La ley de Amara

Capítulo 48

AMARA CORTÉS.

 

He leído muchísimos libros. He vivido muchísimas vidas gracias a ellos y he deseado tener a quien quiero conmigo. Por culpa de los libros me cree falsas expectativas de lo que sería querer a alguien y que te quieran. Cuando conocí a Liam abrí mi corazón por primera vez por debilidad, por ignorancia y sobre todo por imbécil. Creí que él sería la persona que me haría vivir cosas que nunca he vivido, si, me hizo vivir algo nuevo; él me rompió el corazón por primera vez. Lo hizo cuando me demostró ser una persona distinta a la que siempre había creído que era. Se convirtió en el chico popular con novia popular que siempre criticaba y dejó nuestra amistad atrás.

De verdad mi corazón se negó a volver a querer a alguien pero... Aaron llegó, lo hizo en silencio y despacio. Me dijo que nadie muere por amor y yo le creí, era cierto... nadie muere por amor, te apagas un tiempo pero después vuelves a encenderte porque así es la vida: pierdes personas y ganas otras. Yo lo gané a él, sin esperármelo me hizo vivir cosas que pensé que viviría con Liam y las convirtió en suyas. Sus ganas de hacerme sentir, su esperanza y su buen corazón consiguieron entrar sin hacer ruido, acomodarse y quedarse en mi vida.

 

He dicho que lo quiero y mi corazón lo ha corroborado. Necesitaba hacer esta confesión, era lo que lo estaba ahogándome. Pero aún así, aceptarlo es... complicado. Mi cabeza se llena de dudas, miedos y preguntas: ¿Se puede querer a alguien cuándo siempre has querido a otra persona? ¿Eso significa qué no quiero a Liam cómo pensaba? ¿O... he dejado de quererlo?

 

Definitivamente, tengo que aclarar mi cabeza antes de que alguien salga herido... me odiaría si por mi estupidez Aaron sale herido.

 

LIAM COOPER.

 

Mi cabeza es un sin fin de preguntas sobre mis sentimientos y los de Amara. De verdad me hice pensar que ya era pasado, que no me importaba que hiciera con su vida pero creo que fue porque en cierto modo, la creía mía sin tenerla y sin luchar por ella.

 

— ¿Se puede? —Pregunta Sofía— Estoy buscando mi teléfono.

 

— Aquí no está. —Respondo pidiéndole que se marche. Estúpido por mi parte, ahora no se irá.

 

— Bien, me toca hacer de psicóloga ¿No? —Deja caer la mano en mi hombro. — Dime, te escucho.

 

— Hoy Aaron ha estado aquí —Se muestra sorprendida— al parecer Amara está metida en un problema por mi culpa y él necesitaba verla, entonces entró en mi antigua habitación y consiguió verla por la ventana. Ellos se miraron y lo sentí.

 

— ¿Qué sentiste?

 

— ¿Recuerdas cuándo nos veíamos a escondidas? ¿Recuerdas cómo me miraba? Necesito que lo recuerdes porque es importante. —Suspira. Tarda unos segundos en recordarlo pero al fin asiente con la cabeza. — ¿Y?

 

— No puedo describir la manera en la que te miraba pero si que lo hacía como si no existiera nada más en el mundo. Solo erais los dos e incluso sabiendo que podían descubrirla se quedaba contigo.

 

Pongo las manos sobre mi cabeza.

 

— ¿Ha pasado algo? —Pregunta. — ¿Es así cómo lo ha mirado?

 

— No. —Respondo— Lo ha mirado... diferente.

 

— No empecemos con "diferente" por favor. Solo explícate y podré entenderte.

 

— Yo estaba ahí y no me miró. Ignoró mi presencia y no dejó de mirarlo a él. Sus ojos brillaban, estaba golpeada ¿Sabes? Su rostro tenía varios golpes y lágrimas, estaba triste Sofía pero cuando lo vio, sonrió como si no estuviera rota.

 

— Liam, Liam... —Dice en un tono bajo y dulce.— Te lo advertí.

 

— Dime qué significa.

 

— Significa que a nosotras no nos gustan los cobardes que se esconden detrás de un grupo popular que trata mal a la gente. —Miro al suelo y los ojos se me llenan de lágrimas— Nos gusta que no se rindan sea cual sea la circunstancia.

 

— Sofía. —Me pongo en pie— Basta, me he enterado.

 

— No, no lo has hecho porque todavía no te he dicho lo más importante. —Giro la cabeza prestándole atención.— Significa que podemos querer, pero igual que queremos, podemos dejar de querer cuando no nos valoran. Igual que vosotros también podemos enamorarnos de otra persona porque nos trata como nadie nunca.

 

Doy un golpe en el escritorio asustándola. No quiero, no quiero imaginar que todo lo que dice es cierto y que ella está enamorada de Aaron. No es un mal tío, lo reconozco, pero no podría soportar verla con alguien.

 

— Tengo que hablar con ella.

 

— ¿De qué? Perdóname hermano, pero tú ya has hecho suficiente —Aparto el brazo enfadado— ¿Vas a reclamarle? Recuerda que no le has hablado de tus sentimientos, que la echaste de tu vida, que incluso cuando le pediste perdón la jodiste dejando que humillaran a Aaron en pleno baile y que le rompiste el corazón cuando confiaba en ti, cuando para ella no existía nadie más que tú.

 

— Pe... —Me empuja. Es una bruta cuando no la dejo seguir hablando.

 

— No me digas que no sabías nada sobre sus sentimientos porque si sabías algo.

 

Me pongo la chaqueta. Ella me persigue bajando la escalera detrás de mí, nuestra madre nos hace preguntas pero ninguno respondemos. Abro la puerta y ella pone la mano impidiendo que la abra del todo. Lo que dice me hace daño. Soy su hermano y debería darme consejos que no me hicieran parecer un imbécil.

 

— ¿Por qué me intentas hacer daño?

 

— ¿Yo? Te recuerdo que te he aconsejado siempre que sigas tu corazón y no tu cabeza. Te advertí que el dolor te estaba cegando y que los celos no te dejaban pensar con claridad ¡Pero me ignoraste! Te liaste con Lydia y hasta te has acostado con ella ¿Intentas hacerme culpable por errores qué tú has cometido?

 

— Basta.



#11377 en Novela romántica
#2210 en Thriller
#833 en Suspenso

En el texto hay: romance, drama, ley gitana

Editado: 15.06.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.