Real Sociedad De Londres, dos años antes
Charlie caminaba por las tristes y frías calles de Londres, odiaba Londres. Sentía que los londinenses eran seres frívolos precisamente por el ambiente de su ciudad.
Su vestido negro era de corte sencillo, mangas largas y cuello alto. Llevaba un paraguas consigo del mismo color y un sombrero de ala. Ya hace un mes se había quitado el velo, no le gustaba.
Sus ojos aún permanecían hinchados, ya se había cansado de buscar a Charles y lo habían declarado muerto. Ella sentía en su corazón que lo habían asesinado y todo por la última investigación de él.
"Este descubrimiento nos hará muy ricos mi amor, iré a patentarlo y luego iré a presentarlo a la Real Sociedad De Londres"
Ellos le enviaron una carta diciéndole que se presentara para brindarle un auxilio económico, por la inesperada desaparición de Charles Newton. Y lo cierto era que la necesitaba, su esposo había invertido todos los ahorros en aquel estúpido descubrimiento que ella no sabía exactamente qué era.
Su amiga Victoria se había se había quedado en la posada, ella tenía que hacer esto sola.
Nadie en West Oxfordshire sabía que había ocurrido con Charles, para ellos él había muerto en el accidente de la plantación y por eso no tuvo un cuerpo al que enterrar; la única que sabía la verdad era Victoria.
Tenía una tarjeta de invitación para ver al presidente de la real sociedad George Biddell Airy, al llegar allí le dio la tarjeta al criado y él la hizo pasar.
Charlie sumergida en su dolor, no se percató de la increíble estructura de la sede, sus ojos aún seguían hinchados de tanto llorar.
El criado abrió la puerta y la anunció.
—La señora Newton, señor
Ella ingresó a la estancia. Allí tras un gran escritorio el actual presidente de la Real Sociedad, George Biddell Airy, se puso de pie.
Era un hombre aproximadamente de sesenta años o más, tenía el cabello y la barba de color blanco; llevaba puesto unas gafas circulares. Iba vestido de negro, camisa blanca y corbata del mismo color del saco.
—Pase señora Newton—le dijo este y así lo hizo
El criado cerró la puerta tras ella.
—Por favor siéntese
Ella así lo hizo y lo miró fijamente.
—Antes que nada, quiero ofrecerle mi más sentido pésame. El mundo científico perdió a alguien importante
Ella no le dijo nada.
—Entiendo perfectamente su dolor señora Newton, pero créame es importante para nosotros el descubrimiento que hizo Charles ¿Encontró algo en su estudio?
—No encontré nada
—¿Está segura?
Ella asintió—Mi marido dejó muchas deudas, el dinero de nuestros ahorros se fue en esa estúpida investigación. No tengo un cuerpo al que enterrar y ya me están presionando; le agradecería por favor que fuéramos al grano
Él hombre la miró fijamente y de su cajón sacó una pequeña bolsa.
—Aquí tiene señora Newton y nuevamente por favor mi más sentido pésame
Charlie la recibió, a continuación se puso de pie y salió de la estancia.
Ella no sabía a ciencia cierta cuál era el descubrimiento de Charles pero si sabía que había descubierto. Él elevó al cubo el teorema de Pitágoras, al parecer el resultado de este era imposible, pero descubrió cómo resolverlo. No le importaba lo más mínimo la Real Sociedad, ni el idiota de Pitágoras, ni nada. Ella estaba sola, había perdido al único hombre que amaba con locura y no le importaba nada más.
Al salir de nuevo a la calle le fue imposible no recordar los motivos por el cual pasaba allí en su anterior vida. Cenas, bailes, meriendas, reuniones y demás.
Victoria la estaba esperando en la posada, así que decidió apresurarse y tomar el primer coche de alquiler. Hasta que lo vio.
Charles, su marido, caminaba del brazo de una mujer y un niño. Llevaba ropas diferentes a la que él usaba normalmente, eran ropas gitanas. La mujer tenía una hermosa cabellera negra larga, la piel bronceada, los ojos negros y los labios gruesos y carnosos; tenía los pechos grandes y la cintura bastante estrecha. El niño tenía aproximadamente tres años, tenía una mata de pelo larga, le llegaba a los hombros y lo llevaba de la mano.
Charlie no sabía qué hacer, estaba de piedra y las lágrimas se habían apoderado de sus mejillas.
—Charles... está vivo—susurró
Sus pies cobraron vida y cruzó la calle hasta ellos. La pareja la miraron estupefactas.
Charlie tragó saliva, su esposo la había engañado. Había caído tan bajo, que no sabía qué hacer ni qué decir.
—Disculpe señorita ¿La conozco?—le preguntó él confundido
Ella se limpió las lágrimas y se echó a reír.
—No tienes que caer más bajo Charles, finges que no me conoces para quedar bien frente a ella ¿verdad?
—¿Usted lo conoce?—le preguntó la mujer
—¡Soy su esposa!—les gritó y ambos quedaron en silencio.
—¿Tengo una esposa?—preguntó él y Charlie frunció el ceño.
—Venga con nosotros por favor—le pidió ella—El campamento no está muy lejos
—Pero ¿Qué...?
—Venga con nosotros, yo le explicaré
Ella se dispuso a seguirlos. Charlie no entendía nada, su esposo parecía otra persona y el niño no dejaba de mirarla de forma recelosa.
Al llegar a la tienda, todos los Romanís repararon en ella, sin embargo llegaron a la tienda muy rápidamente.
—No entiendo absolutamente nada—comenzó a decir Charlie—¿Cómo es que mi marido al que daba por muerto, esté vivo? ¿Por qué me has engañado? ¿Por qué no decirme que ya no querías estar conmigo Charles Newton? Yo estoy profundamente enamorada de ti, pero te habría dejado ir ¿Por qué hacerme sufrir de esta manera? ¿Por qué? ¡¿Por qué?!