La Joya Azul

Aliado Mágico

Se dirigieron al laboratorio del Club de Ciencias del colegio, el cual aún estaba abierto por los alumnos que debían actividades extracurriculares, así que pudieron entrar sin problemas. Lo que no sabían es que alguien tenía en su posesión el ‘Arma Anti-Magia’.

—Sabía que este sería el siguiente paso —Kristeen los recibió, con el arma en la mano, como si supiera cuál era su función principal.

—¡Justo como lo pensé! —Emilly no se dejó sorprender— Estás bajo el control de Sabrina y de alguna manera te envió aquí para evitar que yo tome esa arma.

—No sé de qué estás hablando —dijo la joven, haciéndose la desentendida, solo quería confundirla.

—¿Cómo le quitaremos el arma? —preguntó Andrei, bajando la voz— Si sabe que tienes poderes puede usarla en tu contra.

Emilly ya estaba pensando en eso, por lo cual no había hecho nada para quitársela.

—¿Por qué no vienes y me la quitas? —desafió.

—Kristeen, ¡tú no eres así! Ni siquiera nos tomabas en cuenta antes de esto. Entrega esa arma por el bien de todos —pidió la chica.

—La entregaré con una condición. Andrei, dile a Ellie que ya no la quieres volver a ver, ¡termina con ella!

Ellie se sorprendió mucho al escuchar esto, al igual que Emilly, pero ésta inmediatamente cambió su expresión de sorpresa a una seria… sabía que él sería capaz.

—¡Ellie! ¡No le creas nada de lo que te vaya a decir! —sugirió rápidamente.

Pero la chica seguía sorprendida.

—Bien, terminaré con ella, pero tienes que regresar esa arma —sentenció él, sin inmutarse por la situación.

—Lo prometo.

Andrei volteó a ver a Ellie y cumplió con la condición.

—Ellie, ya no te quiero volver a ver en mi vida.

La joven, sin saber que lo decía para tener la ventaja, comenzó a llorar. No dijo nada, solo se retiró, le costaba entender la situación. Se dejaba llevar más por lo que sentía al escuchar esas palabras de él. Kristeen cumplió y deslizó el arma en el suelo hacia donde estaban ellos. Emilly la tomó y rápidamente sacó la Joya Azul.

—Ve a arreglar las cosas con Ellie, yo me encargo de salvar a Kristeen —le dijo a su amigo.

Se fue, haciéndole caso.

—Bien, voy a practicar la Expulsión Mágica contigo —amenazó.

Ella se quedó quieta, había cumplido su misión. Emilly usó su joya para crear una bola de energía y, con esta, atacó a la chica. Fue un objetivo fácil ya que Kristeen no poseía ningún tipo de magia y era como si no pudiera actuar por sí sola en ese momento. «Crees que tuviste éxito con tu nuevo hechizo, pero olvidas que Kristeen no tiene poderes mágicos.» Se oyó la voz en la mente de Emilly. «Lo único que lograste fue quitar toda la energía negativa que la estaba controlando.»

—¡Cállate! Aún falta enfrentarme a ti… ¡y no voy a fallar! —amenazó Emilly.

La chica cayó desmayada al suelo en el momento oportuno…

—Kristeen, ¿estás bien? —Isaac alcanzó a sostenerla.

—¿Qué le hiciste a nuestra prima? —preguntó Charlie, molesto.

—Va a estar bien. Ahora tengo que salvar a Johann.

Poco a poco despertó y fue reconociendo a sus primos.

—¿Qué está pasando aquí?

—¿Estás bien? —volvió a preguntar Isaac.

—Sí, pero me siento rara. Siento como si hubiera hecho cosas que jamás haría —dijo al reincorporarse.

—¿A qué te refieres? —preguntó Charlie.

—Lo último que recuerdo fue que una chica me atacó, ella tenía el cabello largo y negro. Vestía muy formal.

—Bien, creo que no es Emilly —dijo Isaac a Charlie.

Él se tranquilizó y dejó que Emilly se fuera, pues se dio cuenta de que Kristeen había vuelto a la normalidad. No había nada que reclamar.

—Ahora que lo mencionas, estabas actuando muy raro —recordó Charlie—. Nunca habías venido al laboratorio del Club de Ciencias, siempre te ha gustado trabajar sola.

—¿Eso fue lo que hice? —preguntó ella, muy sorprendida— No me digas que me uní al club.

—Ya no puedes hacer eso, el curso ha terminado —dijo Isaac, riendo.

—Espero no haber causado graves problemas, entonces…

En el cuarto oscuro donde se encontraba Johann, alguien abrió la puerta de golpe.

—¿Quién eres tú? ¡Sácame de aquí! —grito él, al ver solo una figura.

Poco a poco reconoció a esa mujer…

—No puedo creer que hayas dudado de mí.

—¡Emilly!

La chica comenzó a llorar…

—Yo siempre te he amado. No tienes idea de lo difícil que fue para mí acercarme a ti.

—¡Emilly! ¡Perdóname! —Johann se acercó a ella y la tomó de los hombros— ¡Perdóname! Cometí un error al haber dudado de ti. No quiero perderte.

—Es demasiado tarde.

En ese momento, el ambiente cambió. Era una fiesta y todos sus compañeros de clase estaban ahí, divirtiéndose.




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