La Joya

1 - Alara y Shin – 1

Alara había descubierto mucho de sí misma en las semanas anteriores, descubrió que le gustaba pasear con su novio por la ciudad, descubrió que le gustaban los postres y que tenía más de una manera de amar a Shin. Descubrió cuanto le gustaba sentarse a meditar a su lado y descubrió cuán celosa era. Su novio parecía estar en un lugar complejo y no sabía cómo ayudarlo, lo único que podía hacer era estar presente y darle todo su amor confiando en que iba a ser suficiente. Por mucho que le gustaran sus días en casa, todos tenían mucho que hacer. Hussan estaba organizando a los espías de su novio que ahora tenían de base un hermoso templo en Alderaan, perdido entre sus famosas montañas. Ella ya quería abrir las puertas de los Grises, pero no podían hacerlo antes de asegurar la estación espacial. Por otro lado, Shin estuvo poniéndola al día de lo que hacían Vitti y Artemios, junto a Vatse, que quería perderse nada, en el templo de Aytraza. Habían viajado miles de veces entre Kyros-4 y Aytraza para traer todos los holocrons que habían encontrado en los antiguos archivos. Shia, Artrisa y Mirana estaban a cargo de la seguridad de Kyros-4 y habían estado ocupadas por un gran contingente de criminales que la República había perdido. Extrañaba mucho a sus padawans, pero Tori y Juna estaban ocupadas con sus misiones. Con algo de culpa, estaba mirando la sonrisa de Mara que siempre estaba encantada de tenerlos en casa. El lugar estaba repleto y su novio estaba hablando con Nam sobre algo que habían traído de Coruscant.
“Me gustan sus nuevas túnicas, Alara.” Dijo sonriente Mara mientras limpiaba un cuenco de barro.
“Ah, Shin me dio la bienvenida a los Grises.” Dijo sonriente Alara. “Es solo el sobretodo, esta túnica me la regaló hace poco…”
“Ustedes combinan por más de una razón…” Dijo con malicia la mujer.
Alara sonrió divertida mientras miraba a Shin, que ahora estaba distraído con la llegada de Cen y Deto. Con cuidado, sacó su secreto para mostrárselo a su suegra.
“Es hermoso…” Dijo en voz baja Mara. “Estoy segura de que va a estar encantado…”
“Estoy buscando el momento.” Dijo sonriente Alara.
“¿Qué dice?” Dijo Mara mientras guardaba el anillo en su caja. “No conozco ese idioma.”
“Te conoceré por siempre.” Dijo con cuidado Alara. “Está en Mando’a, el idioma de los mandalorianos. Shia me dijo la frase y me pareció perfecta.”
“Ah, es hermosa, Ali.” Dijo sonriente Mara. “¿Hablaste con tus padres?”
“Sí, me escriben seguido. Madre quiere conocerlos…” Dijo pensante Alara. “Shin me dijo que los invite, pero…”
“Puedes enviarlos con nosotros… Shin dice que son de alta sociedad, pero aquí en Bosan somos todos iguales.” Dijo sonriente Mara.
“¿Cómo está Tresha?” Preguntó al aire Alara.
“Descansando en casa. Ya falta poco…” Dijo contenta Mara.
“Qué bueno…” Dijo pensante Alara mientras miraba a su novio.
“Voy a tener nietos preciosos…” Dijo con malicia la mujer.
“Con suerte… Creo que Shin no está… No sé.” Dijo apenada Alara.
“Perdón, no era mi intención presionarte…” Dijo apenada Mara. “¿Sigue igual?”
“Hay algo que no me está diciendo, pero… a veces pienso que el problema está solo en mi cabeza.” Dijo al aire Alara mientras Mara servía un par de tazas de algo caliente.
“Ali, lo único que necesita es a ti…” Dijo sonriente Mara. “Creo que has sanado gran parte de su corazón.”
“Estúpido…” Dijo al aire Alara.
Shia entró junto a Mirana y Artrisa a la taberna. Las tres saludaron a Shin con cariño para luego acercarse a ella. Artrisa se sentó a su lado para ver pasar a Mirana, que saludó para ir al baño. Pzutiy, que estaba tan borracho como siempre, se acercó directo a la mandaloriana para intentar manosearla. Shia tomó su mano para empujarlo lejos de ella.
“Copaani mirshmure'cye, vod?” Dijo ofuscada para luego intercambiar una mirada con ella.
