La jacaranda del diablo 1. La nueva dirigencia.

La torre musical

Yal se despertó al presentir a una persona a su lado, abrió los ojos y reconoció la silueta que tapaba el sol que entraba a raudales.

―¿Div? ―preguntó Yal parpadeando e intentando enfocar entre la luminosidad de la habitación.

―Hice algo muy estúpido, Yal. La dejé ir.

―¿Qué?

―A Pathry, la dejé huir ―dijo Div apesadumbrado.

―¿Qué? ―dijo Yal incorporándose― ¿Por qué hiciste eso? ―Div inhaló profundamente.

―No lo sé, supongo que es porque la amo ―dijo Div simplemente―. No pude dormir toda la noche pensando en la dirigencia llevándosela para condenarla a muerte. Como sea, lejos de nosotros no podrá saber qué es lo que la dirigencia planea.

―¡Oh Div! ―exclamó Yal frotando sus manos contra su casa―. ¿Qué hiciste?

―Lo sé, fue algo muy estúpido, ella conoce nuestra ubicación actual, así que le lancé un hechizo que le hiciera olvidar en dónde estamos, así no podrá delatarnos, ni delatar lo de las naves de Ivilec. Pero estoy dispuesto a afrontar las consecuencias. Yo mismo llamé a Merlén, esperaré a que la guarida llegué y me escolten hasta Ateztán para ser enjuiciado por este lapso de debilidad.

―El problema es ―Yal se levantó― que me dejan solo. Lyn será bruja también, pero no creo que se quede mucho tiempo conmigo.

―Si la dirigencia así lo decide ―dijo Div―, regresaré contigo.

―Supongo que no tienes idea de a dónde fue ella ¿o sí? ―preguntó Yal

―Ella me lo quiso decir, pero yo no quise que lo revelara, en ese momento temí que la razón me ganase y fuera tras ella.

―¿Estarás bien?

―Sólo tengo que hacerme a la idea de que entregué mi corazón a alguien que vendió su alma a Yorg ―suspiró Div―. La herida debe cerrar tarde o temprano, se supone que soy un mago, podré olvidarla y superarlo en poco tiempo.

―Todo se aclarará, amigo ―dijo Yal palmeando en su hombro―. ¿Sabes si ya se despertó Tuol?

―Esta sentado en su cama, como hipnotizado por el techo.

Yal pasó al baño, se echó agua en la cara para despejarse por completo y se fue hacia la habitación de Tuol. El fornido guerrero estaba recostado en la cama con la mirada puesta en el cielorraso, apenas se turbó cuando Yal ingresó.

―¿Te sientes mejor? ―dijo Yal.

―Más calmado, por lo menos ―respondió Tuol pareciendo ausente.

―Por la tarde partiré hacia las islas de la zona minera, me preguntaba si será conveniente dejar a Iñak contigo.

―¿A qué isla irás en específico? ―preguntó Tuol.

―Primero a Tlayay, de ahí a una isla pequeña más al norte, pensaba decir a Tulipa que me acompañara

―Ella no te acompañará ―dijo Tuol―, por dos razones: La primera es que tiene que esperar la invitación del general ese. La segunda ―Tuol Suspiró―, Tulipa jamás pisaría ninguna de esas islas si lo puede evitar.

―¿Por qué?

―Era muy pequeña cuando escapamos de Tlayay ―dijo Tuol―, pero los recuerdos del horror y el miedo la han perseguido por años. Aun despierta a medianoche con pesadillas.

―¿Tan horrible fue?

―Por eso no quiero que se una al ejército rojo ―Tuol hizo un gesto de dolor―. Ella no tiene idea de lo que le espera. Estando en el ejército tendrá que fingir lealtad y no sólo verá peores horrores, si no que será parte de ellos.

―¿Se lo explicaste de ese modo? ―preguntó Yal.

―Pues… no, no lo hice.

―Quizá deberías ―dijo Yal dando un par de palmadas en la espalda de Tuol―. Entonces, ¿debo llevar a Iñak conmigo?

―No ―dijo Tuol―, Iñak también será invitado por el general. Iré yo

―¿Tú? ¿No tenías otra misión?

―He terminado en Coyán y otros pueblos aledaños. Ya tengo identificados a todos aquellos que apoyarían la causa, aún tengo amigos en la zona minera así que iré a buscar más soldados por allá. Iremos en uno de los amonites de mi sobrino. ¿Lo de ustedes tardará?

―No lo sé ―respondió Yal― Pueden ser un par de días, pueden ser semanas

―¿Div y Pathry irán contigo?

―Temo que no―suspiró Yal.

Yal le explicó lo acontecido a Tuol. Su rostro rubicundo se fue pintando de rojo mientras le explicaba.

―¡Nunca lo hubiera creído! ―gruñó Tuol, asombrado―. La dejé entrar en mi casa varias veces, parecía tan convencida de su lugar en la rebelión. ¡Demonios! Esa es más que prueba de que ser familiar de un miembro de la dirigencia no es garantía de lealtad.

―Yo mismo no lo creo. Hubiera querido que Div la dejara afrontar el juicio, quizá se hubieran aclarado algunas cosas.

―Por desgracia esa trampa que le tendió Div…

―Eso hace a Div un sospechoso también ―dijo Yal―, lo sé. No le dije que sospecho de él para que se confíe, pero le pediré a la dirigencia que lo mantenga bien vigilado.

―Bien, entonces ―suspiró Tuol―, creo que iré a hablar con Tulipa. ―Tuol se detuvo camino a la puerta con duro semblante― Yal, me ha dicho Silia que iniciaste un noviazgo con ella.




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