La Legión de los Malditos

Envidia de arena

Las personas en Dehike siempre iban con ropas ligeras y de telas transparentes, eran una tierra vivaz llena de colores brillantes al igual que las pieles tostadas de las personas que vivían ahí. Las estructuras de sus viviendas eran hechas de arcilla, con gruesas paredes que absorben el constante calor y lo irradian por la noche, así manteniendo las casas frescas para sus habitantes, y las calles estaban decoradas con flores rojas que le parecieron encantadoras a la elegida. La gente al ver al grupo llegar se acercó con alegría a saludarlos, a ofrecerles bebidas y ofrecerles sombreros para protegerse del sol. 

Nyliare nunca había visitado Dehike, pero todos sus libros siempre creaban una imagen de un desolado desierto en su cabeza, una realidad que distaba mucho del hermoso panorama. 

Mientras caminaban por las calles del pueblo de Dehike, mercaderes les ofrecían joyas y dulces, comidas de apetitoso aspecto y telas llenas de bordados. Nyliare estaba asombrada y distraída por todas las cosas que captaban su interés, y Zharek solo estaba admirando las distintas expresiones que invadían el rostro de la chica mientras experimentaba con el nuevo lugar. 

Todo el grupo se mantuvo unido, hasta que fue la hora de que los demás se fueran a las posadas para encontrar habitaciones mientras Zharek y Nyliare se alejaban para reunirse con los reyes que seguramente debían estar esperandolos. 

El castillo de Dehike era diferente, en vez de altas torres que se alzaban en el firmamento, era más parecido a una extensa muralla de piedra rojiza que se extendían en forma de un semicírculo. Encerrado en la muralla, había un oásis, con una laguna que había sido direccionada en distintas corrientes para así pasar por alrededor de la vegetación que crecía en el lugar, justo al final estaba la estructura donde vivían los reyes. 

Zharek y Nyliare se dirigieron ahí, con la elegida observando todo el lugar por la extraño que era Dehike, pero en cierta forma el lugar le encantaba si ignoraba el calor que la agobiaba. Al entrar fueron recibidos por servidores del castillo con unas refrescantes bebidas que ambos agradecieron, pero al avanzar se encontraron con la reina Raissa y el rey Azahar. 

La reina parecía sobrellevada por la presencia de la elegida en su reino, por lo que de inmediato al notar a Nyliare al frente de ella, tomó la mano que tenía libre y la besó, sus intentos por pronunciar una oración en antiguo Callh por Nyliare hicieron que esta se enterneciera y agradeciera por sus bendiciones; el rey, por otro lado, solo hizo una educada reverencia para darles la bienvenida, y eso fue suficiente para ambos visitantes. Las personas en Dehike eran tan brillantes y alegres así como su sol. 

—Bienvenidos a Dehike, esperamos que su viaje haya sido grato —dijo la reina, dándole su espacio a Nyliare con una sonrisa nerviosa —La reina Akanke nos ha puesto al tanto de la situación y creemos que hay muchas razones por las que deberíamos reunirnos a charlar sobre eso. 

—Muchas gracias por su recibimiento, reina Raissa. Los Salams han sido un poco traviesos durante el viaje, pero gracias a los dioses logramos llegar a tiempo —habló Nyliare, la energía de Dehike parecía haberla contagiado, ya que estaba tan feliz de estar ahí que casi olvidó por completo la guerra —Sería oportuno que discutieramos la razón de nuestra visita, si todo resulta bien solo nos quedaremos unos pocos días. 

—Es un honor tenerla en nuestro reino, Valgt —comentó el rey, haciéndole un asentimiento a Zharek y a Nyliare para indicarles dónde podrían discutir. 

La sala donde ingresaron no poseía ni sillones ni asientos de ningún tipo, solo mullidos almohadones sobre una extensa alfombra donde todos tomar asiento al frente del otro. La sencillez de la situación hizo relajar a Nyliare, al igual de la muestra de lo abiertos y comprensivos que parecían ser los reyes. Ambos eran devotos a los dioses de una manera que pocos podrían comprender, puesto que estos aseguraban que su hija, la princesa Nura, era una bendición al infertil vientre de la reina Raissa por parte de la misma diosa de la fertilidad, Freya. 

—Aquí podremos hablar sin ser interrumpidos. La carta de la reina Akanke nos sorprendió inmensamente, desde hace semanas hemos estado escuchando rumores de todo tipo, la movilización de tropas de Shullak ha incrementado estos últimos días y el reino ha estado en tensión, temíamos que fuéramos el siguiente reino en ser dominado por el rey Klaus. Resulta que tu presencia en Nylhella los ha puesto nerviosos, se preparan para luchar ¿No es así? —interpretó con rapidez la reina Raissa, sin antes tener que explicar Nyliare. 

—Shullak ha amenazado la integridad de mi gente por mucho tiempo, y hace poco entendí que no solo Calluhn ha sufrido por la oscuridad del rey Klaus. Sé que Calldesh y Dehike han sobrevivido colaborando el uno con el otro, sin embargo, les ha sido complicado mantenerse de esa manera conforme los años; antes Calluhn era el responsable de crear arroyos y de desviar corrientes de agua a Dehike, cuando el rey Klaus tomó el control todo acuerdo entre nuestros reinos fue roto —reveló Nyliare. Los reyes de Dehike asintieron a lo dicho, sus vidas se habían dificultado desde que los Callh habían desaparecido —Tengo la intención de restablecer dichos acuerdos, pero necesito recuperar Calluhn antes de hacerlo. No podemos permitir que el rey Klaus amenace nuestros territorios; los Callh, los Nikes y los Damnare estamos listos para ir a la guerra, hemos formado un ejército que serán capaces de desafiar las tropas de Shullak, nuestras intenciones son buenas. 




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