La ley de Amara

Capítulo 54

AMARA CORTÉS.

 

Mamá se enfrenta a mi abuelo. Él sigue amenazándome y gritándome desde la esquina donde mi tío lo ha llevado para evitar que de nuevo vuelva a golpearme. Después de mi confesión estoy segura de que querrá hacerlo hasta que me arrepienta de ello.

 

— ¡Deberías haberlo pensado antes! —Grita— Ahora ya no vas a estar con él.

 

— Prohíbelo tantas veces como quieras, no voy a obedecerte.

 

José lo suelta por terror a sus represalias contra él. Se acerca amenazándome con el bastón y golpea mi pierna muy fuerte. Sus ojos están encendidos en rabia por mi revelación. Pese a que mamá grita y me defiende, no puede detenerlo porque si lo hace ella terminará en la calle sin poder volver a verme. José me coge del brazo, me obliga a subir las escaleras hasta mi habitación y encierra de nuevo.

 

— No sabes lo que acabas de hacer.

 

— Y vosotros no sabéis hasta qué punto puedo llegar para desbaratar las leyes. —Agarra mi rostro. — Tu hija también debería hacer esto y revelarse en tu contra por haberla separado de quien ama.

 

— Cora tiene respeto por todos nosotros y no volverá a cometer un error semejante.

 

— Amar no es un error.

 

— Cierra la boca Amara, hazlo o te hará callar.

 

Rio alejándome de él.

 

— No.

 

Cierra la puerta al darse cuenta que intentar hacerme cambiar de opinión es una pérdida de tiempo. Claro que algo va a cambiar, pero no seré yo y tampoco mi manera de pensar.

 

Cojo las fotografías que he escondido, observo a Aaron y suspiro brevemente antes de sonreír. Su lucha me hace luchar a mí. Porque ver que no se rinde conmigo ha conseguido que yo no me rinda y luche por derrotar a mi abuelo, hacer caer la máscara que luce ante toda la gente y conseguir que todas nosotras seamos libres.

 

Mordisqueo mis uñas nerviosa, me echo hacia atrás hasta caer en la cama y me aferro a la fotografía. Cuando mis ojos se cierran la imagen de nuestro beso invade mi mente. Nunca habría imaginado que el chico en el que no confiaba en absoluto iba a convertirse en la persona que querría más adelante y por quien lucharía incansablemente para conseguir estar juntos. No hay nada imposible. Los cobardes dicen que si porque no lo intentan pero los valientes demuestran que lo único sin arreglo en esta vida es la muerte, y que luchando se consigue cualquier cosa. 

 

Un grito me pone alerta; es mi madre quien grita. Parece estar discutiendo muy fuerte con mi abuelo. Golpeo la puerta para llamar su atención pero no consigo que los gritos dejen de ser lo más importante en este momento. Temo por mi madre y por lo que mi abuelo le haga, él no tiene piedad de su familia y mucho menos la tendrá por mi madre.

 

— ¡Fuera! —Grita mi abuelo.

 

Corro hasta la ventana y trato de ver que está pasando, ahora las voces se escuchan fuera, y tan alto que Sofía, hermana de Liam acaba asomándose.

 

— ¿Qué esta pasando? —No mido el tono de mi voz.

 

— C...creo que están echando a alguien a la calle. —Responde— ¿Qué te ha pasado? —Pregunta refiriéndose a los golpes.

 

Vuelvo dentro. Responder la pregunta los haría estar más cerca de mi abuelo y él descubriría quién es Liam. Dentro también están hablando en un tono muy alto pero mi madre ya no se escucha.

 

— ¡Tío abre la puerta! —Grito. — ¡Tío! —Doy una patada, llevo las manos hasta mi cabeza y me lleno de desesperación.

 

Regreso a la ventana donde Sofía permanece observándolo todo.

 

— Sofía.

 

— ¿Qué está pasando Amara?

 

¿Cómo explico qué lo qué está pasando es mi culpa por decirle a mi abuelo qué estoy enamorada de Aaron?

 

— Llama a la policía. —Le puso y sus ojos se abren llenos de sorpresa. — Hazlo anónimamente.

 

— ¿Quieres qué llame a la policía y los envíe aquí? —Pregunta— ¿A tu casa?

 

— Si.

 

Ella deja de preguntar, el estado de mi cara revela lo suficiente como para que ella se preocupe y vaya a hacer la llamada. No sé si me estoy equivocando, tampoco sé si lo mejor es hacerlo, pero no me queda otra alternativa y tampoco tiempo para tener miedo.

 

Escucho pasos y me dirijo inmediatamente a la cama tras cerrar la cortina. Es mi abuelo quien entra.

 

— Todo esto es tu culpa.

 

— ¿Dónde está mi madre?

 

— Has conseguido todo esto con tus acciones, tu madre está fuera de esta familia para siempre.

 

— ¡Te odio!

 

— Se acabó Amara, ya no tendré piedad de ti nunca más, a partir de ahora vas a saber lo es realmente vivir en una cárcel.

 

Me pongo en pie dispuesta a enfrentarlo.

 

— Jamás te tendré miedo.

 

— Deberías.

 

Se marcha. Sus pocas palabras han servido para sembrar una gran sensación de impotencia en mí. Mamá debe estar devastada por lo que está pasando. Quiero y necesito salir de aquí, da igual como lo tenga que hacer pero necesito irme de este lugar de una vez por todas. Ojalá cuando llegue la policía puedan escucharme y consigan ayudarme porque si no es así, me espera mucho sufrimiento.

 

Espero impaciente. Tengo el corazón en la garganta y estoy muy desesperada. Sofía ya no se encuentra en la ventana, no tengo ni idea de si en realidad ha llamado a la policía como le he pedido o ha decidido mantenerse al margen.

 

— Amara. —Susurra Cora detrás de la puerta— ¿Estás bien?

 

— No —Respondo.

 

— Tu madre estará bien, he llamado a Aaron.

 

— No quiero que él esté en medio de mi desastre. —Lloro— Solo quiero que esto acabe.

 

— Acabará.

 



#4011 en Novela romántica
#448 en Thriller
#155 en Suspenso

En el texto hay: romance, drama, ley gitana

Editado: 15.06.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.