AMARA CORTÉS.
Me he dado cuenta de un error que he estado cometiendo con él. Lo juzgué sin conocerlo, quise creer que era la peor persona del mundo solamente porque habló de sus sentimientos con mi abuelo, de verdad pensaba que era una persona horrible... y ahora no quiero llevarme un chasco con él.
— Tu silencio ¿Es por algo? —Pregunta al parecer en voz baja.
— No —Respondo sin pensarlo— estaba pensando en algo que creía hace apenas unos días.
— ¿Qué creías? —Llevo el dedo hasta mis labios. Estoy nerviosa. — Ya sé, lo peor de mí.
— Si. Apareciste de nada cuando Liam y yo todavía nos veíamos a escondidas, flipé —Confieso— pensaba que todo era un plan de mi abuelo para casarme lo antes posible.
— Tu abuelo quería casarte lo antes posible, yo, no quería ni quiero obligarte a hacerlo. —Confiesa él delatando las intenciones de mi abuelo— Mi padre idolatra a tu abuelo y sus intenciones eran que nos comprometiéramos esa noche, pero yo me negué en el coche ¡Era absurdo! Solo somos unos jóvenes.
— ¿Entonces tu padre se parece a mi abuelo?
— Es su padrino, claro que se parece. Mi hermana pasó cosas horribles por su culpa.
— No tenia ni idea de que tuvieras una hermana ¿Por qué nunca hablas de ella?
— Por costumbre, supongo. Ella se reveló y ahora vive con mi abuelo.
— Oh.. tu abuelo es muy amable.
— Mi abuelo es increíble, a mi también me gustaría vivir con él, aunque ya casi lo estoy.
Cambio la posición buscando una más cómoda.
Me pongo boca abajo.
— Según me contó, nunca existieron las reglas y normas que mi abuelo nos ha estado inculcando todo este tiempo. Él las inventó.
— Le ocurrió algo, tu abuela, creo. —Muevo la cabeza— ¿No sabes nada?
— Si, algo sé.
Tocan a la puerta.
— Tengo que colgarte, nos vemos mañana ¿Vale?
— No me has respondido ¿Vendrás al baile conmigo? —Sonrío.
— Hasta mañana.
— Vale.. —Susurra resignado— hasta mañana.
Cuelgo la llamada. La persona que hace un momento ha tocado mi puerta sigue insistiendo y yo no tengo más opciones que abrir la puerta.
— Mamá. —Abro la puerta al completo para que pueda pasar. — ¿Por qué tanta insistencia?
— Quiero que me cuentes que te pasa —Cierra la puerta— dime qué pasa.
— Creo que ya sabes lo que me pasa. Lo doy por hecho.
— ¿El chico? —Pregunta bastante bajo. Teme que alguien se entere de esto.
— Siempre.
— Supongo que no quieres hablar de él ¿Cierto? —Confirmo con la cabeza.
Me siento en la cama.
— Lo único que quiero es seguir con mi vida, él lo está haciendo ¿Por qué yo no puedo hacerlo? Hace que parezca tan fácil.
— Las personas tenemos diferentes maneras de esconder nuestro dolor —Susurra tocándome la cabeza— algunas lo tienen tan dentro que las corta y otras.. simplemente aprenden a resignarse.
— A mi me está cortando.
— Y él se ha resignado.
LIAM COOPER.
Lydia se viste a los pies de la cama. Yo permanezco en ella mirando al techo.
— ¿Sabes? He oído que irá con Aaron al baile.
— Yo también lo he oído.
— Es lógico, es su novio ¿No? No podría ir con nadie más.
— Llegué a pensar que podría ser yo quien la acompañara.
— Tu vida es diferente ahora —Me da un beso— ¿Te gusta o te disgusta?
Sonrío.
— Me gusta. Nunca pensé en la popularidad de esta manera.
— Porque nunca te atreviste a dar el paso y acabar con la amistad que estaba aislándote del mundo. —La miro. No me gusta nada que hable así de algo que significó mucho en mi vida— Ya sé, entiendo, tu primer amor, bla, bla ¿Y qué? Ya no importa. El amor se rompe, se construye y se vuelve a romper.
— La muerte de mi padre ha cambiado mucho mi vida. —Lydia gatea hasta quedarse encima de mi. — Te he conocido mejor, antes solo creía que eras una estirada.
— ¿Y qué soy?
— No eres tan estirada. —Reímos— No eres como creía.
— Esto solo acaba de empezar. Deja salir de ti lo poco que queda del anterior Liam y todo lo que sentía. —Susurra. — Puedes hacerlo.
— Puedo hacerlo.
AMARA CORTÉS.
9:30 pm.
No puedo concentrarme. Tengo que estudiar para los últimos exámenes y no puedo concentrarme.
— ¡Amara! —Exclama Aitana.
— ¿¡Tiene qué ser ahora!? —Grito— ¡Estoy estudiando!
— ¡Aaron está aquí!
¿Aaron?
Dejo todos los libros abiertos y bajo.
— ¿No se supone qué deberías estar en reposo por el golpe? —Pregunto con un tono de madre insoportable.
— Si, pero como los dos tenemos que estudiar para los últimos exámenes, he pensado que en cuatro paredes se nos hará más complicado.
— Puedo adivinar quién te ha contado que estaba estudiando. —Acuso a Aitana con la mirada.
— Amara —Mete las manos en sus bolsillos— te veo todos los días en la biblioteca ¿Crees qué no sé qué llevas fatal las matemáticas?
— ¿Es qué estás en todos lados? ¿Tienes cámaras?
— Coges tus cosas, te han dado permiso para venir conmigo.
— ¡Son casi las diez! ¿Dónde quieres ir a estudiar?
— Vamos.
Accedo porque si no lo hago me lo estará recordando de por vida. Cojo mis cosas y me voy con él.