Al día siguiente del baile de compromiso Wolfram – Francesca
Wolfram se encontraba desayunando solo en su biblioteca. Su familia desayunaba en el comedor junto con su prometida y los duques de Oxford; sabía que era una grosería no acompañar a la familia de su futura esposa, pero necesitaba la soledad para poner en orden sus ideas. Prefería mil veces pasar en la biblioteca que, en el sombrío estudio de su padre, esta aparte de los libros poseía un gran escritorio de madera de roble y un pequeño juego de muebles para sentarse a leer.
Su desayuno estaba intacto, tenía hambre, pero se negaba a comer. Había mandado a buscar a Charlie en secreto, le ayudaría a como dé lugar. Esperaba que ella entendiera que él no solo era Wolfram, sino también el duque de Westhampton.
En ese instante alguien tocó la puerta.
–Adelante
Marco ingresó con una bandeja plata que contenía el periódico.
–Excelencia–hizo una reverencia y le tendió la bandeja. Tomó el periódico y lo abrió.
–¿Todos siguen en el comedor?
–No todos, excelencia. Lady Georgia salió muy temprano a montar y no ha regresado; y Lord Marsias está con Lady Iuola en la habitación infantil
–Eso quiere decir que solo mi madre, la abuela y Uriel está con los Oxford
–Y Lady Darleen también
Él asintió–Puedes retirarte
Su mayordomo le hizo una reverencia y se marchó.
Wolfram comenzó a pasar las páginas y no encontró algo interesante para leer, no obstante, un título captó su interés.
“IDENTIFICADA LADRONA EN WESTHAMPTON HOUSE”
Él no podía dar crédito a lo que estaba leyendo. Todo lo que pasaba en su casa, nunca podía ser de dominio público, ellos escondían secretos que no podían ser revelados, por eso siempre mantenían límites con la prensa británica.
Se levantó de inmediato y salió al vestíbulo. Allí vio a su hermana Georgia con su traje de montar, ella se quitó el sombrero y su largo cabello negro estaba a la vista.
–Georgia–La llamó. Ella lo ignoró y siguió caminando.
Él suspiró–Georgiana
Ella se detuvo sin mirarlo–¿Qué?
–Ven aquí, necesito preguntarte algo
Ella lo miró–¿Quién me lo está ordenando? ¿Tú o Westhampton?
Él negó lentamente con la cabeza–¿Tienes idea de quién hizo eso?
Ella ni siquiera miró el periódico.
–Pensé que habías sido tú, si la echaste como un perro no me extraña que hagas eso también
–Por supuesto que no lo hice yo
Su hermana lo miró con desdén–Da igual quién lo hizo Wolfram, el daño está hecho, con enfurecerte no ganas nada ¿Crees que le van a prestar atención a un joven como tú? No lo harán, por muy duque que seas ¿Y sabes por qué? Porque este ducado no tiene ningún poder aparte de su título
Ella dio media vuelta y se fue.
–Aprende a ganar respeto hermano mío–le dijo ella
Él bajó las escaleras y se dirigió al comedor. La rabia lo estaba consumiendo, sentía que todas sus emociones se estaban colocando en su contra y no lo dejaban pensar con claridad.
Este abrió ambas puertas del comedor en par en par.
–Westhampton–le dijo su madre–¿Qué es esa forma de entrar?
Él tiró el periódico en el comedor y no dijo nada; Oxford lo tomó y sonrió.
–Ya salió la nota–dijo con evidente entusiasmo
Nerissa le pidió el periódico y al ver la noticia abrió los ojos como platos.
–¿Usted es el responsable de esto? –le preguntó
–Había que darle una lección a esa mujer, no dejar que se fuera así libre de toda culpa
–¡Y un cuerno! –le gritó Wolfram–Yo hice un trato con usted y no lo cumplió
–Esa mujer le robó a mí hija, Westhampton
–Y ya no está aquí–le amonestó Wolfram–Yo le dije que lo iba a solucionar, no tenía por qué acudir a la prensa
Oxford se echó a reír–¿Esa fue tu solución? El ducado de Westhampton tendrá problemas en un futuro con un hombre tan incompetente
–Un momento–intervino Nerissa–No te permito que hable así de mi hijo
–Pero tía si tiene razón–intervino Darleen–Westhampton es un inútil
Uriel se acercó a Darleen, la tomó por el brazo y la hizo levantar.
–Tú vas a acompañar–le dijo este mientras la llevaba a la fuerza.
–Lo hecho, hecho está–declaró Francesca mientras se colocaba de pie y le tomaba el brazo–Excelencia ¿Damos un paseo?
Wolfram se soltó bruscamente.