La mandaloriana apoyó su casco en la barra para acercarse al hombre.
“Yo sé que soy hermosa, inútil, pero no debes tocar mandalorianas sin permiso a menos que quieras perder las manos.” Agregó para cruzarse de brazos. “Vete de aquí antes de que me aburra de tu presencia.”
El pelado se marchó balbuceando algo que ninguna de ellas pudo entender.
“Gracias por no hacer un escándalo, Shia.” Dijo apenada Mara. “Su esposa lo ha abandonado y ha estado un poco… perdido.”
“No hay nada que agradecer, Mara. Esta es mi taberna favorita.” Dijo sonriente la mandaloriana. “Tu seguidor manda saludos, Alara.”
“Tú tienes mucha más personalidad para estas cosas que yo, Shia…” Dijo apenada Alara.
“Tú tienes a Shin, Ali.” Dijo jocosa Shia mientras se sentaba del otro lado de Artrisa.
“¿Lo de siempre?” Dijo divertida Mara para marcharse hacia la cocina.
Shin se acercó mientras Cen pasaba por la barra hacia la casa, saludándolas con la mano mientras levantaba algo para comer. Su novio la abrazó por detrás como tanto le gustaba.
“¿Recuerdas cuando Pzutiy te recibió en el pueblo?” Dijo al aire Shin.
“Ese día conocí a mi guardián…” Dijo divertida Alara.
“¿Cómo están? Pueden ir casa a descansar…” Dijo pensante Shin. “Solo nos falta Mirabella, tenemos que pasar por Coruscant a buscar a Uzuri y saludar a las padawans de Alara.”
“¿Qué le dijiste al borracho?” Preguntó con curiosidad Alara.
“Le preguntó si estaba buscando un golpe en la cara…” Dijo sonriente Shin.
“Buenas tardes, Shin. Todo está en orden.” Dijo con prestancia Artrisa. “Necesito una sopa y estoy lista para partir.”
Mirana se sentó a su lado para mirarlos con curiosidad.
“Arrestamos a todos los bandidos…” Dijo al aire.
“Tendrías que haber visto a Miri, alor. Estuvo corriendo a un twi’lek por tres calles esquivando basura y macetas…” Dijo jocosa Shia. “Después sacó esa lanza que tanto le gusta y partió al medio un contendor para que se rinda.”
“Buen trabajo.” Dijo sonriente Shin. “¿Les pagaron?”
“El alcalde nos tiene bien cuidadas.” Dijo al aire Shia.
“¿Por qué lo miras así?” Preguntó al aire Mirana.
“No sé, ahora se visten como una pareja también…” Dijo divertida Shia. “Son jedis raros…”
“Ahora soy una de las Grises.” Dijo sonriente Alara. “¿Shin? ¿No tienen títulos los Grises?”
“Usualmente usaban los mismos que tenían…” Dijo al aire Shin. “Creo que necesitamos alguna jerarquía… Por ahora somos todos Grises.”
“Yo quiero ser una de las Grises también.” Dijo al aire Shia. “Puedes darme algo para mi armadura…”
“Quiero que tengamos amigos dentro de la Orden, Shia… Tú serás la primera.” Dijo sonriente Shin. “Todavía no quiero pensar tan lejos, primero tenemos que proteger a la galaxia.”
“Podríamos invitar a Chup…” Dijo divertida Alara. “Quería quedarse la última vez que vino…”
“Creo que le gusta pasar tiempo con Vitti.” Dijo pensante Mirana. “Necesito una siesta…”
“Yo también…” Dijo al aire Shia mientras se sentaba.
Mara sirvió la comida mientras ellos se despedían. Alara apretó la mano de su novio para caminar hacia la estación del magtrain. La gente los veía pasar extrañados, ya que para ellos eran dos jedis caminando de la mano. Había mucha gente esperando por el tren, pero todavía falta un rato.
“Estás silencioso, Shin… ¿Estás bien?” Preguntó con cuidado.
“A veces me despierto con la sensación de que no me merezco nada de lo que me tengo…” Respondió apenado. “Hoy es uno de esos días…”
Alara se lanzó a sus brazos para apretarlo.
“Aquí está tu novia…” Dijo con cuidado. “Tienes que informar de estas cosas a tu pareja.”
“No hay mucho para hacer, preciosa…” Dijo al aire Shin. “¿Quieres meditar un rato?”
Alara se sentó en el suelo a su lado, tomando su mano con cariño para esperar a su amiga.



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Editado: 11.08.2023

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