LIAM COOPER.
Es la primera vez que escapa así sin planear nada y podría ser la última si sigue tardando en volver.
— ¿Cuánto tiempo tienes? —Pregunto agarrando su muñeca para verle el reloj.
— Cinco minutos. —Susurra— No podía quedarme de brazos cruzados sin saber que estaba pasando.
— No es suficiente.. —Desliza los dedos por mis mejillas eliminando las lágrimas.
— El tiempo que te ofrezco nunca será suficiente pero por lo menos puedo estar contigo.
— Amara..
Siento como mi hermana me da un fuerte codazo en el costado ¿Pero cómo voy a decirle algo qué puede cambiar nuestras vidas así sin más y en un momento tan delicado?
No, todavía no es el momento.
— ¿Sí? —Pregunta ella tras darse cuenta de mi repentino silencio.
— Tienes que irte.
— Si.. ya me voy.
Sale de casa precavida y sin darse media vuelta, se va.
— Hermano.
— Sofía no es el momento. —Vuelvo con mamá para consolarla.
¿Qué podría haberle dicho? ¿Mi padre ha muerto y yo te necesito por qué estoy enamorado de ti? ¡Habría sonado horrible! Yo no tengo cabeza y mucho menos corazón para ello en estos momentos.
AMARA CORTÉS.
Cuando vuelvo todo esta normal. Mi madre esperándome desesperada y mi tío aún dentro de casa esperando a que mis primas estén listas para ir a clase.
— No vuelvas a hacer esto. —Me advierte. Ella nunca antes había usado un tono de voz tan serio para hablar conmigo. Supongo que me habla desde su propia experiencia.
— Necesitaba saber si está bien.
— Si te descubren será el menor de tus problemas. Cora es la nieta favorita de tu abuelo y la molió a golpes ¿Qué piensas qué te hará a ti? —Trago saliva— Tienes que ser más cuidadosa.
— ¿Por qué parece qué estáis discutiendo? —Pregunta tío Jose nada más salir de casa. Mamá y yo nos miramos tratando de inventar una excusa.
— Amara a veces es un poco despistada y pensó que había dejado un libro importante en su habitación, después de todo el revuelo me ha dicho que se lo dejó en clase. —Excusa mi madre con facilidad.
— Amara esa cabeza. —Sonrío falsamente.
— Estoy demasiado despistada hoy.
Aitana se agarra a mi brazo y yo me despido de mi madre con la mano, casi no puedo por los estirones de brazo que Aitana me da hasta llegar al coche. Cora también nos acompaña, parece que no es broma eso de que va a retomar su vida normal.
~~
Bajamos del coche. José nos repite una a una las normas como todas las mañanas y como siempre lo ignoro por completo. Sus discursitos aburren demasiado cuando ha has escuchado la misma cantaleta por tres años.
Cora es perseguida por nuestros primos Toni y Sergio, ellos son un poco los perritos falderos del abuelo y por supuesto, no se puede confiar en ninguno.
— ¿Por qué tienes esa cara? —Me pregunta Aitana— Podrías estar alegre aunque sea un día.
— Liam acaba de perder a su padre y solamente he tenido cinco minutos para estar con él.
— Seguro que es consciente de que estas afectada, pero parecer un alma en pena no cambiará lo que ya ha pasado.
Ella me da un pellizco en cuanto gira la cabeza.
— ¡Ay! ¿Se puede saber qué haces?
— Él es Aaron. —Dice sin señalar pero si se pudiera hacer con los ojos, tendría dos flechas saliendo de ellos.— Él es el chico que vendrá esta noche a cenar a casa con sus padres.
— Entonces es el chico que preguntó por mí anoche.
— Exacto.
— Parece mayor.
— Es mayor, está en las clases superiores.
Moreno de piel, pelo oscuro, ojos claros y brillantes, alto y por lo que puedo apreciar, bastante popular. Él es Aaron.
— Habló con Sergio antes de que el abuelo fuera a preguntarle con qué intenciones preguntaba por ti.
Él nota que lo estamos mirando y me sonríe. Al principio abre los ojos sorprendido, no tenían ni idea de que estudiaba aquí ni yo de su existencia hasta ayer. Estamos en paz.
— Vamos dentro.
Aitana acelera el paso justamente cuando estoy entrando en el edificio.
— ¿Vas a decirme qué no es guapo?
— Es guapo ¿Pero y qué? —Pongo los ojos en blanco— Eso no va a cambiar lo más mínimo nada.
Me cruzo con Christian, el mejor amigo de Liam.
— Christian —Él se gira y se aparta de los demás.
— ¿Qué pasa?
— Veo que no lo sabes. El padre de Liam ha muerto.
— ¿Qué? —Pregunta y de inmediato saca el móvil— ¡No responde!
— Está muy mal.. yo no puedo consolarlo, ni acercarme, pero tú puedes estar con él.
Asiente con la cabeza. Disimulo al ver a mis primos y me ato los cordones para convencerlos de que simplemente es casualidad que estemos cerca.
Se da cuenta de lo peligroso que es para mi estar cerca de él y se marcha tras asegurarme de que irá a hacerle compañía.
••
Alguien choca conmigo.
— ¡No te quedes en medio! —Exclama Lydia, la repelente chica popular.
— Entonces pasa por otro lado —Señalo el suelo— tienes todo un pasillo para caminar.
— Mm ¿Eres?
— Amara. —Explico.
— ¿Eres nueva?
— Por dios —Suspiro— cuando no hay neuronas, no las hay.
— ¿Cómo dices?
Aitana se entromete.
— Vamos prima, no pierdas tiempo.
Tiene toda la razón, discutir con ella solo me haría perder tiempo y no me apetece perder más del que ya he perdido.