AMARA CORTÉS.
Esmeralda.
El primer amor de Aaron. Él parece sorprendido por recibir un mensaje de ella, dijo que después de que se fuera no volvió a hablar con ella.
— ¿Esmeralda? —Pregunto en voz baja.
Deja el móvil a un lado y responde con la cabeza.
— Tu primer amor.
— Si.
— ¿Y qué quiere? —Pregunto, sonríe y me besa.
— Saber donde estoy, como todos. —Responde— Sospecho que mi padre tiene que ver en todo esto.
— ¿Por qué tu padre traería a Esmeralda de nuevo?
— Porque fue culpa suya que su familia la apartase de mí. Cuando supieron que mi padre era un alcohólico, que tomaba drogas y me pegaba palizas, su familia la separó de mí.
— Me lo contaste.
— Creo que ha hecho algo para que su familia confíe en nosotros nuevamente, no creo que permitieran por su cuenta que ella tenga contacto conmigo. —Muevo la cabeza— Te cuento mis suposiciones para que no pienses cosas que no son.
— ¿Crees qué desconfió de ti? —Lo rodeo con mis brazos. — No lo haré. Aunque dime porqué traerían a ella para hacerte volver.
— Porque la quise. —Responde— Y mi padre piensa que nunca la superé.
— ¿La superaste?
Ríe. Me besa una vez más y afirma con la cabeza.
— La supere el día que te vi por primera vez. —Trago saliva— Recuerdo incluso como ibas vestida.
Sonrío emocionada. Me hace mucha ilusión que recuerde cosas sobre mí, que esté pendiente, que no olvide las cosas que me gustan y que siempre intente hacerme feliz. Juego con su camiseta tímidamente, me levanta la cabeza sujetándome la barbilla y arruga la nariz.
— Unos pantalones de camuflaje, un top color blanco y unos aretes. —Humedece sus labios— El pelo suelto y ojos sutilmente maquillados.
— ¡Para! —Rio.
— No podía dejar de mirarte.
— ¿Cómo no te vi?
— No era el momento, nuestro momento llegó más tarde cuando pregunté por ti y tu abuelo me descubrió.
Nos miramos en silencio, sus ojos y los míos hablan, no hace falta palabras para descubrir lo que sentimos el uno por el otro. Tenemos complicidad, confiamos ciegamente el uno en el otro y sobre todo, mantenemos la amistad que nos unió desde el primer día. Esta vez sin secretos, sin tapaderas y sin fingir amor porque ahora lo sentimos de verdad.
CORA CORTÉS.
La situación es delicada; mi abuelo no deja de gritar, mi padre trata de calmarlo y piensa en la manera de encontrar a Amara. Desde la denuncia están vigilados con lupa, no pueden hacer prácticamente nada y nos vigilan a todas nosotras. Nos interrogaron para saber si estábamos siendo obligadas a permanecer en casa como Amara, pero todas dijimos que no... e incluso cuando a mí sí me están obligando.
— ¿Vamos a enfrentar a su familia? —Pregunta mi padre. — Papá, respeto y apoyo todas tus decisiones pero murió una persona la última vez.
— Aaron se llevó a mi nieta.
— Amara se marchó porque quiso y seamos honestos, a estas alturas se habrá convertido en su mujer.
Su mujer. Solo porque quizás se ha acostado con él. Solo por eso es obligada a llamarse mujer de alguien.
— ¡Cállate! Me da igual, no me importa si se ha acostado con ese imbécil. Amara pagará lo que ha hecho.
Quiero explotar. Quiero decirle que no tiene derecho y que se acabó, ya no obedeceré más sus órdenes y no seguiré teniendo miedo. He perdido al chico que quiero, lo perdí por no arriesgarme y pensar en lo que pasaría.
— Hoy hablaré con el abuelo de Aaron.
— ¿Y qué pasará? —Pregunto. — ¿Matarás a alguien solo por qué tu nieta se enamoró? Abuelo, con todo respeto, siempre temiste que repitiera los errores de mi tío, que quisiera a alguien fuera de nuestra hetnia... pero Aaron es gitano, conoces a su padre desde pequeño y eres amigo de su abuelo. No entiendo porqué insistes en hacerle pagar algo que hizo por amor a Amara.
— ¿Te he pedido tu opinión? —Me pregunta muy molesto. — Si no he pedido que hables ¡No abras la boca!
— Hija, retírate.
— Está bien, me voy. Pero quiero decir una última cosa —Papá agarra mi brazo con fuerza— Amara está cometiendo esta locura por tu culpa, abuelo.
Él levanta el bastón para golpearme como tantas veces ha hecho, pero esta vez no agacho la cabeza y tampoco cierro los ojos. Lo miro fijamente, sujetándome a toda la valentía que tengo y trago saliva.
— Fuera ¡Ahora! —Grita.
Mamá me saca de la sala para evitar más golpes y Aitana me abraza al salir.
— Amara lo conseguirá. —Susurra en mi oído— Conseguirá que está ley acabe.
— Amara solo es una chica...
— Sé que lo conseguirá.
Ojalá.
LIAM COOPER.
Christian y yo entrenamos para el partido de la semana que viene. Mi mente no está en el entrenamiento, esta en Esmeralda, en la razón por la que Pablo esta han preocupado por ella y su regreso.
— ¿Todo bien? —Me pregunta Christian.
— Si, estoy pensativo.
— No has olvidado la idea de saber más sobre Aaron ¿No?
— No puedo.
— ¿Qué? ¿Aceptar qué Amara esté enamorada de él?
— Si. —Confieso bajando la cabeza.
— Te ayudaré, si lo quieres así.
De repente, la veo, esta cambiada pero es Esmeralda. Aparece con su hermana y camina hacia Pablo.
— Mira.
— Vaya.
— Debe ser importante si están aquí.