La ley de Amara

Capítulo 42

AMARA CORTÉS.

 

Nuestros labios permanecen juntos en un beso apasionado. Él aún sujetando mi cintura y yo todavía agarrándole el rostro. La verdad es que no tengo intención de arrepentirme de esto porque lo quería. No podía ser otra persona, nadie más merecía ser el dueño de mi primer beso más que él.

Separamos los labios pero seguimos muy cerca el uno del otro. Aaron me mira esperando algo, tal vez un arrepentimiento por mi parte o una huida cobarde ¿Pero por qué tengo qué huir? Ni siquiera me lo he planteado. Fijo los ojos en sus ojos con un temblor que nunca antes había experimentado y una sensación en el pecho que puedo jurar que es adrenalina, una emoción nueva para mí y un sentimiento que nunca antes he sentido. No sé como manejar la situación y tampoco que decir al respecto, así que pienso en actuar de una manera normal ¿Por qué? Porque no solo es mi primer beso, también es con la persona que se ha ganado a pulso ser el primero. Es una persona increíble.

 

— Amara. —Dice en un susurro cortado por el aceleramiento de su respiración.

 

— Te dije que lo quería. —Le recuerdo arrancándole una sonrisa nerviosa. Me alegra haberle quitado los malos pensamientos por un momento.

 

— Y yo te dije que no podías besarme aún.

 

— Soy una desobediente.

 

Deja algunas caricias en mi rostro con los nudillos de una manera hermosa. Me hace gracia, parece que en vez de ser mi primer beso, es el suyo por la manera en la que trata de evadir mis ojos, sería curioso, pero no, él ya tuvo su primeras veces hace tiempo. Mis manos trepan hasta cogerle la corbata y ponérsela bien.

 

— Ven.

 

— ¿Dónde? —Pregunta mirando la puerta del baile— No es justo que por mi culpa huyamos del baile.

 

— ¿Bromeas? En ese baile solo hay idiotas, ellos estropearían la noche.

 

Lo cojo de la mano y estiro de él pero me da un tirón para detenerme a lo que yo respondo mirándolo sonriente. Muevo la cabeza y encojo los hombros. Creo que quiere decirme algo pero no se atreve ¡Idiota! Respondería cualquier pregunta en este momento, así fuera la más incómoda del mundo.

 

— No te quedes ahí parado. —Insisto— No quiero volver allí.

 

— Entonces te perseguiré.

 

— No tienes otra opción.

 

Como ha dicho, me persigue sin soltar mi mano hasta el recinto de la piscina. Aquí tendremos privacidad y podremos hablar sin interrupciones, sobre todo porque conozco a Liam y sé que después de lo que hizo la otra noche es capaz de hacerle daño a Aaron utilizando lo que ahora sabe de su vida gracias a los imbéciles de sus amigos.

Me descalzo, remango el vestido y meto los pies en el agua, Aaron hace lo mismo para sentarse a mi lado.

 

— ¿Puedo hacerte una pregunta?

 

— Si. —Contesto— La que quieras.

 

— ¿Ha sido por lástima? —Pregunta y no puedo evitar reírme de él por hacer una pregunta tan absurda. No comprende porqué me estoy riendo pero si acaba riendo también.

 

Lo salpico.

 

— No siento lástima por ti Aaron Martínez.

 

— Me has besado.

 

— Efectivamente —Giro hacia él cruzando las piernas. — Te he besado.

 

— Vale, solo era para confirmarlo. —Rio.

 

— Eres un idiota. —Resoplo.

 

— Solo una última pregunta y te prometo que me callo.

 

— Suéltalo de una vez.

 

— ¿Ahora si te gustan mis labios? —Pregunta provocándome una risa alta e incontrolable que me deja sin respiración.

 

Vuelvo a salpicarlo y recibo lo mismo por su parte. Es tan fascinante la manera en la que actúa y consigue hacerme reír.

 

— Aaron —Me avergüenzo muchísimo después de conseguir recuperar el oxígeno. — Tus labios siempre han sido bonitos.

 

— Veo que siempre te has fijado, menos mal ¡Imagínate qué tu primer beso es un chasco!

 

— Mi primer beso. —Le digo y su sonrisa poco a poco se desvanece pero permanece la sensación hermosa que crea al sonreír.

 

— Estas guapísima. —Halaga sin venir a cuento pero se agradece que alguien te mire como él lo hace y que encima te diga cosas así.

 

— Cambias rápido de conversación.

 

— No quiero que lo olvides.

 

— ¿Qué estoy guapa? En cuanto me quite todo esto lo olvidaré. —Bromeo y hace un ruido para negar lo que digo con la boca.

 

— Eres.

 

— Somos.

 

— ¿Qué? —Pregunta con una expresión en el rostro entre graciosa y adictiva, podría estar pidiéndole que ponga esa cara eternamente.

 

— No pensarás que tú puedes estar halagándome y yo no voy a estar diciéndote que estás buenísimo ¿Verdad?

 

— Oye, oye —Con las manos abiertas pide calma— no quiero que acabes golpeándome por llevarte la contraria.

 

— No soy agresiva ¿Qué te has creído?

 

— Admite que a veces lo eres.

 

Le doy un empujón haciéndolo caer accidentalmente al agua. Su boca se abre y tras sumergirse aparece delante de mí, mirándome, sonriéndome y por supuesto avisándome de que no se quedará así. Creo que acabo de sentenciar el precioso vestido que me ha regalado.  Pone las manos en mi cintura y sin importar mi resistencia acabo metida en el agua con él.

 

— ¡Aaron el maquillaje!

 

— ¡Dios, Lydia te ha poseído! ¡Sal de ese cuerpo engendro presumido! —Sube el tono de la voz.

 

Es demasiado tarde para pensar en el maquillaje y mucho más para pensar en el vestido. Sus manos siguen en mi cintura y no tiene ninguna intención de quitármelas de encima. A traición consigue meterme la cabeza bajo el agua.

 

— ¡Te odio!

 

Las sonrisas de ambos parecen cosidas e incluso mientras nos miramos en silencio permanecen ahí, en el rostro de cada uno.



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En el texto hay: romance, drama, ley gitana

Editado: 15.06.2023

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