La joven que vivía de la poesía

Una pizca de mi niña interior

Solía pensar que para tener éxito en la vida uno mismo debía dejar una marca, un impacto como la prueba de que nuestra existencia fue algo significativo y que para ello debías ser perfecto. Pero con el paso del tiempo mis constantes fracasos me hacían creer que era una inútil y no podría lograr nada, que cuando algo estaba llendo bien se arruinaría si era yo quien lo llevaba acabo. 

 

 

Pero después de constantes fracasos y colapsos mentales como emocionales, comencé a buscar ayuda, a aprender a quererme y descubrí que el amor propio era la base de todo al igual que era un proceso que cada uno tiene su ritmo propio, que es un trabajo diario por así decirlo, en el que aprendemos a queremos y aceptar cada parte que nos hace ser nosotros mismos como una prueba. 

 

 

Hay días en los que mi reflejo me hace pensar que soy tan fea como hongo en un jardín de rosas, otros en los que me siento una flor en un pantano y días en los que me siento cálida y con motivación como la presencia del amanecer, en ocasiones me siento como el fin de la noche pero sin un final definitivo, tan solo una oscuridad profunda de la cual me reconforta y temo volver a ver la luz y que está me abandone nuevamente, me he conformado vivir en la decepción y la ausencia, que cuando un rayo de luz ilumina mi camino solo puedo pensar que es un trampa para que le vuelvan a lastimar, vean lo vulnerable que realmente soy pero una parte muy profundo en mi desea que ese sea el camino a la libertad.

 

 Ya no más temor ni traumas que me aten a lo pasado, realmente vivir y no solo existir, por qué hay días que vivo pero otros en los que solo existo, que el solo hecho de levantarme cada mañana parece más un castigo que una oportunidad. 

 

Pero aún vive en lo profundo de mi ser mi niña interior, vive una pizca de esperanza en la que busca ser liberada para sanar y quitar las cadenas que me impiden vivir, a veces la cerradura desaparece, la llave ha tomado distintas formas que con el tiempo aprendí a sanar momentáneamente.

 

A veces la llave era tinta en papel, a veces versos, música, sonidos, pintura sobre un lienzo y fue así como la poesía era la voz de mi ser que tan solo existía, pero al escribir volvía a vivir, podía expresar aquellos temores, inseguridades, traumas y un sin fin de sentimientos que me fueron negados a expresar por el simple hecho de que no era válido lo que sentía.

 

 Pero, quien puede decir que es o no válido un sentimiento, un pensar e incluso un temor? A caso la edad es un requisito? Tengo que seguir siendo una niña para tener derecho a temer la oscuridad o un adulto para poder expresar mi opinión? Puede que aún tenga un largo camino que recorrer pero al menos está vez soy yo quien tomara las riendas de mi vida tras el volante, puede que no tenga un destino claro pero se que mientras aún viva en mi una pizca de mi niña interior podré lograrlo, podré sanar, podré tener libertad...

M.L

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