AMARA CORTÉS.
Es cierto que después de lo que han pasado entre nosotros, tenemos más miedo. Nos aterra lo que pueda suceder cuando en breve volvamos al pueblo y nos enfrentemos a nuestra familia. Aaron hace que lo sienta todo mucho menos y que el miedo pase a ser solo una pequeña sensación.
— ¿Estas segura de volver? —Pregunta.
— Si. —Respondo— No seré como mi madre, no me quedaré sentada mientras se matan entre familias y acabe con un ser querido en el cementerio. Tienen que aceptar de alguna manera que no pueden controlar mi vida y mucho menos lo que siento.
— Sé que eres fuerte, no dudo que te enfrentarás a todos y mantendrás la cabeza en alto. —Sonríe— Cuando tú quieras, nos vamos.
— ¿Sabes? Mi abuelo empezó todo esto por mi abuela. Ella lo dejó porque se enamoró de otro hombre ajeno a nuestra hetnia, y él le prohibió volver a ver a sus hijos. Mi padre creció sin su madre y murió sin verla.
— ¿Lo dices en serio?
— Me pregunto todos los días porqué ella lo engañó, siento que la versión de mi abuelo está manipulada y no se acerca a la verdad. —Agarra mi mano, caminamos hasta la mesa y pone delante de mí el zumo que he pedido al servicio de habitaciones.
— Sigue contándome.
— Así nacieron la ley Cortés, el odio de mi abuelo inventó cada una de ellas.
— ¿Por eso para él las mujeres de su familia deben ser unas sumisas? —Su expresión es de repugnancia— Esta mal de la cabeza.
— Eso mismo le dije.
— Te prometo que no dejaré que te haga más daño. —Pongo la mano sobre la suya.
— No tienes que prometerme nada, nos vamos a cuidar y nadie se va a meter entre nosotros.
— ¿Puedo hacerte una pregunta?
— Si.
— ¿Cómo has pasado de querer a Liam a quererme a mí?
Que dulce.
Ahora teme que mis sentimientos solo estén confundidos por el hecho de que Liam es algo prohibido de lo que no disfruté.
— Es fácil, aunque hace días lo veía complicado. Liam se apartó de mí, me trató mal, prefirió la popularidad y se avergonzaba de mí. Tú estabas a mí lado a pesar de que mi corazón creía ser de otra persona, me cuidaste, me quisiste y sobre todo, me hiciste feliz. Contigo olvidaba a Liam, amaba la hetnia y conocía nuevas cosas que no pude conocer por culpa de mi abuelo. Supiste como meterte en mi corazón poco a poco y me enamoré de ti.
— Oh.
— ¿Qué? —Reímos.
— No sé que decir. —Apoyo la cabeza en mis manos.
— Prueba a decirme una de tus frases poéticas.
— El amor que se construye es más duradero.
— La he escuchado antes.
— Joder, vale.
Ríe. Adoro cuando lo hace y sus ojos se achinan. Dos hoyuelos aparecen en sus mejillas y aunque siempre le ha dado vergüenza, sonríe mostrando sus dientes. Él no es solo un chico con un físico increíble, es más que eso, es un corazón andante, dulce y bondadoso. Como dije no existen muchas personas como él y yo tengo la suerte de conocerlo.
Llaman a la puerta.
— Mamá. —Doy por hecho. — T... tengo que salir un momento.
— Vale.
Que vergüenza. No sabe que estoy esperando una pastilla del día después y que alivio, aún no estoy suficientemente preparada para estas cosas ¡Los dos somos nuevos en esto!
— Mamá. —Salgo rápidamente ocultándome al instante que cierro la puerta.
— La he conseguido en una farmacia cercana. —Le sonrió agradecida— Aquí tienes mi niña.
— No sabes como me sentía.
— Si que lo sé. —Confiesa.— Ahora no olvides tomártela.
— ¿Cómo le explico a Aaron?
— Hija, era virgen no idiota, sabrá para lo que sirve. —Rio por su comentario. — Además no tienes que dar explicaciones, la pastilla es algo normal.
La miro sonriente. Me siento aliviada por su ayuda, pensaba que se enfadaría conmigo por hacer lo que hice, pero no, me entiende, sabe que no puedes controlar algo tan complejo y tan fuerte como el amor.
— Muchas gracias mamá.
— Entra —Acaricia mi rostro.
— En un rato iremos a por ti. Volvemos. —Por su cara es notable que no le parece una buena idea pese a lo que está ocurriendo.
— Tu abuelo podría tomar represalias contra ti.
— No me asusta, él es solo un hombre alargado porque una mujer lo abandonó. Estoy segura que algo hizo para que mi abuela se enamorara de otro hombre.
— Pasó hace muchos años, no te centres en saber cuál es la verdadera versión de la historia, solo disfruta de tu vida, de esto que estás viviendo que es lo más maravilloso del mundo. —Dice tierna— Mi niña, estas enamorada, quiero seguir viéndote con esa sonrisa.
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Entro. Aaron come como si no hubiera un mañana y yo rio desde la puerta.
— ¿Hambriento?
— Quería esperarte pero —Se rasca la nuca— un nuevo defecto.
— ¿Defecto? Todos somos comilones por naturaleza. —Me acerco, apoyo las manos en la mesa y me sonríe.
— ¿Estas bien?
— Si. —Le doy un beso— Muy bien.
Voy hacia la cocina, cojo un vaso y me sirvo agua para tomarme la pastilla. Lo hago rápido. Ya sé que es ridículo sentir vergüenza por algo así después de lo que ha pasado entre nosotros pero no puedo evitarlo, soy un desastre.
— Voy a darme una ducha. Pude coger algún pantalón y alguna camiseta.
— Te espero.
Me desnudo tras cerrar la puerta del baño, suelto mi largo pelo y entro en la ducha. Estoy feliz, más feliz que nunca. Como dije no me importa ver el mundo arder y realmente no me importa.