AARON MARTÍNEZ.
Llego a casa. Mi hermana espera sobre mi cama viendo fotos de cuando éramos pequeños y de vez en cuando nos quedábamos meses en casa del abuelo. Cuando me ve entrar, de forma inmediata sonríe al verme sonreír a mí.
— ¿Y? —Pregunta cruzándose de brazos.
Deshago el nudo de la corbata, la dejo sobre la cama y me echo de espaldas en ella sin poder dejar de sonreír. Graciela me golpea el pecho una y otra vez con el dedo buscándome el punto débil para decirle todo lo que ha pasado. De pequeño me hacía cosquillas para conocer la verdad de cada trastada que hacía.
— ¡Dime!
Cojo aire, abro los ojos tras tenerlos unos segundos cerrados y la miro.
— Me ha besado. —Le cuento y da un salto en la cama mostrando la felicidad que siente por mí y un enorme "te lo dije" se dibuja en sus ojos. — Todavía tengo esperanza.
— Te dije que no podías rendirte.
— ¿Y si solo lo ha hecho para hacerme sentir mejor? —Pregunto bajándome el ánimo. Me siento y suelto un suspiro. — Sabes lo que pasó con papá y esta noche todos hablaban sobre mí. Tal vez ella sintió que para animarme sólo tenía que besarme y lo hizo porque no tenía otro remedio.
— ¿Era su primer beso?
— Si. —Sonrío de tan solo recordarlo— He estado evitándolo desde que nos conocimos, no quería que su primer beso fuera conmigo porque no me quiere y no quería ser solo un beso más de esos que se dan sin amor.
— Aaron —Golpea mi nuca— nadie da su primer beso a alguien que no le gusta y debes gustarle mucho para decidir que eras tú y no el chico del que dices que está enamorada.
— Digo no, lo está. Deberías verla.
— ¿Ya estás bajándote la moral? ¡Odio qué lo hagas! Como sigas hablando de ti como si fueras inferior a todo el mundo voy a enfadarme muchísimo ¿Te has visto en un espejo? Te juro que detesto admitir que feto, enano e irritante de mi hermano es guapo.
Rio. Sé lo que le cuesta decirme algo bonito. Desde que éramos pequeños siempre ha estado metiéndose conmigo y diciéndome que era un enano insoportable, pero nunca me ha dejado solo en ninguna de mis decisiones. Ella me apoyó cuando decidí que quería dedicarme al baloncesto y mi padre se negaba a aceptarlo.
— Voy a llamarla.
Me pongo en pie. Saco el móvil y cuando me dispongo a llamarla me detengo. No quiero agobiarla ni hacerla sentir incómoda, prefiero que sea ella quien me llame si lo necesita, por el momento y hasta mañana es mejor que la deje pensar en lo que ha ocurrido entre nosotros esta noche.
— Duérmete, mañana tienes clase. —Deja un beso en mi cabeza— Y yo tengo que trabajar.
— Buenas noches.
Vuelvo a tumbarme en la cama, deslizo los dedos por mis labios y me siento feliz. Hacía mucho tiempo que no sentía algo así con un beso. Amara es especial y desde el primer momento que la vi lo supe, tuve claro que no me rendiría hasta conseguir meterme en su corazón. Cierro los ojos dejándome llevar por el sueño y me quedo profundamente dormido con el traje puesto.
— Aaron —Abro los ojos de nuevo al escuchar la voz de mi hermana— quítate ese traje mojado, ni siquiera preguntaré porqué esta mojado pero me interesa mucho saberlo.
Rio.
— Decidimos darnos un baño en la piscina.
— Vaya, por lo menos teníais la ropa puesta. —Abro un ojo— Quítatelo antes de que pilles una pulmonía.
— Que si.
Bostezo. Me cambio de ropa y por fin puedo recuperar mi sueño.
~~~~~~
6:30 am.
Me doy un baño.
Desayuno mientras veo las noticias y miro el móvil. Graciela se levanta bostezando, me sonríe y apoya las manos sobre la mesa. Va a decir algo, la conozco, sé que por su cabeza están pasando mil cosas y desde muy temprano.
— Nunca te levantas tan temprano.
— Tengo clase ¿Recuerdas?
— Si, recuerdo, pero tú sueles saltarte la primera. —Muevo la cabeza— Lo haces siempre y después recuperas las horas cuando deberías estar desayunando.
— Hoy quiero llegar temprano.
— Hoy quieres ver antes a Amara.
— Si, quiero verla.
Tiempo después, los dos nos marchamos. Conduzco hasta la universidad y entro para hacer algo de tiempo hasta la primera clase. Entro en la biblioteca y termino un trabajo pendiente del que me había olvidado por completo.
Me doy cuenta de que soy el espectáculo de todo el que entra porque no dejan de cuchichear y reír.
— Aaron, tío. —Dice Pablo sentándose a mi lado— Ayer desapareciste.
— Me fui con Amara.
— Siento mucho todo lo que pasó en la fiesta, sabes que son unos imbéciles pero si quieres podemos enfrentarlos y hacer que dejen de hablar de ti.
— No hace faltas, que hablen todo lo que quieran, ya no voy a fingir ser quien no soy.
— Yo siempre he sabido sobre tu vida y nunca he pensado nada malo de ti. Aquí me tendrás siempre ¿Lo sabes?
— Claro que lo sé, eres mi mejor amigo, como un hermano para mí y sé que no me abandonarás por nada del mundo.
Pone la mano en mi hombro y sonríe.
— Ahora vamos a salir ahí y vas a demostrar que lo que digan te trae sin cuidado.
— Vamos.
Salimos de la biblioteca, todos me miran, sobre todo Liam que no deja de hablar con Lydia mientras lo hace. Él y yo tenemos un conflicto, siempre vamos a tenerlo.
— Aaron. —Giro la cabeza— Pensábamos que no vendrías.
— Lydia, buenos días.
— Ignorar tu realidad no sirve de nada.