AMARA CORTÉS.
Mantengo los ojos cerrados. Dicen que cuando tu corazón tiene la respuesta lo sabes de alguna manera. Liam, aunque apenas hemos tenido tiempo para nosotros, ha significado mucho en mi vida, es mi primer amor y mi primera gran ilusión. Aaron... él, es mi primer beso y dueño de varias primeras veces para mí. Aunque mi corazón parezca estar divido creo que tiene una respuesta porque cuando pienso en la respuesta que quiero darle a Cora, solo un nombre me produce sentimientos.
— ¿Y bien? —Pregunta Cora— Abre los ojos y dime.
— Aaron. —Respondo— Me iría con Aaron.
Sonríe.
— ¿Por qué? ¿No estabas enamorada de Liam?
— Aaron llegó inesperadamente a mi vida cuando creía que nada más que Liam podía existir para mí. Lo quise desde que llegué a esta casa y no me imaginaba una sola primera vez sin él, pero de pronto, Aaron me hizo notar su presencia.
— ¿Estas enamorada de Aaron? —Su pregunta me incomoda un poco. Mis sentimientos por Aaron son mucho más complejos.
— Vete, si te descubren aquí te harán pagar por ello.
— Evadiendo mi pregunta, muy inteligente. —Ríe. Pasa la mano por mi rostro y yo miro sus ojos. — Está bien, no tienes que hablar de ello ahora, primero aclárate.
— ¿Tú cómo supiste qué ese chico era quién querías en tu vida? —Pregunto antes de que cruce la puerta.
— Tu corazón lo sabrá. —Contesta y cierra la puerta.
Mi corazón lo sabrá. Solo espero que lo sepa pronto porque estar pensando en mis sentimientos me pone muy triste.
De nuevo agarro el colgante y me quedo fija en la ventana pensando en lo que será de mí desde ahora, en las decisiones que tomará mi abuelo y en lo que en realidad quiero. Es complicado cuando tu mente está en cuatro paredes sin poder ir más allá, sin poder tener paz.
AARON MARTÍNEZ.
Paso de una en una las fotografías que nos hicimos juntos en nuestra primera cita oficial. Nuestra confianza y complicidad era tan real, sentía que podíamos llegar a ser algo más que una falsa relación para ocultar sus sentimientos, y cuando me besó, lo sentí tan cerca, su amor estaba tan cerca de mí que la esperanza volvió a encenderse como un fuego apunto de apagarse. Todo había cambiado entre los dos y de repente, la apartan de mi lado.
— Pablo ha venido a verte. —Anuncia mi hermana— Quiere saber cómo estás.
— Que pase.
Pablo se queda en la puerta mirándome mientras que permanezco con la cabeza bajada mirando el móvil. Es inevitable sentir un poco de tristeza, me había acostumbrado a verla todos los días y pasar todas las tardes juntos.
— No me respondes y no podía quedarme en casa sin saber como estás.
— Quiero hacer algo, me muero por hacerlo pero tengo que respetarla, su madre correría peligro si la saco a ella de allí ¿Cómo voy a volver a verla? No encuentro una manera de hacerlo y estoy volviéndome loco.
— No entiendo que estás sintiendo pero tal vez en un tiempo todo se calme. —Rio sarcásticamente.
— En un tiempo seguirán vigilándola y vigilándome para que ninguno volvamos a acercarnos. Para ellos hemos sido una falsa y saben que encubría su amor por otra persona ¿De verdad piensas qué todo se calmará? Al contrario, empeorará. —Posa la mano en mi hombro. No quiero seguir comportándome tan negativamente, arrebata mis esperanzas.
— Podemos intentar que os veáis.
— Eso es imposible.
— Me dijiste que su familia nunca falta al culto, estoy seguro de que después de lo que ha pasado la llevarán para que pida perdona Dios o algo así. —Alzo la ceja— Para vosotros Dios es muy importante.
— Eso no quiere decir que no la vigilen todo el tiempo.
— Puedo hablar con Aitana.
Me pongo en pie. Su idea no es tan mala al fin y al cabo. Podría funcionar aunque solo por unos fugaces minutos.
— Deja que me encargue.
— Yo no puedo estar donde ella esté. —Le explico— Entonces yo no podré ir al culto sin que me lo impidan. Mi abuelo puede ser muy comprensivo pero no rompe un acuerdo.
— Nadie tiene que saber que vas.
La negatividad me nubla. Puede que salga bien pero si no lo hace empeoraré las cosas y podrían acabar echándome del pueblo. Romper un acuerdo entre familias no es algo que deba decidir a la ligera, puedo acabar con la reputación de mi abuelo para siempre, pero ella lo merece todo.
— Lo haremos.
— ¡Bien! —Exclama emocionado. — Ya estoy cansado de verte mal, mereces más que nadie ser feliz.
— Pablo, ella sigue sin estar enamorada de mí.
— ¿Y? El amor se construye. —Bajo la cabeza y sonrío— Tú vas por buen camino, siempre has ido por el camino correcto y sé que Amara siente algo por ti.
— En eso estas equivocado.
— ¿Puedes por una vez quererte un poco? —Pregunta y me golpea el brazo. — Eres el mejor tío que conozco.
— Pienso lo mismo. —Habla mi hermana desde la puerta. — Y si, he oído todo y estoy de acuerdo.
Los ánimos de ambos me hacen creer nuevamente en mí. Claro que no me había dado por vencido y que no iba a dejar de luchar por ella pero no tenía ni idea de como empezar a luchar cuando me han quitado todas las armas. Ahora si sé y pienso hacer lo que sea necesario para que Amara recupere su libertad.
Vuelvo la mirada hasta mi móvil.
— Tengo que hacer algo.
— Voy contigo. —Dice Pablo.
— Vamos.
Él conduce mientras yo pienso en la manera en la que voy a avisar a Amara de lo que vamos a hacer. Quiero que presione a su abuelo para que no tenga más remedio que llevarla con él al culto, lo demás es cosa mía.