La Ley Del Lobo

Capítulo 1

Este libro va dedicado a mi pequeño Ángel, el mejor regalo que he recibido jamás, Mi Azula. Este precioso y cómico libro va dedicado con mucho amor para ti.

Londres, Inglaterra 1873

Sala de fumadores del club White's

"Exígete mucho a ti mismo y espera poco de los demás, así te ahorrarás disgustos" 
Wolfram se frotó la frente con sus dedos incapaz de concebir por qué se le vino a la cabeza la frase favorita de Maurice Pearson, en aquel entonces, su tutor. Últimamente los recuerdos de aquel tipo eran más frecuentes y eso le molestaba sobre manera; se dijo así mismo que era porque tenía demasiado tiempo libre. La cámara de lores había cerrado sesión y sus demás obligaciones estaban en el más completo y perfecto orden. En vista de que Iuola, su hermana pequeña y actual duquesa de Leithold, era ahora responsabilidad de su marido y no de él aumentaba su ocio, todos sus hermanos ya estaban casados y vivían en ciudades distintas; reuniéndose en las fechas de cumpleaños, algunas temporadas sociales y navidad. 
Becky, su cuñada y esposa de su hermano Marsias había dado a luz a su tercer hijo, Sebastian, y esa había sido la última vez que todos se habían reunido. Iuola le había escrito el mes pasado que se encontraba encinta y que le hubiese gustado decírselo personalmente pero la agenda apretada de Altaír y el hecho de que ella ahora tenía más pacientes que antes, no se lo permitió. Ellos residían actualmente en París con su hijo adoptivo, Wolfry. Su hermana se había trazado una fama de sanadora y había viajado a seis países, llevándose consigo una excelente reputación. 
Uriel y Aitasis habían formado un Dojo en Edimburgo y muchos niños de todas las clases sociales recibían clases de artes marciales. 
Su hermana Georgia y su esposo Robert Harrys, se habían abierto en el mercado de caballos de carreras y muchos personajes ilustres les pedían asesoría.
Él estaba orgulloso de todos ellos, pero no podía evitar el vacío que sentía en Westhampton Terrace, por esa razón había viajado a Londres para sentir un poco el bullicio de la ciudad y poder ir a su club. 
-¿Westhampton?-lo llamó Hastings-¿Estás de acuerdo?
Este se encontraba en una de las salas privadas, la cual consistía en dos sofás y tres sillones; una mesa de centro con ceniceros y un balcón pequeño. Con el se encontraba El duque de Hastings y Sir Lion, Barón de Lewis.
Wolfram acarició el mando de su monóculo.
-Consultaré con mi secretario Hastings 
-¿Consultar? ¿Consultar qué? Westhampton la aristocracia se va a venir abajo, es bueno asociarse con esos terratenientes. Tu mismo lo hiciste al permitirle a tu hermana casarse con ese americano. 
Este se llevó el monóculo al ojo. Si Hastings supiera que él no le permitió nada a su hermana y que la decisión fue de ella; pero claro eso a él no le importaba. 
Wolfram rara vez daba explicaciones por algo, madre bien nunca lo hacía. No tenía por qué hacerlo, sus decisiones no eran cuestionables y punto. 
-Te escribiré cuando haya tomado una decisión-finalizó este mientras aumentaba el lente. 
Hastings sabía de sobra que era una perdida de tiempo discutir con el. 
Wolfram se puso de pie-Les pido un permiso caballeros, tengan una buena tarde 
-¿Te vas Westhampton?-le pregunto Sir Lewis- No tardan en llegae las cortesanas francesas, son la nueva adquisición del club 
Este se colocó su sombrero-No estoy interesado 
Hastings levantó su copa e hizo un brindis-las cortesanas nunca han sido el interés  de Westhampton, Lewis 
-¿Ah no? ¿Entonces qué tipo de mujer le gusta a su excelencia? 
En la estancia se hizo el silencio. Wolfram no estaba acostumbrado a que se pasaran de la raya con él y no toleraría eso ni siquiera de Lion que fue compañero de Eton. 
Westhampton se llevó el monóculo al ojo y los escrutó con la mirada; de inmediato estos borraron la sonrisa que tenían en sus rostros.
-No tenía entendido que mi vida privada fuese de dominio público. Buen día caballeros-y al decir esto se fue. 
Él salió de la estancia y se encontró caminando por los pasillos del club; personas a su alrededor emitían reverencias por doquier, pero él jamás se percataba de ello ya que estaba acostumbrado a que el resto del mundo le rindiera pleitesía. 
A sus treinta cinco años ya había construido una gran fortuna que no estaba ligada al título y todo había sido producto de arduo trabajo. Lord Ian, su padre, había sido un gran padre, pero un pésimo duque, este afortunadamente no había perdido la fortuna ligada al título, sino más bien que no se media al consentir los gustos de su familia y los suyos propios. Cuando Wolfram tomó el ducado, aún era joven y le llevó varios años entender el funcionamiento de todo; expandió las propiedades no solo en Inglaterra, sino en Gales, Irlanda y Escocia; y en el continente tenía muchas más. Se sentía orgulloso de todo lo que había logrado, se sentía bien porque sus hermanos eran felices, se sentía tranquilo porque sus trabajadores y arrendatarios estaban contentos con la administración y eran leales a él; se sentía solo. Y ese último hecho se negaba a aceptarlo.

Wolfram salió a la calle y de inmediato la brisa fría de Londres acarició su rostro; su cochero le abrió la puerta del lujoso carruaje y entró. 
Últimamente pensaba mucho en Adele. Se mentiría así mismo si se dijera que alguna vez estuvo enamorado de ella y se sentía culpable muchas veces por acercarse y luego alejarse; pero no podía evitar pensar que Adele Weasly tenía la misma mirada de aquella mujer. Esa mirada desafiante y terca que siempre le había fascinado, pero nunca de manera amorosa, después de todo ella fue su mejor amiga. Fue cuando la arruinó que se dio cuenta que había estado enamorado de ella, desde ese día dejó de ser el mismo y más cuando se vio obligado a salir de Eton y vivir cada día aislado de sus hermanos con Maurice Pearson. Experimentó realmente lo que era realmente el infierno.



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En el texto hay: wolfram, charlie, sagawesthampton

Editado: 02.03.2021

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