La ley de Amara

Capítulo 23

AMARA CORTÉS.

 

Estudio hasta quedarme dormida encima del escritorio.

A la mañana siguiente me despierta el horrible sonido del despertador. Me doy una ducha rápida, me tapo un poco las orejas y bajo a desayunar.

 

— ¿Todo bien hija? —Pregunta mi madre preocupada.

 

— Todo está bien mamá, no tienes de qué preocuparte. —Respondo fingiendo felicidad.

 

Desayuno bajo la mirada de mi abuelo. Quiere preguntarme pero por primera vez no hace ni dice nada que me haga levantarme de la mesa e irme. Solo me mira esperando que yo tome la iniciativa y le cuente que me esta pasando.

 

— Tío José ¿Tardarás mucho en salir?

 

— No, enseguida salgo y os llevo a clase.

 

Me despido de mi madre y salgo al porche para tomar un poco el aire. No por la incomodidad, si no porque se me ha hecho costumbre sentarme todas las mañanas y respirar aire fresco antes de enfrentarme a un día duro.

De nuevo veo aparecer el coche de Lydia y acto seguido veo salir a Liam vestido como los chicos populares del centro. Con su chaqueta de baloncesto color azul con el nombre de nuestra universidad.

 

— Te encanta hacerte daño a ti misma ¿No es así? —Pregunta Aitana— Deja de mirarles.

 

— No puedo dejar de mirar lo que a mi me gustaría tener. —Susurro.— Pero tienes razón, tengo que actuar como si nada.

 

Tío José tarda poco en salir. Él nos lleva como todas las mañanas a clase y nos habla sobre como vivió él su boda. Cuando llegamos me cuesta bajarme del coche, solo quiero respirar un par de minutos y pensar que todo lo que pase ahora, pronto solo será un triste recuerdo.

 

Aitana me saca del coche a rastras, arregla mi pelo y me obliga a entrar. Todos parecen murmurar algo, no sé qué, pero lo murmuran. Juraría que todos hablan de lo mismo.

 

— ¡Ahí están! —Exclama uno de los chicos populares del grupo de Lydia.

 

Giro la cabeza.

 

Liam está entrando con Lydia agarrada de la mano. Mi corazón se rompe. No doy crédito a lo que estoy viendo.

 

— Amara vamos. —Insiste Aitana— No tenemos nada que ver.

 

Él sonríe, habla con los populares y no suelta la mano de Lydia. Era eso lo que todos susurraban, Lydia al fin ha conseguido lo que quería, que Liam acepte ser su novio.

 

— T..t.. tengo que ir al baño.

 

Acelero el paso pasando por delante del grupo y entro al baño donde me encierro. Me siento en la taza del retrete y lloro por lo que acabo de ver ¿En qué momento ha cambiado tanto? No hay excusa para lo que está haciendo. Él nunca ha sido así, jamás se ha comportado como uno de ellos y ahora actúa exactamente igual ¡Qué está pasando! Parece como si estuviera viviendo en una realidad paralela a la mía.

 

Escucho la puerta, alguien ha entrado.

 

— Aitana no es el momento. —Digo con la voz rota.

 

— No soy Aitana.

 

¿Aaron?

 

—Sigue sin ser el momento. —Cierro el pestillo— Este es el baño de chicas y no deberías estar aquí.

 

— Lo sé, como entre la profesora Graciela me va a dar una patada en el culo por tu culpa.

 

— ¿Cómo sabes siempre dónde estoy? ¡Deja de espiarme!

 

— ¡A la! Que egocéntrica —Ríe— tu prima me ha enviado un mensaje, tengo la prueba.

 

— Voy a matar a esa cotilla.

 

— No voy a preguntar que te pasa ¿Vale? Solo he venido a darte algo que quiero que lleves durante el partido —Me pongo en pie algo curiosa— porque no te has arrepentido ¿Verdad?

 

— No, iré.

 

— Entonces te la dejo en la puerta y después me dices si te gusta.

 

— Vale.

 

— Nadie merece tus lágrimas. —Murmura.

 

Poso la cabeza en la puerta. Que fácil es decirlo.

 

Cuando abro la puerta él no está. Bajo la cabeza, en el suelo su chaqueta deportiva

 

¿En serio Aaron? Que original eres.

 

Me lavo la cara para eliminar el rastro de lágrimas, apoyo las manos en el lavabo, cojo aire y me lleno de valentía para hacer como si nada me estuviera matando.

Llevo la chaqueta de Aaron sobre el brazo ¿Qué intenta con esto? No entiendo nada.

 

— Perdóname —Me susurra Aitana.

 

— No sigas metiéndote en mis cosas ¿Qué te hace pensar qué necesito a Aaron todo el tiempo?

 

— Pensé en él porque cuando está cerca de ti no estás triste. —Confiesa dejándome confusa.— Sonríes todo el tiempo con sus ocurrencias, sabe como hacerte olvidar a Liam.

 

Tras unos segundos parada en medio del pasillo, la miro.

 

— No digas tonterías.

 

LIAM COOPER.

 

Amara pasa por delante. En su brazo tiene la chaqueta de Aaron. Los jugadores del grado superior tienen la chaqueta naranja, por eso puedo diferenciarla.

 

— El sábado es el cumpleaños de Marco. —Me dice Lydia— ¿Iremos?

 

— Si claro. —Sonrío— Podemos ir donde quieras.

 

— Eres encantador. —Me da un beso— Después mi hermano juega un partido muy importante ¿Vienes conmigo?

 

— ¿Tu hermano juega con él equipo de Aaron?

 

— Contra ellos —Pasa el dedo por mi mejilla— seguro que les dan una paliza.

 

Entrelaza nuestros dedos y me lleva hasta clase. Lamentablemente la misma clase en la que Amara se encuentra.

Toca su pelo varias veces, significa que está nerviosa por tenerme en la misma clase. No deja el bolígrafo quieto e incluso lo muerde varias veces, eso lo hace cuando quiere hacer algo pero no tiene la valentía suficiente para hacerlo.

Me fijo en su silla, en ella tiene la chaqueta de Aaron colgada, parece que es más importante de lo que ella asegura ¿Por qué me miente? Odio que siga mintiéndome después de todo. Antes tenía dudas, ahora sin embargo estoy seguro de que le importa más de lo que dice.



#3982 en Novela romántica
#446 en Thriller
#154 en Suspenso

En el texto hay: romance, drama, ley gitana

Editado: 15.06.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.