16. Cuatro y cinco vs. ABBA, Hombres G y Reik.
—¡Así es como los quería encontrar! ¡Desleales! ¡Traidores! —escucho vociferar a una voz furiosa y asustada abro los ojos de golpe.
Luca aún duerme a mi lado. Parte de mi cabello se encuentra esparcido sobre el inflable por mi lado derecho y la nariz de Luca reposa sobre él. Pero ahora, con los gritos, al igual que yo comienza a despertar.
—¡Solo esperaste a que yo no estuviera para traicionarme! —ruge la voz, seguida de un manotazo que termina de abrir la puerta.
Confundida, lo primero que pienso es que Luca me mintió y sí tiene pareja, que hasta viven juntos; que tal vez ella estaba fuera y llegó antes, y de vuelta soy la despreciable «amante». Sin embargo, me tranquiliza escuchar a Luca gruñir un simpático «¿Por qué?», seguido del «tac tac» de un par de tacones que cuando levanto la cara advierto que pertenecen a una imponente mujer de cabellera rubia.
«Alexa».
—¡¿Desde cuándo, Luca?! —grita, moviendo los brazos. Viste un traje completo de mezclilla, salvo los tacones que son color café—. ¡¿DESDE CUÁNDO?!
Luca no deja de gruñir maldiciones mientras que su nariz permanece sobre mi cabello. Su brazo, además, intenta rodear mi cintura; pero Alexa, furiosa, al menos hoy no lo dejará dormir de nuevo.
—¡Da la cara, rufián! —Agita un puño dirección a Luca con discordia.
Al sentarme en el inflable, viro y miro a Alexa avanzar hasta el fondo de la habitación y tirar de una de las dos sillas giratorias con respaldo acolchonado. En específico de la que luce más nueva.
También se inclina sobre la cabecera para olerla.
—¡Reconozco el olor de su champú: Herbal Essences, flor de la pasión y leche de arroz!
—¡Por Dios, Alexa! —Luca se coloca boca arriba y tira de mí para que regrese a su lado y seguir durmiendo.
—¡Además, la caja de esta silla Gamer continúa en la basura del estacionamiento!
—¿En serio revisaste la basura? —masculla Luca. Todavía sin abrir los ojos y negándose a incorporarse.
—¡Desde luego que sí! —le grita Alexa—. ¡Malditos hombres —señala a Luca con el dedo índice pese a que este no la mira—; si no los conoceré yo!
Cansada de ser ignorada, Alexa camina de regreso al inflable y tira del edredón para descubrir a Luca.
—¡Alexa! —Luca lleva ambas manos a su cara, quejándose.
—¡Alexa QUÉ, rata desleal!
Pero, alejándome unos segundos del drama, me doy cuenta de que el edredón que antes cubría a Luca se encuentra a un lado en el piso, y del que tiró Alexa es el mío. De manera que, con una sonrisa puedo concluir que en algún momento de la noche, consciente o inconscientemente, Luca se deshizo de su edredón y se pasó al mío.
Que, además, cabe destacar que aún continúo bajo este desnuda.
Y creo que poco le importaría a Alexa que Luca también estuviera desnudo, pero tiene puesto un bóxer.
—Así es como los quería encontrar —le repite Alexa a Luca entre dientes, casi echando humo por la nariz—: conspirando contra mí.
»Ah, hola Ivanna —me saluda con una sonrisa.
Trato de cubrirme lo mejor posible con el edredón.
—Hola.
—¿Desde cuándo se ven a mis espaldas? —exige saber Alexa—. ¡Confiesa!
Luca finalmente se impulsa hacia arriba para ponerse de pie, pero Alexa vuelve a hablar antes:
—¡Ni siquiera pudiste disimular y por lo menos esconder la silla nueva!
—Esa era la idea —explica Luca, fregándose los ojos para terminar de despertar—. Pero el viernes jugamos hasta después de medianoche, y tampoco me preocupé el sábado por la mañana porque ya iba tarde al trabajo... y ayer por la noche que regresé al apartamento —me ve de reojo— mis prioridades cambiaron.
Alexa me señala.
—¡Claro, porqué esos dos grandes y redondos pechos valen más que nuestra amistad, ¿No es así?!
Luca lo piensa unos segundos y Alexa, todavía más enojada, vuelve a agitar un puño en su dirección.
—Ssss... ¡No! —se apresura a contestar Luca, por fin—. ¡Por supuesto que no!
»Ni me emocioné tanto con ellos, ¿no es así, Ivanna? —me pregunta Luca.
—No —le digo a Alexa—. Se aburrió tanto que hasta babeó sobre ellos.
Alexa, furiosa, agarra a empujones a Luca.
—No me ayudes —gesticula Luca, mirándome.
También, sujetando el edredón contra mi pecho, salgo del inflable para incorporarme. Y después camino por la habitación buscando mi ropa.
—¡Es increíble que Roy no pueda venir sin que armes un escándalo!
—¡No digas su nombre!
—¡Soy amigo de los dos, Alexa!
—¡Y ya escogiste un lado!
—¡Claro! ¡Durante mucho tiempo solo te hablé a ti!
Sigo recogiendo mi ropa.
—¡Ajá! ¡¿Y qué cambió ahora, traidor?!
Luca señala a Alexa con su dedo índice.
—¡Me di cuenta de que no tenía por qué escoger! ¡Esto es entre ustedes! ¡Así que pónganse de acuerdo ustedes!
»¡Yo tengo mis propios problemas! —agrega.
—¡Ajá, y se ve que estás sufriendo mucho con ellos! —Alexa vuelve a señalarme y me siento «culpable» ya con parte de mi ropa en las manos además del edredón.
—No la metas en esto —le advierte Luca.
—¡¿Cómo de que no?! —declara Alexa dando media vuelta para salir de la habitación.
—Alexa —masculla Luca, siguiéndola.
«¿Qué va a hacer?»
Yo, entretanto, termino de recoger mis cosas. Ya solo me faltan las botas y mi bolso, y esos los dejé en la sala.
—¡Solo existe una mujer que puede hacerme este tipo de numeritos! —continúa Luca, peleando con Alexa en otra habitación. Pero como gritan se escucha aquí.
—¿Ah sí? —Alexa se escucha retadora—. ¿Quién?
—Yo —digo, riendo, y alzando lo suficiente la voz para que me escuchen donde se encuentren.