Imagino que ya se están cansando de escuchar sobre mi hermoso pasado... Bueno, mejor ya vuelvo a la actualidad o me dará migraña si empiezo a recordar todos y cada uno de mis destrozos... Volviendo al presente:
Hola soy Harp... Esperen, ya me presenté... Bueno no importa, soy Harper Benjamín, actualmente estoy atravesando la estúpida y jodida etapa de la adolescencia... Me da escalofríos mencionarlo, triste... Tengo 16 puñeteros años, y no saben cuánto odio mi vidaa aksfhdfwerkd... Ok, resumen: Nací con una maldición, bla bla bla, todo se rompe a mi paso, bla bla bla, me encanta la Nutella, bla bla bla... Uff, se me seca la garganta de tantos bla's... En fin, quedé en que sentía que mis padres no me contaban todo, bueno, mi padre en específico, ese se traía algo entre manos.
Para empezar con la historia de verdad:
Había una vez, en una hermosa mañana, una hermosa chica se levantaba para saludar al día con su radiante sonrisa... MENTIRA... No todo en la vida es color de rosa amigos, créanme, todo paso así:
Primero, la mañana estaba HORRIBLE CON TODAS SUS LETRAS EN MAYÚSCULA... Ni se veía el sol, el cielo nublado, lloviendo a cantaros, truenos a todo dar, en pleno verano... Perfecto día para levantarse pesadamente y rodar en la cama hasta terminar en el piso... Buen inicio del día: Mi nariz pegada al piso. Maldigo mi vida por 749856024943 vez en el año y me trato de parar con dificultad, opté por ir arrastrando mi trasero hacia el baño. Me seguí arrastrando como un gusano, y traté de entrar a la bañera con la pijama puesta, estaba perezosa. No sabía por qué entraba a la bañera con ropa, pero todavía están vestida al abrir la llave. ¿Pretendía bañarme con ropa? Un gran dilema... Al final me bañé con la ropa.
El agua estaba fria, se había dañado el calentador por milésima vez. Por suerte era sábado, nunca estaba apurada los sábados... A decir verdad nunca estaba apurada... Todavía no estaba en una escuela, y como mencioné antes, mis padres me educaban y enseñaban todo lo que sabían. Pero solo un golpecito de suerte me tocó esa mañana...
Al cambiarme con lo primero que encontré en el armario (como siempre), iba a tomar las escaleras para bajarlas, pero el condenado meñique de mi pie se quedó atorado con la pared que doblaba a la escalera. Y como cosa normal, levanté mi pierna del dolor y mientras saltaba en la otra, pisé la escaleras y ya me encontraba bajando de una forma no normal. Al llegar abajo no tuve más que ponerme a gritar como desquiciada...
—¡Harper! ¿¡Qué te he dicho de gritar como desquiciada?!— Se escuchó una mamá poco molesta.
—¿¡Pero qué demonios quieres que haga?! ¿¡No acabas de ver cómo me estrellé contra el piso desde allá arriba?!— Le respondí, porque al parecer no había escuchado mi cabeza rebotar en el suelo.
—Ok, pero no tienes que gritar como si te estuvieran matando, vas a despertar a...—
—¿A quién, a los vecinos?— Dije con un tono de burla mientras me paraba e iba a donde ella en la cocina —Sabes que no tenemos vecinos desde la catástrofe de Camila—
—Si— Dijo suspirando —Pobre Camilita... Pero te iba a decir que no gritaras porque despertarás a tu padre... Aunque veo que ya no importa...— Ahí mismo salía mi papá todo despeinado bajando por las escaleras, al llegar al último escalón, cayó de cara contra el piso... Wow, muy parecidos...
—Auch...— Dijo con su cara aún en el piso... Sip, muy parecido a mi... —¿Qué ha sido todo ese ruido?— Preguntó parándose del suelo.
—Es que me caí otra vez por las escaleras— Dije haciendo un puchero y acercándome a mi padre para que me apapachara.
—Aww, mi niña se cayo— Me imitó en el tono de voz, lo cual me causaba mucha risa, y nos reímos todos. Ese fue el momento en el que me percaté de que mi madre estaba haciendo pancakes, mhm mis favoritoos. Mientras mi padre saludaba a su esposa, yo me dirigí a la nevera a buscar mi glorioso hielo... Si, tenía una obsesión con el hielo, ¿¡Y QUE?!
—Mi precioso...— Le susurré al hielo mientras lo entraba en mi boca y escuchaba a mis padres cuchichear detrás de mi.
—Harper, tu padre y yo te tenemos que decir algo...— Esas palabras nunca me agradaron, siempre las decían cuando se moría algún familiar, alguna mascota (Que en paz descanses Ruby) o cuando yo estaba en problemas... la mayoría del tiempo...
—Oookeeey, ¿De qué se trata esta vez?— Dije con tono curioso y aún con el hielo en la boca.
—Bueno, no sabemos cómo lo tomarás, pero ha sido nuestra decisión y discutimos esto muchas veces...— Me mataba el suspenso.
—A ver, sueltenlo, tengo curiosidad...— Me les quedé mirando por unos segundos tratando de descifrar sus expresiones, talves era miedo...
—Hemos decidido que empezarás las clases en agosto, te inscribimos en una escuela...—
ESPERA ¿¡QUÉ!?
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Mi mente estaba en blanco... No sabía que decir... Siempre había querido asistir a una escuela, pero eso era de pequeña, pues ya no me llamaba la atención...
—Eeeeee— Solo eso pudo salir de mi boca en ese momento... Bueno, eso y el hielo... ¿Feliz? O ¿No feliz? ¿Feliz? O ¿No feliz?... Otro enorme dilema...
—Eh, ¿Harper? ¿Estás aún con nosotros?— Salí de mi trance y decidí por lo mejor... Sonreír como maniática.
—Eso esta súper, me encantaría— Se notó el miedo en mi voz, nunca había ido a escuelas, no sabía lo que me encontraría ahí, tenía miedo. —Ok, admito que estoy aterrorizada con la idea, pero al fin podré salir de esta prisión— Dije señalando toda la casa y riendo, mis padres soltaron su tensión y se rieron también, corrí a abrazarlos. —Gracias, enserio, son los mejores— Y ahí fue que, de nuevo, recordé que mi madre estaba haciendo pancakes... —Eh, ¿Ma?... Creo que se está quemando...— Ella se soltó del abrazo y fue a apagar la estufa. Tuvo que botar el lindo paquequito color azabache a la basura...
Subí corriendo a mi habitación, no sin antes chocar con 2 paredes, tumbar un florero y estampar mi cara en la puerta... Eso era lo mejor que me había pasado, eso cambiaría mi vida, y no permitiría que ninguna maldición me arruinara eso...