AMARA CORTÉS.
Liam se queda callado en cuanto lo digo. No lo he hecho para hacerle daño y muchísimo menos para que sigamos discutiendo. Estaba dando por hecho que Aaron me hace daño cuando el único que me causa dolor es él.
— Es mejor que te vayas Liam. —Le digo en voz baja para evitar cualquier percance con mi familia.— Si nos descubren discutiendo por esto pensarán cosas falsas.
— ¿Cómo cuáles? —Pregunta haciéndome notar su mal humor— ¿Qué podrían pensar si nos ven juntos?
Aaron pese a todo se mantiene callado y permite a Liam discutir cuanto quiera sin interponerse en nada. Solo me mira esperando que yo le dé la palabra, pero es mejor que se mantenga al margen aunque realmente no lo esté.
— Nadie puede ser tan comprensivo.
— Aaron me respeta y acepta cada una de mis decisiones. Puedo hasta decir que confía en mí más de lo que tú has demostrado hacerlo. —Lleva las manos hasta su cabeza— Tú te rendiste a la primera de cambio y utilizaste como excusa a Aaron.
— Desde que él ha llegado a tu vida todo es diferente ¿No lo ves? —Asegura señalándolo— Nos hemos alejado.
— Nos hemos alejado porque tú así lo quisiste ¿O lo has olvidado? Aaron ni siquiera era parte de mi vida cuando ¡Tú! Decidiste romper nuestra amistad y dejar de hablarme. En ese momento Aaron solamente era la tapadera para escondernos y tú no lo quisiste ver. Preferiste inventar una historia solo para alejarnos.
Liam quiere tener la razón hasta cuando no la tiene. Es tan terco que necesita que las personas cometan errores tal y como él los predice, porque es incapaz de aceptar los suyos propios y duele porque se lo perdonaría todo si supiera ver sus errores.
— Aaron, es mejor que nos veamos mañana ¿Vale? —Él me mira un segundo y asiente con la cabeza. Es mejor que evitemos cualquier tipo de problemas.
— Si, tienes razón. —Sonríe brevemente.
— ¿Ahora ya no? —Pregunta Liam dejándome confusa.— ¿Ya no es una simple tapadera?
— No.
— ¿Y qué significa para ti?
— Es importante para mí porque se ha ganado serlo. —Contesto sin pensar demasiado.— Igual que tú te lo ganaste un día.
— ¡Amara! —Exclama mi madre— Entra en este momento.
Liam se aleja. Mi madre agarra mi brazo y estira de mi hasta que entramos en casa. Su actitud cada vez me sorprende más, es como si mi abuelo la hubiera abducido, casi es irreconocible.
Me obliga a entrar en mi habitación y cierra la puerta a su espalda, lo hace sigilosamente.
— ¿Qué te pasa? —Pregunta enfadada— ¿Acaso no piensas en las consecuencias?
— No es mi culpa. —Respondo— No he planeado nada de lo que has visto fuera.
— Puedes perder mucho si tu abuelo se entera de todo. —Dice y entiendo perfectamente su lógica— Si se entera que en ningún momento has estado enamorada de Aaron y que lo estás de Liam, perderás mucho y no te permitirá ver a Aaron nunca más.
— Lo sé. Deja de comportarte como él.
Sujeta mi cara.
— Tengo miedo por lo que pueda hacerte si se entera de que has estado mintiéndole en la cara. Viste con tus ojos lo que ocurrió con Cora.
Me siento en el centro de la cama y cruzo las piernas. Sé que tiene razón pero no puedo evitar algo que ni siquiera sabía que iba a pasar ¿Cómo voy a imaginarme qué Liam haría una escena? Es imposible saber lo que hará porque es impredecible.
— Cariño —Acaricia mi rostro— tu abuelo, tu tío, tus tías, todos esperan de ti una traición, algo con lo que poder castigarte.
— ¿Por lo qué pasó con papá y tú?
— Porque no estás criada bajo sus leyes, porque teme tu rebeldía y porque necesita que le des un solo motivo para desahogar en ti lo que no puedo con tu padre. —Bajo la cabeza— ¿Ahora me entiendes?
— Si.
Me cubre con sus brazos. Es el sitio más seguro que conozco. Antes solía hacerlo mi padre y con ese simple detalle era feliz. Desearía tenerlo aquí y que me diera uno de sus consejos para entender que está pasando conmigo y así quizás sabría que hacer.
LIAM COOPER.
Mi hermana observa de cerca la explosión de mi enfado. Me mira con un: "te lo dije" dibujado en los ojos.
— Deja de mirarme así.
— Liam, te he apoyado en todo lo que has hecho pero he visto pocas cosas correctas en todo lo que has estado haciendo.
— Tú querías que me diera la oportunidad con Lydia. —Acuso para liberar mi propia culpa.
— Si, quería porque estar encerrado en una habitación mirando a alguien que no es para ti, te estaba rompiendo.
— ¿Y por qué me miras así?
— Porque nunca te dije que le hicieras daño y que la despreciaras de la manera en la que lo has hecho. —Me siento en el escritorio y me cubro la cabeza con las manos.
— No me arrepiento de permitir que mi vida de un cambio como el que ha dado. Me arrepiento de haberla perdido a ella pero no de lo que tengo.
— Tienes. —Ríe— Tienes popularidad, tienes una novia bonita, popular y unos amigos en la edad de la estupidez. Todo lo que un adolescente desea.
— El cambió me cegó.
— También lo hizo el dolor ¿No?
— Si.
— ¿Ahora qué ocurre? —Pregunta apoyándose en la mesa.
— Él está en medio.
— Yo no lo he visto en medio. —Dice.— Te he visto a ti tratando de encontrar algo malo en él.
— Porque no puedo odiarlo, porque es buena persona y ni siquiera intenta que Amara deje de hablar conmigo. —Sofía mueve la cabeza— ¿Existen las personas así?