La ley de Amara

Capítulo 20

AMARA CORTÉS.

 

Me ruborizo.

 

Agacho la cabeza y él no me permite que siga avergonzándome por ello. Con los dedos me levanta la cabeza para que nuestras miradas vuelvan a estar una frente a la otra.

Aaron es todo lo contrario a lo que creía cuando mi abuelo me contó que estaba un heredado en mi. Esperaba a un imbécil, prepotente y cruel. Él me ha sorprendido para bien, mejor de lo que me gustaría.

 

— ¿Tienes algún plan o es qué eres así de verdad? —Pregunto arrancándole una amable sonrisa.

 

— Soy así. —Responde— Supongo que no se me da bien ser egoísta.

 

— Me estás pidiendo que bese a Liam. —Recalco por si no ha sido consciente de lo que acaba de decirme.

 

— Lo sé. No me respondas como si no fuera consciente de ello. —Su tono me hace fruncir el ceño. Idiota.

 

— Y tú no hables como si no te entendiera.

 

— Perdona, no sabía que tenía que hablarte como si lo hicieras. —Rio. Lo empujo y entorno los ojos.— Ahora te molestas.

 

— Pues no.

 

— ¿Y por qué esa cara entonces?

 

— Porque no tiene lógica que estes enamorado de mi y me digas que mi primer beso le pertenece a otro chico. Además ¿Cómo sabes qué es mi primer beso? —Él no deja de sonreír en ningún momento. Me encantaría tener esa habilidad tan especial de hacer ver a la gente que todo irá bien con tan solo sonreír.

 

— Solamente quiero que no te quedes con mal sabor de boca. Que no te sientas mal por no haberlo hecho en unos años y que vivas el primer amor con la intensidad que todos merecemos. —Cruzo los brazos aún más confusa. Esto sigue sin tener sentido.

 

— ¿Y no te dolerá? —Es la pregunta que más me ha costado hacerle hasta ahora.

 

— Yo no he dicho que no me duela. —Contesta— Pero yo tuve el privilegio de vivir experiencias con mi amor —Señala el árbol— y tú no puedes quedarte sin la experiencia.

 

— Te arriesgas a mucho haciendo esto.

 

— Ya estás enamorada de él Amara, créeme que no me arriesgo a nada más que perderte definitivamente.

 

Nada más. Algo sin importancia.

 

— En cierto modo nunca te he tenido. Puedo soportar perder lo poco que tengo de ti ahora.

 

Claro.. de amor nadie muere. Él no murió.

 

Extiende la mano abierta para que se la coja. Antes me lo habría pensado pero ahora creo que puedo confiar en él.

 

— Vamos. —Estira de mi.

 

Regresamos a la fiesta. Él esta vez no se queda a un lado bebiendo copas, se queda a mi lado.

 

— Aaron ¿Por qué no nos cantas algo? —Pregunta su tía ofreciéndole la oportunidad de tocar también la guitarra.

 

— No me avergüences. —Le dice bromeando.

 

— Me has traído aquí para pasarlo bien ¿No es así? No podré pasarla bien si tú no me enseñas el talento oculto que tienes.

 

— Entonces tú me tienes que dar algo a cambio.

 

— No volverás a acercar tus labios a mi rostro. —Le digo en voz baja.

 

— ¿Y si aceptas venir conmigo al baile? —Trago saliva.

 

¿Baile?

 

Lo había olvidado.

 

— Mm, tú canta, tal vez me lo piense mientras lo haces.

 

— ¿Tendrás una respuesta cuando acabé?

 

— Si.

 

Bebe un poco de agua, pone la guitarra sobre sus piernas y me sonríe poco antes de bajar la mirada para concentrarse en la melodía.

Hinco los codos sobre mis rodillas y poso la cabeza sobre mis manos para observarlo. Entonces empieza a cantar, reconozco esa canción; David Barrull "Dos enamorados". Es una de mis favoritas ¿Será qué lo sabe?

 

La canta con tanto sentimiento que consigue poner mi piel de gallina. De vez en cuando me regala una de sus sonrisas desatando mi timidez.

 

Aaron, eres una caja de sorpresas.

 

LIAM COOPER.

 

He estado toda la tarde ignorando los mensajes de Lydia, ya sé que no puedo seguir evadiéndola todo él día y que merece una respuesta.

 

MENSAJE:

 

¿Cuándo quieres qué nos veamos?

 

Minutos más tarde.

 

MENSAJE L:

 

Puedo en media hora ¿Te parece bien?

 

MENSAJE:

 

Si, avísame.

 

Dejo el móvil sobre la cama.

 

— Hola. —Saluda Sofía entrando.

 

— Hola.

 

— ¿Qué pasa?

 

— Pasa que no sé si he tomado la mejor decisión. Mi cabeza asegura que si pero mi corazón definitivamente me odia.

 

— ¿Te refieres a Amara?

 

— Nadie más podría hacerme daño. —Encojo los hombros— Y ya sé que no sabe de mis sentimientos, que no me ha hecho daño conscientemente pero.. siento que si.

 

— ¿Y qué quieres hacer ahora? Puedes buscarla.

 

— Quiero buscarla ¿Pero serviría de algo?

 

— Puede que si o puede que no. —Pasa el dedo por mi mejilla. — No puedo saber qué piensa esa chica y tampoco cuáles son sus sentimientos, pero los que si conozco son los tuyos y mientras la tengas en el corazón, no vas a continuar.

 

— Ya lo sé.

 

— ¿De verdad estás dispuesto a dejarla con Aaron así de fácil? —Pregunta con el ceño fruncido.

 

— Él es su novio.

 

— Te dijo que no lo amaba ¿No lo escuchaste? Parecía como si ella en realidad te quisiera a ti.

 

— No digas tonterías. —Suspiro— Ella eligió.

 

— Tampoco la dejaste explicarse.

 

— ¿Había algo qué explicar?

 

— Posiblemente.

 

Abro el armario.

 

— Voy a quedar con Lydia y no pienso cambiar de opinión.

 

— Estas dejándote cegar por un dolor completamente distinto. Ya sé que la muerte de papá nos tiene consternados, confusos y con los sentimientos intensificados, pero Amara no tiene culpa de su muerte y tampoco tiene culpa de no poder estar cerca de ti.



#4042 en Novela romántica
#449 en Thriller
#157 en Suspenso

En el texto hay: romance, drama, ley gitana

Editado: 15.06.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.