En verdad no sabíamos cómo habíamos pasado la cordillera ni cuánto tiempo había transcurrido, pero al ver los cielos arremolinándose al sur no teníamos tiempo para dudar por lo que bajamos la montaña por una pendiente escarpada casi deslizándonos por la piedra, Kail y yo tuvimos que recostarnos en las rocas para que aquella bajada fuera menos peligrosa, pero Jikú… simplemente caminaba. La montaña era sorprendente ahora que no teníamos que atravesarla, mientras bajábamos pude observar a cientos de reptiles voladores ir y venir de sus nidos, algunos seguramente desde más allá del mar, lo que más nos asombro fue el gigantesco Roc que llegaba con un Olifante en las patas.
Tras una media hora pudimos ver el pueblo bajo la montaña, Kan Goliard o cuna de Goliardo, una ciudad en el pie de la cordillera construida alrededor del máximo templo del Superior de la roca, Una peña de gran tamaño con la forma de una punta de flecha dentada.
La ciudad era larga a comparación de Min 'del pero carecía de torres o grandes edificios, su muralla era pequeña y escarpada pero sus alrededores eran verdes y dorados por la inmensa cantidad de cultivos que rodeaban la ciudad, si supieran administrar bien sus ganancias en puros cultivos esa ciudad hubiera sido tan grandiosa como Durintar al norte, pero la gente ahí se aferraba a sus tradiciones y no querían cambiar su amada ciudad por nada aunque quienes fueran los beneficiados serían ellos.
Era una ciudad elfa como era de esperarse pero los sureños de ahí no eran como Kail ni como los de Mi´tu-ne, las mujeres vestían pequeños vestidos de tela sin pintar, algunas trabajaban en los campos o en los hogares, los varones a diferencia de los demás elfos tenían mayor musculatura, se dedicaban a perfeccionar el arte del combate que su deidad les había dejado, muy pocos pensaban en el arte o en el saber.
En palabras de todos los reyes que los elfos desérticos hubiéramos tenido “si ves un elfo desértico encontraras un buen negocio o por lo menos una buena persona. Pero si visitas Kan Goliard encontraras guerreros y granjeras”
Nosotros llegamos al mismo tiempo que otra caravana de comerciantes que llegaban del este, que querían pasar por la ciudad, usualmente en el desierto que fuera uno simplemente mostraba los permisos del gremio comercial y toda la caravana podía pasar.
Sorpresa para nosotros y para el aprendiz que presento los papeles a los guardias de armadura dorada y capa roja, ahí tenían que ganar el pase, por lo que un miembro de la escolta se enfrentaba a un guardia y si ganaba podrían pasar, de lo contrario tendrían que bordear la ciudad sin tener acceso a los ríos subterráneos.
El guardia del ejército de Decertica logro desarmar al portero y la caravana pudo pasar.
El inconveniente fue cuando nos llegó el turno a nosotros, Nikou se había llevado nuestros papeles junto con la mercancía por lo que no podíamos entrar con la caravana y eso el guardia se dio cuenta. Deteniendo nuestro paso aquel elfo que me doblaba en anchura nos amenazó con su lanza exigiendo que si no teníamos nuestro permiso tendríamos que ganárnoslo.
-Suena interesante mi amigo, ¿Por qué no lo resolvemos con un té y un amistoso juego de cartas?
La broma de Jikú solo enfureció al guardia.
-Yo lo enfrentare- dijo Kail preparando su lanza y ciñéndose la capa
Jikú puso su bastón frente a él diciendo con un tono tranquilo.
-Tranquilo Kail, no siempre tienes que pelear, hay ocasiones en las que es mejor esperar – dibujo un glifo en la arena con su báculo –tengo el permiso de mi señor y a mí me gustaría enfrentar a un guerrero de Kan Goliard como iguales ¿Qué dice señor guardia?
El guardián acepto y se puso en posición de combate, Jikú se alejó un par de pasos y le dio la espalda a su contrincante, respiró profundamente, como si se conectara con todo a su alrededor, esperando algo, algún instante o momento, su paz y su calma eran envidiables, tanto que el guardia empezó a desesperarse.
-Kail- lo llamo –recuerda, no importa que tan grande, que tan imponente sea un enemigo, ya que el ganador de una pelea no es el que tenga más poder, sino el que sabe cómo usarlo-
Kail miro al guardia ansioso por comenzar el combate, sus ojos mostraban frustración por su combate anterior, estaba ansioso de recuperar su honor ofreciéndole a su deidad una victoria digna de alguien nacido en Kan Goliard, pero tenía que esperar a que su oponente se diera vuelta para hacer el combate justo
-Lo mismo pasa con el mana- Continuo Jikú frustrando al guardia –hay quienes tienen un mana tan grande como una torre pero que no saben aprovecharlo, y otros que solo tienen el mana suficiente para vivir pero el poco mana que tienen lo aprovechan al máximo.
El guardia empezaba a desesperarse