*·。·*·。·*·。·KEYLA·。·*·。·*·。·*
Mi vida estaba casi resuelta, mi agencia de viajes seguía en crecimiento, afortunadamente, tenía una pareja estable que me apoyaba en todo, aunque, por su trabajo no podíamos vernos lo suficiente, teníamos una relación maravillosa. En general, mi vida estaba en orde, no perfecta, pero si super ordenada.
Mi agencia, TravelWinds llevaba más de un año de operaciones, había conseguido los contratos y contactos necesarios para lograr dar los mejores planes del mercado a los mejores precios. Teníamos movimiento constante de clientes, la agencia iba viento en popa, a mi lado trabajaban dos personas mas, mi asistente y un auxiliar, aunque mi asistente, o era la mujer mas demalas del planeta, o simplemente la seguian las desgracias. Cada semana se ausentaba o incapacitaba por alguna razón, un día era gripa, otro dolor de cabeza, otro “hoy no puedo”. Me tocaba cubrirlo todo.
Ese día, en especial, un proveedor me cambió unas tarifas a última hora y me dejó con reservas pendientes, estaba con el ánimo bajo. Llovía fuerte, el piso de la entrada estaba mojado y el teléfono no paraba de sonar. Yo estaba con un mundo de carpetas en la mano, el auricular pegado a la oreja y paciencia cero. Dije lo que tenía que decir para que el proveedor espabilara. En eso, la puerta se abrió y entró él.
Era un hombre alto y rubio, completamente empapado, la camisa escurría agua, los zapatos sonaban encharcados, se veía cansado. Me miró fijamente desde la entrada, agradecí que no entrara mas para que no mojara mis oficinas.
La persona al otro lado de la línea seguía hablándome de lo imposible que era ayudarme con mis reservaciones. Cuando finalmente colgué me quedé mirándolo fijamente.
—Hoy no estoy haciendo donaciones, vuelve otro día. —hable señalando la puerta de entrada, él solo me miró incrédulo.
—No vengo por donaciones, vengo por empleo —dijo. No me gustó cómo sonó al principio, porque yo estaba a mil.
—Que buen chiste. No estamos contratando por el momento, gracias por venir… a mojar mi oficina.
—No parece que estes bien tu sola, puedo ayudarte, tu debes necesitar quien trabaje, y yo necesito trabajo. —Resople completamente estresada
—Te diré algo, siempre he podido sola, no he necesitado ayuda de nadie antes, y estoy segura que no la necesitaré ahora. que tal si tú… das media vuelta y te vas.
—No pienso marcharme, no hasta que consiga un trabajo. Tu tienes una vacante y yo necesito el empleo, simple.
—Mi asistente no llegó. Eso no significa que tenga una vacante —le respondí. Miro el reloj un tanto alarmado, me dejó su número y un currículum completamente empapado.
—Necesito mucho este empleo, tengo un hijo, somos solo él y yo, si en algún momento decide darme el empleo, por favor llameme. No podré saber muchas cosas, pero aprendo rápido. —No dijo más, se fue corriendo bajo el torrencial aguacero.
Me quedé mirando el papel con su número. El nombre decía Noah. Respiré profundo y me propuse a acabar con ese día de locos. Acomodé las reservas, peleé otra vez por las tarifas y saqué el día como pude. A las siete cerré, me dolían los hombros, la espalda, la cabeza.
Me fui a casa, cené algo rápido y me senté con la laptop a revisar pendientes del día siguiente. Volví a ver la carpeta con el currículum de Noah. Me quedé pensando en Andrea. Me quedé pensando en que yo no podía seguir así, era temporada de alta demanda y no tenía a quién pasarle lo básico. Abrí el currículum arrugado y lo alise con la mano.
Noah había trabajado con atención al cliente, no era experto, pero tenía base. Lo imaginé atendiendo llamadas sencillas, armando cotizaciones, actualizando hojas, revisando vuelos, entregando recibos, pensé en lo que dijo de su hijo.
Mi reloj marcaba las once y cincuenta y siete, revisé el chat de Andrea: “Mañana no alcanzo, me siento mal”. Cerré los ojos un segundo y tomé una decisión completamente distinta a mis planes, no quería un favor para mí, quería que la agencia funcionara y quería a alguien con ganas reales de trabajar.
Busqué el número que Noah apuntó, lo apunte con su nombre y escribí:
“Te espero mañana en TravelWinds a las ocho de la mañana. Keyla”
Me quedé mirando la pantalla. Dudé un poco antes de enviarlo. No pasaron ni treinta segundos y me respondió:
“Buenas noches, Keyla. Gracias por la oportunidad. Mañana a las ocho en punto estoy allí. ¿Necesitas que lleve algo?”
“Solo una libreta. Ropa cómoda. Llegas diez minutos antes y te presento al equipo.”
Puso “Perfecto. Nos vemos”.
Apagué la laptop y llame a Marcus, hablar en las noches con él siempre me ayudaba a despejar un poco la mente. Despues de tres llamadas sin respuesta me rendí, no era la primer avez que pasaba, pero aquello ya se estaba volviendo mas constante.
“Amor, tuve un dia de locos, no me lo vas a creer” Escribí un mensaje, lo vi conectarse, la notificación de leido aparecio en mi pantalla, pero no apareció respuesta alguna.
Me acosté, pero no me dormí enseguida. Mi cabeza empezó a darle vueltas a todo lo acontecido en el dia, a la decisión que acababa de tomar con respecto a Noah, no estaba metiendo a un salvador ni a un problema a mi empresa, estaba tomando una decisión de trabajo. Si funcionaba, bien, si no, dos semanas y afuera, aunque algo en su forma de expresarse me agrado bastante.