AMARA CORTÉS.
Mis sentimientos. Hace unos meses le habría dicho que el beso ha significado todo para mí, que lo he estado deseando desde que lo conocí, pero ahora es diferente... Todo es diferente.
— ¿Qué quieres qué sienta? —Pregunto en voz baja, avergonzada por lo que acaba de pasar e incomoda.
— Hemos estado queriéndonos en secreto mucho tiempo, deseando este beso cada día —Trago saliva—. Dime, quiero saber que has sentido.
— Liam. —Pongo la mano sobre la suya—. Te he querido muchísimo, has sido mi amor imposible, con el que soñaba todas las noches y deseaba a cada instante.
Suspira. Sube y baja los hombros, traga saliva, y en sus ojos puedo ver que en cierto modo ya conoce cuáles son mis sentimientos actualmente.
— Pero ya no sientes eso por mí.
— Tal vez si nos hubiéramos atrevido cuando teníamos la oportunidad y los sentimientos, todo en este momento sería diferente. Los tenemos la culpa, los dos fuimos unos cobardes, no pude desafiarlo todo por ti y tú no tuviste el valor de quedarte.
— Ahora es diferente, tú ya no estás en esa casa, ya no obedeces a tu abuelo y no siguen presionándote para que seas alguien que no eres.
— Te lo dije Liam. Todo esto, todo lo que he hecho... no pude hacerlo por ti.
Él baja la cabeza. Es difícil para mi decirle esto. Repetírselo otra vez duele incluso más que la primera.
— Te quiero mucho Liam, mucho.
— Pero no estás enamorada de mí.
— No. —Deslizo los dedos por su mejilla—. Te pido que no vuelvas a besarme, no es correcto, tengo novio y él no merece nada de esto.
— Si, sé que Aaron es perfecto y maravilloso.
— ¿Qué? Aaron no es perfecto. Él ha tenido que pasar por mucho en su vida para convertirse en lo que es. Sufrió mucho, pero decidió no ser igual que la persona que lo dañaba, decidió ser quien es hoy.
— Lo admiras. —Sonríe. Creo que sonríe de verdad y no fingiendo.
— Si. Lo admiro muchísimo.
— Perdóname.
— Te perdonaría cualquier cosa. —Deja un beso en mi frente, acto seguido me abraza con fuerza—. Sigues siendo mi mejor amigo.
— Y tú mi mejor amiga.
Decido que lo mejor es marcharme. A pesar de que todo ha quedado aclarado, sigo sintiéndome incomoda después del beso. Quiero encontrar a Aaron, estar con él y... contarle lo sucedido.
Mensaje:
¿Dónde estas? Estoy en la parada del autobús.
Tarda unos segundos en responder.
Respuesta:
Voy a por ti.
No sé cómo decírselo. Ahora es mi novio y si, sé que debería tener la misma confianza que cuando éramos solo amigos, pero tengo miedo de que no se lo tome demasiado bien. Aaron es comprensivo, bueno y dulce, pero esto es diferente.
Tomo aire.
— Hey. —Su voz hace que me gire—. Hola preciosa.
— Aaron. —Sonrío—. Hola.
Subo en el coche. Él me observa unos segundos pero al notar mi silencio, deja de mirarme para conducir sin hacerme ninguna pregunta. Tengo el corazón acelerado, atemorizado por lo que pueda pasar después de decírselo.
— Liam —Trago saliva— quería despedirse.
— ¿Se va?
— Si, quiere alistarse en el ejército y seguir los pasos de su padre.
— Todos tenemos derecho a cometer errores, puede que él necesite saber si es lo que realmente quiere.
— Lo sé.
— ¿Tú, estás bien?
— No quiero que se vaya, él es mi mejor amigo, siento que lo hace por lo que le dije.
— No te culpes de todo lo que Liam haga, lo hace por decisión propia. Además, tengo entendido que pueden visitar a sus familiares de ven en cuando.
— Si.
— ¿Te pasa algo más? Estas diferente.
— Estoy un poco preocupada.
— Lo entiendo. —Dice dulce—. Podemos ir a un lugar tranquilo para que tomes aire y te relajes.
— Lo acepto. —Le sonrío, poso la mano en su hombro y me mira de reojo.
Conduce con música, siempre con la alegría que lo caracteriza. Llegamos a un lugar tranquilo, al aire libre y con gente que igual que nosotros, han querido evadirse de sus problemas para pasar un agradable día familiar.
Caminamos para encontrar un lugar donde sentarnos, él me sorprende abrazándome por la espalda y sonrío. Echa la cabeza en mi hombro, lo miro de reojo, y no puedo evitar sentirme culpable por lo que ha pasado.
— Aquí. —Toca el césped—. Está seco, pero si quieres busco algo para sentarnos encima.
— No. —Me siento—. Podemos quedarnos aquí.
Se sienta a mi lado. Le conozco, quiere hacerme de nuevo la pregunta, tengo miedo de responderle y que no quiera perdonarme.
— Tengo que contarte algo más.
Traga saliva.
— ¿Qué?
— Primero quiero que sepas que no tengo dudas, que sé perfectamente con quien estoy, y con quien quiero estar. —Mueve la cabeza, es la primera vez que lo veo tan serio—. Te quiero a ti porque te has ganado todo lo que siento.
— Amara, puedes decirme lo que sea.
La culpa me hace llorar. Él muestra empatía y tristeza por mí sin saber por lo que estoy llorando realmente. Me aparta el pelo, suspira, y me da un beso en la mejilla.
— ¿Qué ha pasado entre vosotros?
— Me ha besado. —Confieso al fin—. Le seguí el beso por estúpida.
El repentino silencio es abrumador. Sigue mirándome a los ojos pero creo que algo más distante. Le veo tragar saliva, respirar rápido, y acto seguido gira la cabeza.