La jacaranda del diablo 2. Misiones.

3.3 El secreto de los ángeles

Un día después, Yal y Silia estaban de regreso en la cabaña de Lynxe, el cielo estaba cubierto de nubes oscuras y el clima era frío. Fue un alivio poder tomar al fin un baño de agua caliente y relajarse con su novia a un lado de la chimenea mientras en el techo se escuchaba el golpeteó de las gruesas gotas de agua que eran ensordecidas por algunos relámpagos ocasionales.

―Supongo que querrás buscar a tu familia ahora que estamos de vuelta ―dijo Yal frunciendo los labios.

―Entendí que no puedo ir con Tulipa, tengo que encontrar a mi señor Tuol para que él me diga si debo ir con él o con Iñak.

―Yo debo quedarme en este laboratorio ―dijo Yal con el rostro sombrío―. No podré viajar hasta encontrar una respuesta.

―Lo sé. Pero tú sabías de antemano que esto podría suceder.

―¿Podríamos al menos negociar encontrarnos unos días al mes? ―dijo Yal con frustración―. No podré estar meses lejos de ti.

―Lo hablaré con mi señor Tuol.

Yal sabía que podía convencer a Tuol de dejarla quedarse con él, pero Silia era obstinada, simplemente no querría estar lejos de ellos. Lo peor era que el buen humor y alegría de Silia parecía apagarse con la idea de separarse de él. No entendía cómo prefería estar con los Morero si evidentemente su felicidad estaba a su lado. Recordó que Tuol era uno de los pocos que conocían los secretos de los ángeles, y eso le llevó a tomar una conversación un tanto incómoda.

―Silia ―dijo Yal enderezándose un poco―, me has dicho que sus secretos solo los revelan a los padres de sus hijas, pero necesito saber ―Silia se incorporó observándolo con interés―, ¿en verdad no conciben con el sexo? Hemos tenido relaciones sin protección desde hace días y lo que menos necesitamos en este momento es que quedes preñada. Si mis visiones y las del resto son acertadas, estamos a punto de iniciar la guerra…

―No ―Silia suspiró con tristeza―, no concebimos al tener relaciones sexuales.

―Perfecto. ―Yal sonrió, pero Silia parecía triste―. Aunque sigo teniendo mucha curiosidad.

―¿Realmente quieres saber de dónde surgimos los ángeles? ―preguntó Silia. Yal se incorporó hasta quedar completamente sentado sobre aquella piel de oso en el suelo, a un lado de la chimenea.

―Sí ―respondió con interés.

―Tú sabes que hace milenios, un grupo de humanos se concentró en su fuerza, formando la raza que ahora conocemos como guerreros.  

―Sí, lo sé.

―Lo que no sabes ―ella se acomodó en flor de loto para iniciar su relato―, es que entre las cosas que hicieron para hacerse más fuertes, fue despojarse por completo de una gran cantidad de sentimientos positivos como el amor, la compasión o la tolerancia. Eran simplemente sentimientos que les estorbaban si querían convertirse en poderosos combatientes.  

―¿Quieres decir que los guerreros son incapaces de amar, o de tolerar? ―dijo Yal, incrédulo.

―No del todo. Conservan algo de ellos, pero muy poco. Sin embargo, todo ese amor que ellos rechazaron no podía simplemente desaparecer. Esos sentimientos se reunieron formando nuevos seres, es de ahí de donde surgimos los ángeles.

―Espera un momento ―dijo Yal sentándose también en flor de loto―, ¿me estás diciendo que los ángeles son criaturas hechas de amor puro?

―¿Te parece extraño?  

―No ―Yal rio luego de meditarlo ― En realidad ahora que lo dices, tiene sentido. Jamás he sabido de un ángel que haga daño a alguien, que pelee o que… creo que las pocas veces que te he visto demostrar disgusto ha sido por gente que hace daño a tu familia.

―Por esa razón los ángeles debemos estar siempre con una familia de guerreros, ellos son nuestra responsabilidad. Un guerrero solo entre humanos o magos quizá pueda lograrlo, pero cuando se congregan en grupos o cuando son familias hechas enteramente de guerreros es cuando viene el peligro.

»Simplemente sacan lo peor de ellos mismos, si un guerrero se enfada contagia a los otros y entran en un frenesí del que es difícil sacarlos. Para ti debe ser normal escuchar en los noticieros que familias enteras han sido aniquiladas, en ocasiones por un miembro de su propia familia. Esto es porque de algún modo se quedaron sin ángeles que los protegieran.

»Cuando una familia o grupo de guerreros inicia una pelea, los ángeles debemos emitir energía suficiente para calmarlos, de otro modo ellos terminarán atacando a muerte.

―Entonces ―dijo Yal, dubitativo―, esa pose que tomas cuando ellos pelean, parece que estás asustada, pero en realidad estás emitiendo energía para tranquilizarlos.

―Es así y por esa razón debo estar con ellos. Iñak no tiene tanto problema, es el que menos me preocupa ya que no está entre guerreros. Mi señor Tuol está con muchas personas, no sé si realmente pueda controlar su carácter, pero Tulipa está en un ejército en donde hay una gran cantidad de guerreros, ella es la que más me angustia.

―Pero el ejército ha dado por asesinar a los ángeles que intentan acercarse  

―Por esto los ángeles somos muy cuidadosos de no decir a cualquiera de lo que somos. No creo que en el ejército lo sepan del todo, quizá sólo se dieron cuenta que al tenernos cerca, sus soldados son menos agresivos. Como sea, nuestra energía a veces es absorbida por magos o por humanos comunes, de algún modo contribuimos a minimizar la ira en las personas.




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