La Jefa de Papá

01.

Cerré los ojos agotado y me dejé caer en una banca en medio del parque, estaba completamente exhausto, llevaba una semana completa caminando desde la mañana hasta la tarde buscando un trabajo sin éxito. Tenía un mes completo sin trabajar, los gastos no se detenían, el alquiler estaba a punto de vencerse y las terapias de mi hijo me dejaban sin un solo centavo en las manos.

—Necesito un milagro. —murmuré dejando caer mi cabeza al respaldo de la silla. Casi era la hora de buscar a mi hijo en su escuela y había sido un nuevo día perdido, hacía un frío horrible, y una ligera llovizna empezaba a caer sobre mi rostro.

—¿Desea un café? —levanté la vista a la mujer que estaba frente a mí, con una sonrisa amable me señaló su carrito lleno de termos. —¿Desea un café? o algo mas calientito, el dia esta helado. —sonreí metiendo la mano a mi bolsillo y sacando las últimas monedas que me quedaban.

—¿Qué cuesta? —pregunté mirando los centavos que me quedaban.

—1,50. —negué con la cabeza guardando lentamente mis monedas.

—Disculpe, no fue un buen día, no me alcanza. —la mujer negó sirviéndome un vaso de café humeante.

—No se preocupe joven, algún día me lo pagará. Se ve que no lo pasa bien, pero no se preocupe, las tormentas siempre llegan a su fin y sale nuevamente el sol. —muy avergonzado recibí el café de sus manos y le di un pequeño sorbo.

—Muchas gracias. Está delicioso.

—Tranquilo chico, pronto saldrá el sol para ti. —me palmeó un par de veces la espalda y acomodo el termo en su carrito.

—No necesito sol, solo un trabajito, algo que pueda hacer por mi hijo.

—¿Trabajo? —murmuró pensativa, —No se si te sirva, pero a cinco calles de aqui hay una agencia de viajes, hace un rato le dejé a la chica un café cargado mientras la escuchaba quejarse de que no había quien trabajara, tal vez ella pueda ayudarte.

—¿Lo dice en serio? —Exclamé emocionado.

—Si, yo creo que le agradaras. —emocionado por una nueva oportunidad, abracé a la mujer y empecé a caminar hacia el lugar.

Como siempre, el clima decidió ponerse en mi contra y a menos de media calle empezó a caer un torrencial aguacero que me dejó mojado de pies a cabeza, para cuando llegue a la agencia no tenía una sola parte de mi cuerpo seca, las gotas caían por mi cabello y mis zapatos sonaban con cada paso.

Me detuve frente a la entrada mirando mi reflejo en la puerta de vidrio, no tenía nada más que perder, era la última oportunidad del día antes de correr a la escuela de mi pequeño.

Solte el aire pesadamente y entré a aquel lugar, mi primera impresión fue de un lugar bien organizado, la segunda, fue ver de una maniática al borde de un colapso mental, llena de carpetas en las manos y gritando por teléfono.

—¡Necesito que hagas esas jodidas reservaciones! —grito lanzando el teléfono a un sofá que se encontraba al costado. Levantó la vista y me miró fijamente. —Hoy no estoy haciendo donaciones, vuelve otro dia. —Enarque una ceja con su actitud.

—No vengo por donaciones, vengo por empleo. —sentencié directo.

—Que buen chiste. —Rodé los ojos fastidiado, —No estamos contratando por el momento, gracias por venir… —se quedó en silencio unos segundos, —a mojar mi oficina.

—No parece que estes bien tu sola, puedo ayudarte, tu debes necesitar quien trabaje, y yo necesito trabajo. —Soltó el aire con fuerza y dejó las carpetas en un escritorio.

—Te diré algo, siempre he podido sola, no he necesitado ayuda de nadie antes, y estoy segura que no la necesitaré ahora. que tal si tú… —hizo un gesto con su mano en forma circular, —das media vuelta y te vas.

—No pienso marcharme, no hasta que consiga un trabajo. Tu tienes una vacante y yo necesito el empleo, simple. —presioné, manipular esa mujer debía ser fácil, tal vez era mi única salida.

—Mi asistente no llegó, eso no significa que tenga una vacante. —su mirada era fría, la mujer definitivamente era una gruñona, una viborita, pero necesitaba empleo, necesitaba llegar con mi hijo y contarle las buenas noticias.

—Bueno, puedo ser tu segundo asistente. —me miró de pies a cabeza con una sonrisa sarcástica.

—Gracias, pero no gracias. —mire mi reloj, notando que estaba próximo a salir mi pequeño.

Sin más opciones camine hasta su escritorio, tome un papel y un esfero y escribí mi numero de telefono, de adentro de mi chaqueta, saque una currículum que tenía preparado y lo deje sobre el escritorio con el papel escrito bajo su atenta mirada.

—Necesito mucho este empleo, —Hable suave, —tengo un hijo, somos solo él y yo, si en algún momento decide darme el empleo, por favor llameme. —sentí que mi voz se quebraba. —No podré saber muchas cosas, pero aprendo rápido. —Camine de regreso a la entrada y antes de salir me detuvo su voz.

—¿Piensas irte bajo esa torrencial lluvia? —preguntó, —si tanto te interesa el trabajo te quedarías aquí, no saldrías corriendo. —sonreí negando con la cabeza y me volteé a mirarla una vez más.

—Podría quedarme rogando toda la tarde de ser necesario, pero mi hijo está por salir de su escuela, y si hay algo importante para mi en esta vida, es mi hijo. —no dije más, tampoco esperé a que me dijera algo, salí corriendo de la agencia.




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