La Ley Del Lobo

Capítulo 28

El día de los cosechadores era una festividad muy esperada, era la oportunidad de las personas del común de mezclarse con la aristocracia. Por lo general a la flor y a la nata de la sociedad no le importaban ese tipo de eventos, pero se obligaban a ir para ser invitados a Westhampton Terrace por el duque. Todo aristócrata que decidiera ir, el duque le abría las puertas de su casa. 
Por ende sus hermanas y sus cuñadas estaban demasiado ocupadas realizando el menú de cada día, desarrollando distintas actividades y organizando a los invitados. 
La habitación infantil se llenó de muchos a niños y Freyja era la lideresa de la habitación infantil. 
Sus hermanos y sus cuñados habían contribuido muchísimo en la bienvenida de los invitados, aportando ideas para las actividades masculinas y guiando a los caballeros solteros a la residencia para ellos. 
Camelia y su esposo habían llegado poco después y esta se llevó la más gélida de las miradas de Wolfram, sin embargo lo ignoró.
Aquellos días habían sido estresantes para Wolfram, tenía que hacer la labor de duque en la casa y al volver con Charlie debía fingir trabajar en las tierras; su paciencia se estaba agotando y ya no podía dormir por las noches. 
Él quería consumar el matrimonio cuanto antes, ya que si ella se esteraba podía revocarlo. Nunca encontraba el momento adecuado. Hace como dos días intento hacerlo, pero en ese momento llegaron las mujeres de su familia a visitarla y se la habían llevado de compras toda la tarde. 
Su esposa estaba entusiasmada con la festividad, ya que hacía muchos años no participaba y quería estar en todas las actividades. Él le había dicho que le tocaba trabajar más que nunca, así que no podía acompañarla. De igual forma ella había hecho planes con sus hermanas y ese hecho le aliviaba y preocupaba a la vez.

Él se encontraba en su biblioteca, lejos de todo el bullicio de afuera. Había recibido a los invitados y luego se había escapado hacia su guarida para terminar de responder las cartas de la cámara de lores. Todos sus pares estaban desconcertados con su decisión, incluso Hasttings que lo había abordado hace unos minutos trató de convencerlo de que era idóneo para el puesto y él no; no obstante ya había tomado una decisión y no se arrepentía en lo absoluto. De repente se sintió cansado, como si en sus hombros cargaran más años de los que tenía y era una sensación vacía. Los días que había pasado con Charlie en aquella casa, estaban llenos de paz y tranquilidad; odiaba volver a la mansión a hacer sus tareas de duque. Sólo en esos breves momentos deseaba ser Tyler Breedlove y no, Wolfram Westhampton.

