AMARA CORTÉS.
No sé como expresar lo que siento. Nunca me he cruzado con una persona como él; comprensiva, dulce, y sin ninguna actitud egoísta. Sé que no olvidará mi beso con Liam, pero también sé que no se esforzará por recordármelo porque él no es así.
Echo mi cuerpo sobre el suyo, me pasa los brazos por encima.
— ¿Por qué se quiere ir?
— Porque quiere ser como su padre. —Susurro tocándole los nudillos—. No sé si es lo que quiere ser. Siempre quiso seguir con la carrera de baloncesto porque lo apasiona.
— Puede que quiera probar. Él es el hijo de una persona importante, lo recibirán como tal y estará bien.
— Eso espero. —Giro la cabeza—. Pese a todo es mi mejor amigo.
— Lo sé.
— Y no quiero que lo pase mal. Sé que en este momento no está bien, lo he rechazado por segunda vez, y aunque debería sentirme mal, me siento normal, no culpable.
— Eso es porque no tienes culpa de nada. Tú lo quisiste, muchísimo, pero él no lo supo ver y valorar.
— Si...
— Eres su mejor amiga, apóyalo, lo necesita.
Me pongo de rodillas y posicionarme frente a él.
— ¿Tú crees? ¿No te molestaría?
— Amara. —Pone las dos manos en mi rostro—. Confío en ti. No pienso ser un novio celoso que te prohíbe hacer cosas.
— ¿Y qué vas a ser?
— No puedo decírtelo, pero te voy a hacer feliz.
Le doy un beso. Sonríe en mis labios, y ambos sonreímos más.
LIAM COOPER.
Mamá cita a las personas que decidirán sobre mi futuro en la base militar, comerán con nosotros y me harán mil preguntas que en este momento soy incapaz de saber responder. Tengo la cabeza ida, no puedo dejar de pensar en Amara y en sus sentimientos.
— Tío. —La voz de Christian me hace saber que estaba distraído—. ¿Qué haces en el porche?
— He hablado con Amara.
— ¿Ha vuelto? —Pregunta mientras se sienta a mi lado—. Por tu cara parece que nada bien.
— Le dije que me voy, y le di un beso.
— ¿En la boca?
—Exactamente, en la boca.
— ¿Y qué?
— No está enamorada de mí. Quiere a Aaron y siento que es muy real.
— Se marchó con él, Liam, es real.
No quiero aceptarlo.
La he perdido por no saber valorarla. Por no saber quererla y pensar egoístamente en lo que yo quería. Alguien más le mostró la diferencia entre querer y amar, no fui yo. Alguien más la quiso como merecía, no fui yo. Alguien más pensó en ella antes que en uno mismo, y tampoco fui yo.
— Duele.
Pasa el brazo por mis hombros, lo miro de reojo, y ambos suspiramos. Lo echaré de menos si decido irme. Se quedó cuando me convertí en un popular insoportable, con aires de todopoderoso. Se quedó cuando empecé una relación absurda para olvidar a quien de verdad quería, y me a aceptado después de todo.
— Lydia a cambiado desde que esta contigo.
— Lydia, es buena persona. Su único defecto es querer ser siempre el centro de atención, y no me hizo bien estar con ella. Conocí a una persona distinta, si, pero... me convertí en alguien que nunca quise ser.
— ¿Habéis roto?
— Le dije que necesitaba un tiempo.
— Pedir tiempo es de cobardes. Si no sientes lo mismo que ella díselo, no merece vivir en incertidumbre.
— Voy a despedirme de ella, le contaré todo y espero que me perdone.
— Has sido un buen novio.
Sofia aparece, se sienta a mi lado y le sonríe.
— Que bien que estéis aquí. —Dice—. Quiero contaros algo.
— ¿Qué?
— Me he inscrito a un concurso de literatura.
— Ese siempre ha sido tu mayor miedo ¡Felicidades! —Me empuja.
— No exageres, aún no sé nada sobre ello. Solo he enviado lo que pedían y tengo que esperar.
La abrazo. La despeino para molestarla un poco y reímos. Me siento tan afortunado y orgulloso de ella. Que luche por lo que quiere, que no permita que sus miedos la detengan, siempre esperé este momento para mirarla lleno de orgullo. Sé que llegará lejos.
— ¿Por qué tenéis esa cara? —Pregunta cruzándose de brazos en un tono que sólo ella sabe poner—. ¿Estáis así por qué quieres alistarte en el ejército?
— He hablado con Amara y me ha repetido lo que ya sabía.
— Hermanito, pasa página —Suspiro—. Creo que lo mereces y ella también lo merece. Aquí, en el ejército o donde quieras ir, pasa página, enamórate, ama a otra persona y sigue con tu vida.
— Si te hubiera hecho caso, no estaría en esta situación.
— Si me hubieras hecho caso, pero no, no lo hiciste. Ya no puedes cambiarlo, puedes empezar una nueva vida.
Trago saliva.
— Tienes razón. Los dos tenéis razón.
— ¿Qué te parece si buscamos algo en tu armario menos feo para la reunión? —Pregunta burlándose de mí—. Vamos Christian.
— ¿Le vas a hacer caso?
— Si. —Me responde él.
Los dos me obligan a sentarme en la cama mientras revisan mi armario.
AMARA CORTÉS.
Pasamos a ver a mi madre. No quiero dejarla mucho tiempo con personas que la rechazaron. Cuando llegamos, ella está rodeada por varias personas; riendo, hablando sobre mí y con música de fondo. Una música hermosa.
— Mamá.
— Amara, mi vida. —Coge mi mano—. Que bien que estes aquí.
— Me sorprende todo esto. —Le susurro.