La Jefa de Papá

04.

*·。·*·。·*·。·KEYLA·。·*·。·*·。·*

Esa mañana llegué un poco más temprano de lo normal a la agencia, había discutido con Marcus la noche anterior y después de eso el sueño se esfumó por completo, pase casi toda la noche en vela, y lo poco que dormí, fue lleno de pesadillas. Tenía el día lleno de trabajo, confirmar pagos, enviar cotizaciones y pelear una vez más con los del transporte terrestre, quienes habían decidido subir una tarifa sin aviso.

Nadie había llegado, pero estaba consciente que ese día mi equipo de trabajo estaría completo, Noah, como siempre, llegaría a las ocho, Andrea se incorporaba ese día hasta su nueva incapacidad, y Elian siempre llegaba cinco minutos tarde, pues vivía demasiado lejos.

Me senté en mi escritorio para organizar todo y vi los pequeños stickers de superhéroes que aún quedaban en el escritorio, sonreí recordando la sonrisa del pequeño, era encantador, aunque un tanto extraño, con sus grandes auriculares, como si quisiera aislarse del mundo, el estrés de su padre y su sorpresa al ver que me hablaba. Hice una nota mental para comprar una nueva plantilla de stickers para el pequeño, la gran mayoria se habian destruido cuando Noah los quito.

Con una media sonrisa mire el nuevo protector de pantalla que ahora me acompañaba y empecé mi trabajo. A las siete cincuenta vi entrar a Noah. Se veia bien con la camisa blanca que traia y el pantalon negro, el hombre era apuesto, no se podia negar que el hombre era sumamente atractivo.

—Buen día Keyla.

—Buen día Noah, ¿Cómo está el pequeño Liam? —me regaló una media sonrisa.

—Muy bien, hoy fue a clases. Gracias por permitirme traerlo.

—Cuando gustes, me agrada mucho. —Le dejé el trabajo del día, me metí a mi oficina y empecé a llamar al proveedor que subió la tarifa. Me contestó un ejecutivo nuevo que no conocía mis acuerdos. Le expliqué todo con toda la calma que pude reunir.

—Mira, tengo al cliente esperando. La tarifa estaba bloqueada desde ayer. No voy a cobrarle un extra por tu error. Necesito que lo solucionen, por favor. —En eso sonó el teléfono fijo con una pareja que buscaba un plan para su luna de miel. Hablaban encima el uno del otro.

Estresada salí de mi oficina con dos carpetas, el celular en una mano y el fijo en la otra buscando quien pudiera darme una mano, al menos con la pareja. Saliendo de la oficina pise una parte que estaba húmeda por la lluvia que traían los clientes, y resbalé.

No tuve tiempo de sostenerme, caí de lado sobre Noah, me agarró por puro reflejo, literalmente caí sentada sobre sus piernas. El teléfono se me quedó pegado a la oreja, la persona al otro lado seguía hablando pero no le escuchaba nada, solo estaba pensando en lo que acababa de suceder y en donde estaba sentada. Él se quedó quieto, con las manos en el aire y yo con el teléfono pegado a la oreja y las carpetas a medio caer.

—En un minuto le regreso la llamada —le dije al cliente en el auricular, intentando no soltar una grosería. Corté la llamada incorporarme sin éxito, senti algo duro que hizo que me quedara completamente quieta, Noah tenia la cara roja, y estoy segura que yo parecía un tomate maduro.

—Es mi celular. —Murmuró bajando sus manos y tomándome de la cintura con ambas manos para ayudarme a incorporarme.

—Estoy bien —solté, acomodándome la blusa —Fue el piso, está un poco húmedo y mi tacón se resbaló.

—Voy por el trapeador —dijo Elian desde su puesto, aguantándose la risa.

—¡Trapea ya! —le ordené completamente avergonzada, sin mirarlo. —Gracias por no dejarme caer. —le dije a Noah, incapaz de mirar su rostro también.

—De nada —contestó, serio.

Regresé a la llamada de la pareja, les asesore los mejores lugares que podían visitar con nosotros para su luna de miel y les pedí cinco minutos para enviar propuestas. Colgué y respire unos segundos antes de meterme otra vez a la pelea con el proveedor por chat, tratando de sacar de mi mente lo que había ocurrido con Noah.

Keyla, no puedo mover esa tarifa”, escribió.

Sí puedes. Bloqueé esa reserva ayer antes de las dos de la tarde. Revisa el correo que te envíe y la aprobación que me dieron, no pueden cambiarme la tarifa después de aceptar. Si no, pásame con tu supervisor”, respondí.

Mientras peleaba por mensajes Noah me pasó por el marco de la puerta la primera cotización del día para revisión, la miré por encimita y asentí sin poder mirarlo a la cara.

—Bien, solo agrega impuestos locales en la letra pequeña y cambia la foto principal. Usa algo mas realista

—Listo.

Cerca del mediodía apareció Andrea. Llegó como si nada le hubiera pasado, bien perfumada con un escote pronunciado y maquillaje llamativo, muy sonriente.

—Jefa, ya estoy mejor —anunció sentándose frente a mí y cruzando la pierna, sin dejar de mirar al escritorio de Noah.

—Bienvenida, mientras dure. Tu hoja de seguimiento está atrasada desde el lunes, siéntate y ponte al día con todo —respondí. Andrea dejó la cartera y en menos de dos minutos ya estaba parada junto a Noah.

—Hola, soy Andrea —le dijo, inclinándose sobre su escritorio—. Yo soy la asistente. ¿Qué tal tu primer día… y medio de trabajo?




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