boca abajo, aplicando un torniquete alrededor de su cuello. Torein recuperó su arma y disparó al techo, tomó a Gelia quien intentaba atacarle directamente y le apuntó a la cabeza.

―¡Suéltalo o le vuelo la cabeza! ―ordenó Torein a Tulipa.

Con un gesto de rabia, Tulipa liberó a Jovo. Este se levantó tosiendo y sobando su cuello. Torein empujó a Gelia hacia su prima, lo mismo hizo con Ivilec. A Yal sólo se le ordenó pararse a un lado de ellos. Torein les apuntaba mientras Jovo los observaba con furia. Yal evaluaba la situación, eran cuatro, no sería difícil deshacerse de ellos, podría simplemente quemarlos con fuego azul, pero si lo hacía, la casa seguramente quedaría hecha cenizas y todos tendrían que huir de inmediato, pues el resto del batallón sabría que a esa casa le tocaba la inspección de ese grupo. Tampoco podía dejarlos con vida, regresarían por venganza.

―¿Celosa, primor? ―dijo Jovo con rabia hacia Tulipa―. ¿No pudiste tolerar que tu prima tuviera mi atención antes que tú?

―Usted puede tener a la mujer que desee ―dijo Tulipa con un gesto de asco―. Alguien como usted tiene a la mitad de las mujeres del pueblo a sus pies, ¿por qué ha de intentarlo justamente con quien no lo desea?

―Si tantos celos tiene ―dijo Jovo con furia―, será entonces la primera.

Jovo se lanzó sobre Tulipa arrancando la manga de su blusa, Tulipa respondió con un golpe certero en el rostro del comandante.

―¡Maldita! ― Dijo Jovo sobando su rostro ― ¡Te enseñaré a respetar a un hombre!

―¡No! ―Gritó Yal interponiéndose entre Tulipa y su atacante―. Jovo desenvainó su espada dirigiéndola hacia el vientre de Yal, pero la espada salió volando de sus manos al momento que Yal apuntaba su mano derecha para blandirla mientras con su mano izquierda apuntaba hacia Torein y el arma de fuego explotó en su mano.




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