De repente la puerta de la biblioteca se abrió de golpe y entraron sus dos hermana y Aitasis; él no se inmutó y siguió escribiendo. 
—Tenemos una situación horrible Wolfram—le informó Georgia una vez las tres se acercaron a él. 
Este se llevó el monóculo al ojo y las miró a las tres. 
—Las puertas deben sentirse agobiadas cuando no las tocan—fue lo que dijo. 
Aitasis rodeó el escritorio y le cerró el libro de contabilidad.
—Será mejor que nos prestes atención o te juro que te daré un puñetazo Wolfram—le advirtió.
Él las miró como si mirara un simple gusano. 
—Allá abajo está Lady Francesca—le informó Iuola llena de ira. 
—Vino con Darleen—escupió Georgia—y esa estúpida le ha dicho a Becky y a Uriel que ahora mismo se encuentran recibiendo a los invitados, que esa mujer es su invitada.
—Queremos que la eches—le dijo Aitasis—O lo haces tú Wolf o lo hacemos nosotras. A nuestra manera.
Él dejó caer el monóculo y las miró—¿No pueden simplemente ignorarlas? 
—¡No!—exclamaron las tres 
—¡Tú mismo dijiste que Darleen no era bienvenida!—le recordó Aitasis.
—No la quiero aquí Wolf—le dijo Iuola—Ellas nos han hecho mucho daño, si esas mujeres permaneces aquí un minuto más, me iré. 
—Y ve sabiendo que yo también me iré—añadió Georgia 
—¡Ves y échala de aquí Wolfram!—le gritó su cuñada. 
Él se puso de pie y pasó por encima de ellas. Estas no tardaron en seguirle los pasos.
—¿Dónde está?—preguntó.
—En el vestíbulo principal—le informó Iuola.
Él bajó las escaleras y se dirigió a este; odiaba que su casa estuviera llena de gente. Antes de llegar a su destino se detuvo a saludar a varios de los invitados. 
Uriel y Becky compartieron una mirada curiosa y se le acercaron. 
—¿A dónde va su majestad?—le preguntó Uriel.
—Es “Su excelencia”—le corrigió Becky. 
—Le tengo más miedo a él que al Rey—le dijo con una sonrisa.
—Wolf va a echar a Darleen y a su amiga—le informó Aitasis.
—Muy bien—dijo Becky. 
—Esto no me lo pierdo por nada del mundo—comentó Uriel—menos mal y Altair está atrayendo la atención de los invitados a la sala de música 
—¿Está tocando?—preguntó Iuola emocionada. 
—Sí y me temo que una larga fila de admiradoras se ha congregado a su alrededor—le informó. 
—Altair es demasiado guapo—comentó Georgia—y el hecho de que tenga esa voz y sea un genio en el piano solo le añade más a su atractivo, yo de ti lo tendría más vigilado.
—No envenenes a Iuola por favor—la riñó Becky—él está loco por ella 
—Pero siempre hay arpías revoloteando Becky—le recordó Aitasis—Tú mejor que nadie sabe eso.
—Para que un buen matrimonio funcione debe haber confianza y lealtad—les dijo Becky—y tratar de ser veraz en todo momento 
—Uy Wolf tu matrimonio está condenado al fracaso—le dijo Uriel mientras se echaba a reír—Ah cierto, el que se casó fue Tyler Breedlove. 
—Uriel vas a hacer que nuestro hermano se suicide—le dijo Iuola 
Este se echó a reír—¿Wolfram? ¿Suicidarse? ¡Pero si él provoca suicidios!
—Uriel si me importara tu opinión te la pediría—le dijo Wolfram.
—Y si me importara tu permiso para darla, te lo pediría—fue la respuesta de este. 
Él visualizó a las dos mujeres y estas le sonrieron; contuvo un suspiro y se detuvo al llegar hasta ellas.
—Vaya vaya—comenzó a decir Darleen—No me esperaba una bienvenida tan encomiable de mi primo y todo su rebaños de ovejas.
—Seré breve—le dijo este—Márchate. 
Ella se echó a reír—¿Vas a hacer una escena Westhampton? ¿Delante de todos los invitados? ¿En verdad crees que te lo puedes permitir?
Esta vez la que se echó a reír fue Aitasis. 
—¿Crees que nos importa el escándalo? Será mejor que te vayas por tus propios medios o yo las saco a patadas 
—Que mujer tan vulgar—fue el comentario de Lady Francesca. 
—Todas las mujeres de mis primos son vulgares querida—le dijo Darleen—ninguno pudo casarse bien. 
—Podrán participar en todas las actividades de las festividades—les dijo Wolfram—pero no podré alojarlas en Westhampton Terrace. Darleen sé que tienes una casa aquí, bien podrías irte. 
—No tengo por qué obedecerte Westhampton—le dijo ella—mis padres y mis hermanos se quedarán aquí, no tengo por qué ser la excepción. Yo también soy una Westhampton. 
—Ese derecho lo perdiste desde que te metiste con mi hermana—le dijo Wolfram mientras se llevaba el monóculo al ojo—Ahórrame el tedio de llamar a un criado para que te saque.
Ella echó chispas por los ojos—Vámonos Francesca, no quiero estar rodeada de bastardas, prostitutas y vulgares. 
Las mujeres echaron chispas por los ojos pero Uriel logró mantenerlas a raya, mientras ellas se iban. 
—Debo preparar mi discurso para el inicio de las festividades—le informó—lo daré en un par de horas. Así que no me molesten.—y al decir esto se fue.



#611 en Otros
#112 en Novela histórica

En el texto hay: wolfram, charlie, sagawesthampton

Editado: 02.03.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.