–¡Wolfram!–lo riñó Nerissa
–¿Qué es esa forma de tratar a mí hija?–le amonestó la duquesa de Oxford
–Si su hija es tan valiosa, cásela con otro–les dijo él–en lo que a mí respecta, el compromiso se cancela–y al decir esto se fue.
Al salir del pasillo se encuentra con una Georgia sorprendida.
–Wolf…–comenzó a decir ella y él la ignoró pasando por el lado.
Al subir las escaleras se encontró con Marsias.
–¿Qué sucede? –le preguntó
–Haré la gestión para que empieces tu carrera militar y Uriel la de clérigo. ya que soy tan inútil, de ahora en adelante las cosas van a marchar como se debe–le dijo mientras pasaba por su lado.
–¡Wolfram!–lo llamó Marsias
–Quiero estar solo
Uriel y Georgia llegaron al pie de la escalera.
–Nosotros no creemos que ere inútil–le dijo Uriel
Wolfram se detuvo y los miró.
–Ni siquiera ustedes me respetan, me siento como una basura. No tienen ni idea de lo que siento, porque se supone que no debo sentir. A partir de hoy renuncio a ser su hermano, mis órdenes serán incuestionables–y al decir esto se fue.
Este llegó a su habitación, tiró la puerta y comenzó a arrojar todas las cosas que estaban a su paso. Se sentía frustrado, decepcionado y solo.
Este se acercó a la puerta y la abrió.
–¡Marco! ¡Marco! –lo llamó y el mayordomo salió de inmediato.
–Sí su excelencia
–Manda un criado a Bow Street y haz que busquen a Charlie
–Si excelencia
Wolfram se encerró de nuevo, se sentó en su cama, abrió el cajón de su mesa de noche y sacó un cofre. Lo había mantenido en aislado porque pensaba que había otro camino.
Abrió y leyó la nota que contenía los diez mandamientos del ducado de Westhampton, que su padre había ignorado con facilidad y que él tampoco los había tomado en cuenta.
Una de las cosas que iba a hacer era contratar a su antiguo tutor como consejero.
Allí dentro del cofre se encontraban los monóculos de su abuelo, Lord Marcus, su padre nunca se había llevado bien con su abuelo por ser tan conservador, no obstante, ya entendía por qué su abuelo fue tan duro.
Este sacó un monóculo y guardó el cofre.
–Ya hice mi elección–dijo y a continuación se lo colocó.
–¿Tyler? ¿Tyler?–lo llamó Charlie. Él se encontraba distraído y luego la miró.
–¿Disculpa?
Ella se echó a reír–Te estoy aburriendo ¿verdad?
–Por supuesto que no
–Debes pensar que soy rencorosa
–Tienes todos los motivos para odiarlo
Ella se abrazó las piernas.
–Fueron momentos difíciles, todos me cerraron las puertas. Pasé frío, hambre… no quiero ni recordarlo. No obstante, me sirvió para conocer al único hombre que he amado en toda mi vida
Él la miró–Tu esposo
–Sí, pero mi historia con Charles aplica para otro día ¿no crees?
–Me servirá como excusa para verte de nuevo
Ella se echó a reír–Creo que debo irme, mañana debo ir a la escuela. No a dar clases obviamente, es por una citación. En la tarde es el picnic aquí en el bosque, no te imaginas como lo decoran ¿irás?
–¿Tu irás?
–No lo sé, muy poco voy, no obstante, me agrada tu compañía. Podemos ir juntos
Él asintió–Pasaré a recogerte
Ella se puso de pie y tomó el saco.
–Creo que se estropeó, lo siento
–No te preocupes
Él se puso de pie y tomó la botella–¿Qué haremos con ella?
–Guárdala, la terminaremos cuando te marches de West Oxfordshire
Ella vio en su mirada un reflejo de desolación, pero desapareció al instante.
–Tyler ¿Estás bien?
Él asintió mientras se acercaba a ella.
–No se… te ves algo raro
Él la tomó por el brazo y la abrazó. Ella abrió los ojos sorprendida y dejó los brazos rígidos.
–¿Tyler?
Él no le decía nada.
–¿Estás bien?
–Lo siento, de verdad, lo siento
Ella se quedó de piedra. Aquella sensación era familiar, pero muy extraña.
Él le soltó y se negó a mirarla.
–¿Qué te pasa Tyler? Y no me salgas con que en tus ratos libres eres escritor y te conmovió mi historia
Él le colocó su saco–Hace frío, te acompañaré a casa
Ella lo miró, pero decidió insistirle. El camino de regreso a casa fue en silencio, no era muy agradable. Ella no dejó de pensar en el sentimiento de desolación que bañaba la mirada de Tyler Breedlove.