La ley de Amara

Capítulo 46

AMARA CORTÉS.

 

Aaron ha sido capaz de hablar con Liam para poder verme. Es sorprendente todo lo que es capaz de hacer por mí. Pensaba que me dejaría y que se rendiría al saber que mi abuelo se opone a que volvamos vernos... Sin embargo está demostrando que no es así.

Tal vez estoy tan acostumbrada a que no luchen por mí que cuando alguien lo hace no sé que decir.

 

— Hija, come algo. —Suplica mi madre entrando con una bandeja— No puedes hacerte daño a ti misma.

 

— ¿Y qué debo hacer mamá? ¿Sentarme y esperar a qué mi vida pase? —Pregunto alzando la voz. Me da igual que me escuchen. — Mi abuelo quiere destrozarme la vida.

 

— Mi niña... —Trata de tocarme la cara y yo me aparto dando un paso atrás.

 

— ¿Quién se lo ha contado? —Hago notar la rabia que siento en el tono de mi voz. — ¡Dime!

 

— No es exactamente como piensas hija, fue un accidente. Tus primas estaban hablando de tus sentimientos y cuando pronunciaron el nombre de ese chico tu abuelo las escuchó. —Mi cuerpo cae en la cama haciendo que me siente en ella— Ellas no querían que pasara esto.

 

— No debieron hablar sobre mí y mucho menos de Liam. —No puedo evitar que empiecen a salir lágrimas de mis ojos— ¿Ahora qué voy a hacer?

 

— Ser fuerte —Coge mis manos y me mira trasmitiéndome calma— todo va a solucionarse en su debido momento.

 

— Nada se solucionará, lo he perdido todo.

 

— Pero realmente no estabas viéndote con ese chico ¿O si? —Respondo negándolo con la cabeza. — ¿Entonces? ¿Qué pasa?

 

— No quiero que la felicidad vuelva a escapar de entre mis dedos. Quiero seguir sintiéndome feliz. —Levanta mi cabeza. — No lo entenderías mamá.

 

— Creo que si.

 

No, no lo entendería por mucho que quisiera. No lo harás mientras yo no lo entienda. Es algo que no sé explicar y tampoco sé cuáles son realmente mis sentimientos. Solo sé que no quiero dejar de estar cerca de Aaron y que me duele saber que voy a tener que tenerlo lejos para siempre.

 

— No voy a presionarte mi pequeña. —Le evado la mirada. Pasa la mano por mi cabeza y yo suspiro entristecida.

 

Golpean la puerta. Mi abuelo ordena que me deje sola y encerrada de nuevo. No soporta verme en paz unos minutos, solo le interesa hacerme sufrir y ha encontrado la excusa perfecta para maltratarme, y pagar conmigo todo lo que mi padre hizo al irse con mi madre.

 

— Eres un monstruo. —Lo hago detenerse y presionar la punta del bastón en el suelo. — No entiendo como siguen obedeciendo tus estúpidas normas.

 

— Amara, no sigas hablando o recibirás mucho más que unas cuantas bofetadas. —Amenaza con el ceño fruncido y los ojos llenos de odio.

 

— Puedes hacerme lo que quieras pero no me harás callar. Tal vez me quites todo pero nunca me quitarás el derecho a decir todo lo que pienso de ti.

 

Me mira tan serio que me hace creer que va a volver a pegarme pero al contrario, agarra el pomo de la puerta y la cierra encerrándome de nuevo. No volverá a darle la llave a mi madre, estoy segura de ello. Pongo la oreja en la puerta y escucho la conversación que tiene con ella.

 

— Solo ha sido un error de adolescente.

 

— Ha sido mucho más que un error, ha sido un engaño y no voy a permitir que mi propia familia se ría de mí ¿Me escuchas? Soy la ley y nadie puede huir de mí.

 

— No puedes obligarla a que deje de sentir algo por una persona solo porque no la aceptas. Lo has intentado con Cora y no lo has conseguido ¿De verdad piensas qué lo lograrás con mi hija? Es muy testaruda. —Cierro los ojos tras soltar un breve suspiro lleno de cosas que me gustaría gritar.

 

— Cállate.

 

El sonido de sus viejos zapatos es inconfundible, sé cuando se marcha y cuando se acerca; esta vez se está marchando.

 

— ¿Qué pasará ahora? —Pregunta mamá.

 

— No es de tu incumbencia. Estás aquí solo porque tu hija lo pidió pero no voy a responderte nada sobre mis decisiones.

 

Doy un golpe en la puerta. Desciendo de espaldas hasta el suelo y hundo la cabeza en mis rodillas. Ojalá pudiera salir de aquí. Me encantaría huir lejos. Si mi padre estuviera vivo todo sería distinto, jamás habría permitido una cosa así y me dejaría tomar decisiones, equivocarme y ser feliz.

 

Toco el colgante, cierro los ojos y sonrío al recordar a Aaron en la ventana haciendo todo lo posible para verme. Aún sigo sin creer que sea capaz de tanto por mí. Liam estaba a su lado pero no mostraba preocupación, parecía más obligado a estar ahí porque es su casa y Aaron estaba en su vieja habitación. He estado enamorada de él por años creyendo que era una persona totalmente distinta a la que ha mostrado ser.

Me levanto, camino hasta mi armario y saco la chaqueta de Aaron con la que me envío aquel mensaje tan bonito. Todavía huele a su perfume. Todavía puedo verme con ella puesta descubriendo la nota en su bolsillo. Recuerdo que me hizo sonreír cuando creía que la felicidad había desaparecido para siempre.

 

La huelo. Los ojos se me cierran y en el reflejo del espejo me veo sonriendo. Quien me iba a decir que de repente y sin esperarlo alguien iba a despertar en mí algo que no consigo entender pero que esta ahí, dentro de mí más vivo que nunca confundiéndome.

 

¿Un beso puede conseguir qué la muralla sea derribada?

 

AARON MARTÍNEZ.

 

Recibo otra llamada de mi hermana. Esta vez me cuenta que nuestro abuelo quiere que vaya a casa, él me protegerá de mi padre y no permitirá que me ponga una sola mano encima. A él le creo, siempre me quiso como su hijo y me protegió.

 

Llego después dejar a Pablo en su casa.

 

— Aaron. —Graciela me coge de la mano.— El abuelo de Amara va a venir a hablar con nuestro abuelo.



#5551 en Novela romántica
#647 en Thriller
#220 en Suspenso

En el texto hay: romance, drama, ley gitana

Editado: 15.06.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.