La ley de Amara

Capítulo 53

AMARA CORTÉS.

 

Quiere cambiarme y convertirme en la chica sumisa que ansía que sea, pero esta confundido si piensa que va a conseguirlo. Soy dueña de mí misma.

 

— No me hagas repetírtelo.

 

— Me seguiré negando. —Veo como poco a poco enfurece mucho más porque nadie lo había desafiado tanto como yo, solo mi padre— Esto es lo único que no vas a poder quitarme.

 

— ¿No lo entiendes?  —Empieza a hacerme daño y me quejo por el dolor que me esta causando en el brazo. — No vas a volver a verlo y es estúpido que guardes algo de él.

 

— El que no entiende eres tú —Aparto el brazo mostrándome valiente— puede que las demás agachen la cabeza ante ti, pero yo soy Amara, no soy ni Coral, ni Aitana.

 

— Tienes el mismo carácter salvaje de tu padre. Creía que podía cambiar el mundo con sus actos de valentía y lo único que consiguió fue llevarse una vida cuando se escapó con tu madre ¿Es lo que quieres? ¿Qué corra la sangre una vez más? —Me lo tomo como amenaza. Quiere hacer que por fin me doblegue a sus órdenes. — No sigas con tu actitud nieta, estás equivocándote.

 

— Tú eres el que se equivoca, abuelo.

 

— ¡Deja de llevarme la contraria! —Sube la voz y la vena de la frente se le hincha. — Siéntate.

 

— Hace frío y no quiero seguir hablando contigo.

 

De una manera agresiva me sienta en el banco de nuevo, pongo la mano sobre mi brazo; me ha hecho bastante daño. Apoya las dos manos en su bastón y me mira pensativo.

 

— No puedes cambiar las leyes.

 

— Tú las creaste y nadie te dio permiso.

 

— Yo cree la ley de mi familia para protegeros. —Rio sarcásticamente. Que excusa más barata.

 

— No puedes protegernos porque el que nos hace daño eres tú.

 

Mueve la cabeza, ríe por un segundo y vuelve a mirarme.

 

— Hace veinte años las leyes no existían en nuestra familia.

 

— Lo sé, éramos libres. —Da un golpe en el suelo mostrándose molesto por mis incansables comentarios.

 

— Tu abuela vivía con nosotros.

 

— Mi abuela murió.

 

— Tu abuela no está muerta. —Confiesa y yo le muestro más atención de la que le estaba mostrando. — Tu abuela es la culpable de cada ley y prohibición que he creado ¿Quieres saber por qué?

 

— Si.

 

— Ella me engañó con otro hombre, un hombre ajeno a nuestra hetnia y se fugó con él dejándome solo con todos mis hijos. —Cuenta mostrándose dolido por ello. — Tu padre tenía solo cinco años.

 

— ¿Mi padre se murió sin saber esto?

 

— Esa mujer no merece nada de mis hijos, pero no, tu padre sabía que su madre seguía con vida y que lo abandonó.

 

Ahora entiendo porqué es tan cruel pero sigue sin ser una justificación para su comportamiento de mierda. Él ha pagado con todas nosotras lo que mi abuela le hizo y no es justo que por ello tengamos que ser infelices.

 

— Te rompió el corazón.

 

— Me rompió el corazón y se llevó mi alma con ella. Lo hizo por un capricho.

 

— Ahora quieres que nosotras vivamos el resto de nuestra vida con el corazón roto y el alma en manos de la persona a quien no nos dejas amar.

 

El que calla otorga y su silencio habla por sí solo. Está pagándolo con nosotras y sus leyes sólo nos afectan a las mujeres porque los hombres son los que sufren, solo porque él sufrió.

 

— Ya basta por hoy. —Dice poniéndose en pie— Solo quería hacerte entender.

 

— No lo has conseguido. Solo he entendido que sientes furia y dolor por lo que mi abuela te hizo, una furia que desahogas haciéndonos daño.

 

— Entra y ve a tu habitación.

 

Me dirijo a la puerta. Paro en seco, niego mentalmente y me giro caminando de nuevo hacia él. Me observa serio y yo me posicionó frente a frente para decirle lo que pienso, lo que siento y lo que no va a poder hacerme callar más.

 

— Me enamoré de alguien diferente, temí por tu reacción y lo vi a escondidas muchas veces mientras fingía ser la nieta perfecta que jamás rompería un plato. No me besó, nunca nos besamos pero lo deseé, lo quise y me habría gustado que en su momento hubiera pasado todo aquello por lo que me habrías hecho pagar con golpes —Veo como cierra el puño, trago saliva y sigo mirándolo fijamente a los ojos— lo quise, lo he querido hasta hace bastante poco y me habría ido con él sin pensármelo porque siempre he creído en los amores locos, esos que te hacen perder la cordura ¡Me daba igual! Liam era todo aquello que yo deseaba y mentalmente lo idealicé como un personaje de un libro, puro de alma, sincero, con errores pero aún así, era quien yo quería.

 

— Cállate Amara. —Ordena.

 

— No. —Digo seria— Déjame terminar.

 

— Si terminas te golpearé como nunca.

 

Trago saliva.

 

Callada nunca.

 

— ¿Nunca has creído qué el amor puede llegar a hacer milagros? Yo no lo creía. Me resigné a vivir sin Liam pero no a dejar de quererlo, quería quererlo eternamente, para siempre. El primer amor es lo que tiene ¿Verdad? Te hace querer hacerlo eterno. No contaba con alguien que rompería uno por uno todos mis esquemas, todo lo que tenía claro en mi mente, mi vida planificada, mi —Rio— amor eterno. Llegó, me quiso de golpe, me mostró que era realmente el amor; un sentimiento libre. Y entonces todo cambió para mí ¿Cómo pudo pasar? Me lo preguntaba día y noche cuando en vez de pensar en Liam, pensaba en él. Nunca antes me había importado otra persona hasta que él llegó.

 

Me agarra de la cara exigiéndome silencio. El bastón vuelve a golpear mi tobillo, esta vez mucho más fuerte para hacerme sentir dolor. Pega un grito: ¡Cállate! Y mi tío sale fuera de casa para hacernos entrar. Él cree que haciéndolo yo callaré, pero no, esta muy equivocado. Mi madre trata de calmarme pero no es más fuerte que el cansancio que siento y la impotencia de haberme callado tanto tiempo.



#11330 en Novela romántica
#2207 en Thriller
#833 en Suspenso

En el texto hay: romance, drama, ley gitana

Editado: 15.06.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.