AMARA CORTÉS.
Desliza los dedos por mi rostro apartándome el flequillo de la cara, sonríe mientras lo observo detenidamente y levanta las cejas confuso por mi atención.
— ¿De dónde has salido tú? —Pregunto graciosa. — Pareces casi irreal.
— ¿Todos los tíos tienen qué ser unos capullos? —Pregunta juntando las cejas. — Tienes una mala opinión de nosotros.
— No es eso —Me siento en la cama para poder hablar mejor. — Solo que nos chicos que he visto en la universidad, son distintos. Por ejemplo: Pablo.
— ¿Mi mejor amigo? Bueno, uno de ellos. —Ríe burlón— ¿Qué tiene de malo el buenazo de Pablo?
— No me digas que no sabes todo lo que ha hecho con las chicas, en el grado en el que está y en los anteriores. —Niega con la cabeza. Mentiroso. — Aaron Martínez, no sigas encubriéndolo.
— Está bien, quizás ha sido bastante capullo.
— Muy capullo.
— Esa boca. —Rio.
— ¿Cuál boca? —Poso los brazos en su pecho para incriminarme hasta sus labios. — No sé de que boca estás hablando.
— Tendré que mostrarte.
— Lo veo justo.
Sonreímos. Le doy un dulce beso y me rodea con sus brazos evitando que me levante. Es extraño. Nunca antes había estado tan cerca de un chico y mucho menos en una cama. Con él todo lo que vivo lo vivo por primera vez y es hermoso.
— Te suena el móvil muchísimo. —Susurro señalándole la chaqueta.
— Creo que es mi padre.
— ¿Querrá hacerte algo malo?
— Posiblemente, pero no me importa. He estado demasiado tiempo acobardándome por él. —Lo miro dulce mientras lo dice. — No voy a dejar que de nuevo me roben la felicidad.
— Te robaron la felicidad de tu primer amor ¿No? —Bajo la voz un poco triste por él.
— Me robaron mucho más que eso.
— Quiero saber más de ti. —Dejo caer la cabeza sobre mis manos que todavía siguen sobre su pecho. — Que te duele, que te gusta, que te emociona... quiero saberlo todo.
— Yo lo sé todo de ti.
— Cuando yo miraba a Liam, tú me mirabas a mí. —Sonríe.
— Y lo aprendí todo sobre ti. Como reías, que te gustaba, que te hacía llorar, lo que te hacía sentir triste y te recordaba a tu padre —Todavía me sorprende saber todo lo que él conoce de mí— ¿Estoy sonando muy acosador?
Rio. Arrugo la nariz y niego con la cabeza.
— No digas más, podrías sonar como uno.
— Mierda.
— Yo también he investigado cosas sobre ti.
— Oh Dios mío, tengo miedo.
— Sé que cuando esa chica se marchó te encerraste en ti mismo por un mes.
— ¿Con quién has hablado?
— Hablé con Pablo.
— Capullo. —Murmura.
— También se que odias el pescado porque cuando comemos en el comedor lo apartas y decides irte a la cafetería a comer. También sé que juegas mejor con la mano izquierda a pesar de que eres diestro y, —Está sorprendido por todo lo que sé de él. Pensaba que era el único que podía saber cosas. — que no te gusta sonreír mucho porque tienes las paletas un poquito separadas.
— Vale, acosadora.
— Oye. —Refunfuño— Tengo derecho a saber de ti.
— ¿Desde cuándo sabes tantas cosas?
— Algunas cosas las sé porque te observo, otras por Pablo. Me intereso por ti más de lo que crees.
— Me sorprende que te interesaras por mí cuando lo único que te importaba era Liam.
— Te metiste en mi corazón despacio y despertarte mi interés en ti. —Me da un beso en la barbilla— Así descubrí lo maravilloso que eres y que no estabas fingiendo serlo.
— ¿Qué? —Ríe.
— Lo dudé.
No le sorprende y a mí tampoco que sea tan comprensivo. Antes me preguntaba si existían realmente las personas buenas en todos los sentidos; comprensivas, dulces, sin querer egoístamente y que hicieran tu vida mucho más feliz. Ahora sé que si. Aaron es a ciencia cierta la persona más buena que he conocido en toda mi vida, estoy segura de que conoceré más pero ninguna persona se parecerá a él.
Nos quedamos en silencio. No es un silencio incómodo, si no un silencio en el que te quedarías eternamente. Cierro los ojos por el cansancio y relajada gracias a las caricias que Aaron deja sobre mi cabeza.
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Llaman a la puerta. Nos resulta extraño que a estas horas alguien llame a la puerta, esperamos hasta que mi madre habla y avisándonos de que es ella.
— ¿Qué querrá a estas horas?
— No lo sé. —Respondo— Pero debe ser grave.
Abro la puerta, ella entra alterada y nerviosa.
— Tu abuelo. —Dice sin aire— Está volviéndose loco.
— No es nuevo.
— Ahora esta intentando que nuestra familia y la de Aaron entren en guerra porque consideran esto una huida. —Suspiro— Me preocupa lo que pueda pasar hija.
Aaron también se muestra preocupado, coge su móvil y llama incansablemente a su abuelo que no le responde ni una sola llamada. Él prueba con Graciela y habla con ella durante apenas cinco minutos, su cara después de la llamada es más preocupante que la supuesta guerra que mi abuelo quiere crear.
— Graciela me ha dicho que mi familia no quiere saber de mí.
— ¿Perdona?
— Dice que desde ahora los Cortés y los Martines están enemistados. Lo que significa que se oponen a esto.
— Pues si se oponen tendrán que aguantarse porque no pienso ceder ante los chantajes de mi abuelo y tampoco a los de tu familia. No tienen derecho ¡No tienen! —Exclamo— Me dijiste que pertenecían a la verdadera hetnia gitana, que ellos jamas opinarían como mi abuelo.