AMARA CORTÉS.
¿Casarnos? Somos jóvenes e inexpertos. Casarnos sería excesivo. Ningún adolescente se casa con su primer noviazgo y muchísimo menos por habladurías. Están siendo demasiado exagerados y no comprendo como pueden decir algo así.
— No. —Contesta Aaron. — No vamos a casarnos para callar las habladurías de la gente.
— ¿No entiendes lo qué significa para nuestra familia? —Pregunta José— Al margen de las habladurías Aaron, te has llevado a una nieta Cortés ¡No puede quedarse así!
— Amara no está acostumbrada a las costumbres. Conoce solo las leyes que su abuelo le inculcó a la fuerza nada más llegar ¡No quiere casarse! Y yo tampoco quiero.
Todos enfurecen. No están de acuerdo con nuestra decisión y tratan de persuadir a Aaron para llegar a un acuerdo por su propio bien. No les importamos, lo único que les importa es el prestigio de la familia.
Mi abuelo agarra mi brazo, me defiendo como puedo hasta conseguir zafarme de él y plantarle cara en la puerta de casa.
— Olvida la idea de obligarme a hacer algo que no quiero.
— Si no te casas no permitiremos que os veáis nunca más.
— No tengo miedo a vuestras amenazas. No sois nadie para decirme a quien puedo ver.
— No sois conscientes de la gravedad de la situación.
— Vamos Amara. —Aaron extiende la mano. — Seguir aquí es ridículo. Estoy seguro que no son capaces de matarse entre ellos.
— Pero... —Suspiro— ¿Tú crees?
— Si, lo creo.
Voy con él y con mi madre. Ellos nos gritan, culpan y amenazan tantas veces como pueden hasta que finalmente nos marchamos. Aaron conduce escuchando la música que tanto le gusta. Los dos estamos algo pensativos después de la conversación con nuestra familia y los sucesos ocurridos; mi abuela, la petición de el abuelo de Aaron y las amenazas de mi abuelo.
— ¿Estáis bien? —Pregunta mi madre en voz baja desde el asiento trasero. — Sé que tomar una decisión es algo muy difícil.
— La decisión está tomada.
— Creo que es algo que debéis hablar y decir los dos.
— Aaron lo dijo y yo estoy de acuerdo. —Digo con seguridad— Querían una boda para convencer a la gente de que todo eran rumores.
— No me casaré por mi familia. —Habla él— Si decido casarme será porque quiero hacerlo.
— Yo no tuve la posibilidad de elegir, tu abuelo me rechazó desde un principio y hizo hasta lo imposible para impedir mi relación con tu padre. En aquellos tiempos los pensamientos eran distintos a los de ahora. Aunque bueno... tu abuelo sigue pensando exactamente igual.
— Mamá, todo está decidido y estamos bien. —Sonrío colocando la mano encima de la de Aaron.
— Aún no saben lo que ha pasado entre los dos. —Recuerda ella.
— No hay necesidad de contárselo a nadie.
Él me mira de reojo, sonríe y asiente con la cabeza.
— Podéis dejarme aquí.
— ¿Dónde vas mamá?
— Voy... a visitar a mi madre.
— ¿Qué? Creía que después de lo que pasó no querían saber de ti.
— No quieren... pero ella siempre trató de comunicarse conmigo. Estaré bien hija, llámame más tarde. —Me da un beso— Te quiero.
— Y yo a ti.
Baja del coche. No sé cómo saldrá de esta. Quizás la reciban mal porque después de la muerte de su padre por culpa del amor que sintió por mi padre... la reacción de su familia no será muy buena. Ella desapareció, no asistió al entierro y nunca más volvió a comunicarse.
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Aaron me lleva a su lugar favorito. No lo es sólo porque aquí sintió su primer amor, si no porque aquí empezó algo entre nosotros dos.
— ¿Has venido a tallar nuestros nombres? —Pregunto divertida. — Que poco original.
— No hace falta tallar nuestros nombres en un árbol para demostrarte lo mucho que te quiero. —Susurra en mi boca.
— Debes tener un botón para apagar tanta ternura. —Bromeo haciéndolo reír.
— Quiero hacerte feliz.
— Me haces feliz.
Me besa. Le rodeo el cuello con mis brazos y le sigo el beso apasionadamente.
— Respecto a lo de tu abuelo...
— ¿Qué?
— Tú siempre has querido casarte. —Afirma con la cabeza— No quiero que renuncies a algo por mí.
— Primero quiero que lo nuestro funcione y en un futuro pedirte que te cases conmigo. No ahora. No por obligación. No porque a nuestra familia le apetezca limpiar su apellido con nosotros. —Pasa los dedos por mi barbilla. Me mira dulce, con los ojos llenos de amor.
— Gracias por entenderlo.
— Dejemos de hablar de ello. —Pasa el brazo por mi alrededor y tumbo mi cuerpo sobre el suyo. — Cuéntame qué harás después de la universidad.
— Mm... seguir con la carrera de fotografía. Quiero cumplir mi sueño y llegar a ser reconocida por el mundo.
— Estoy seguro de que podrás hacerlo.
— ¿Y tú?
— Tal vez me dedique por completo al baloncesto. Como tú quiero ser reconocido. —Alza la cabeza— Quiero ver cómo triunfas.
— ¿Aaron? —Pregunta una chica desde nuestra espalda.
— ¿Esmeralda?
Giramos la cabeza. Es una chica preciosa, morena, alta, de ojos claros y el pelo corto. Aaron la recibe sonriente. Lo entiendo. Después de tanto tiempo tenerla delante debe ser muy emocionante.
— Cuanto tiempo. —Lo abraza— He estado preguntando por ti. Mi hermana se enteró de que habías escapado con una chica y ya veo que era cierto. —Sonríe amable. — Es muy guapa.