*·。·*·。·*·。·NOAH·。·*·。·*·。·*
La semana terminó, para mi buena suerte, tranquila. Liam se estaba acostumbrando a que debíamos correr para que yo alcanzara el transporte a mi trabajo, en algunas ocasiones preguntaba a mi loca jefa y mencionaba las películas de superhéroes que podíamos mostrarle para que a ella le gustaran y eligiera su favorito.
Era sábado y me tocaba media jornada, le comenté a Liam que podría venir conmigo, y desde que le dije su estado de ánimo cambió por completo. Despertó mucho más temprano de lo normal, desayunó sin quejarse lo de siempre, tomó su vitamina. Guardé sus audífonos y una caja pequeña con marcadores, fichas y dos carros. Salimos temprano para que el trayecto fuera más tranquilo, no quería expresarlo con mis carreras.
Al llegar a TravelWinds la puerta estaba abierta, Keyla ya estaba adentro. Se giró al escucharnos y me hizo una seña para que pasáramos, me quedé helado un segundo. Al lado de mi puesto había un escritorio nuevo, a su medida: Había un escritorio nuevo, pequeño, al lado del mío, contra la pared. Tenía un tapete de goma, una silla baja, un portalápices con stickers de superhéroes, un cuaderno para colorear, crayones, marcadores lavables, una caja con fichas de clasificar y un organizador con tres cajones. En el primero, plastilina. En el segundo, hojas blancas. En el tercero, un rompecabezas de diez piezas.
—Es para él —dijo Keyla —Lo que él necesita para estar más tranquilo, que se pueda quedar en su propio espacio, que no corra y que no toque mis cosas. Si necesita moverse, me avisas y salen un momento.
Liam lo miró todo en silencio, se acercó despacio, pasó la mano por los stickers, me miró y luego miró a Keyla.
—¿Puedo? —preguntó bajito.
—Es tuyo mientras estés aquí —respondió Keyla. Dejó el peluche a un lado, abrió un cuaderno y empezó a colorear, le acomodé los audífonos en el cuello y le puse su botella de agua cerca.
—Gracias —le dije a Keyla—. Esto le ayuda mucho.
—Haces un muy buen trabajo, y ese pequeño, me cae mejor que todos aquí. —respondió encogiéndose de hombros. —Creo que me cae mejor que tú.
Me dio el plan del día, cotizaciones, seguimiento y apoyo en el chat. Empecé a armar las primeras opciones, dejando todo claro y por escrito. Elian llegó un poco más tarde, saludó a Liam con un “buenos días, campeón” Liam levantó la mano sin mirarlo.
Todo normal. Empezamos a trabajar. Abrí mi lista, preparé plantillas y dejé abiertas las pestañas del sistema. Keyla se metió a su oficina a llamar a un proveedor de transporte.
Al rato apareció Andrea, su perfume era demasiado hostigante, llevaba ropa demasiado ajustada y un tanto vulgar para mi gusto, sus labios pintados de un rojo brillante y el cabello suelto. Se paró en la entrada mirando alrededor, vio a Liam en su mesa y alzó las cejas.
—¿Guardería ahora? —soltó despectiva. No respondí.
Liam la escuchó hablar, bajó los marcadores y me miró un tanto tenso, le toqué el hombro para calmarlo y que siguiera con lo suyo. Andrea dejó el bolso, fingió que abría su correo y, en dos minutos, ya estaba caminando hacia mi escritorio.
—Hola, Noah —se apoyó en el borde de mi mesa —Hoy te ayudo con lo que quieras. —Liam se cubrió las orejas de inmediato.
—¡No te acerques a mí! —Grito alterado, su nariz estaba fruncida, por lo que de inmediato supe que el aroma de Andrea no era de su agrado. Andrea abrió los ojos de par en par y me miró ofendida.
—Los niños malcriados no me van —Exclamó con voz chillona que hizo que Liam se alterara más.
—Baja el tono de voz —le dije —y no te acerques a su mesa. —me levanté y puse los auriculares en sus orejas, además de hacer leves masajes en sus hombros para tratar de calmarlo.
—Es un niño grosero, como no le pones límites. —Keyla salió de la oficina al escuchar sus gritos, al verla cerca de nosotros frunció el ceño.
—Andrea, a tu puesto. Deja de rondar los demás puestos, quedate en tu puesto.
—Solo estaba siendo amable —contestó, cruzándose de brazos.
—No parece —cortó Keyla —Vete a tu lugar y revisa la hoja de seguimiento. Quiero fechas y evidencias, no “ok” y “pendiente” —Andrea resopló y se fue de mala gana.
Con un par de ejercicios de respiración logra que Liam retomará su actividad, aunque un tanto tenso. Volví a mi trabajo, armé la primera cotización: tres hoteles, mismas fechas, mejores condiciones de viaje, adjunté políticas y tiempos de pago. Se la pasé a Keyla por correo interno.
Mientras esperaba que aprobará los nuevos cambios escuche que empezó a discutir por teléfono desde su oficina. No era un proveedor, de eso no había duda.
“No, Marcus, no me vas a enseñar a organizar mi agenda. Te escribí anoche y lo leíste. No respondiste” Silencio. “Estoy trabajando. Si quieres hablar, hablamos en la noche. No tengo tiempo ahora… No, no voy a seguir esta pelea por teléfono” Otro silencio. “No me chantajees con “entonces cancelo lo del domingo”. Haz lo que quieras, estoy ocupada.” La puerta de su oficina estaba entreabierta. La vi apoyar las manos en el escritorio un segundo, luego salió como si nada hubiera pasado. Al pasar por mi puesto, habló como si nada.