La Ley Del Lobo

Capítulo 36

–No estoy celoso–negó rotundamente Wolfram en la sala de fumadores.

Allí se encontraban sus hermanos sus dos amigos Gabriel y Jhonathan.

–Yo lo estaría–comenzó a decir Altair–¿Permitir que un tipo acaricie la mejilla de mi esposa? Es hombre muerto.

–No olvidemos que este matrimonio es un engaño–comentó Jhonathan mientras bebía un sorbo de brandy.

Todos lo miraron y él los ignoró; a continuación Uriel se echó a reír.

–Este hombre si que tiene venas de acero–Wolf ¿Quieres que llame a Marco para que lo torture en el calabozo que tenemos en el sótano?

–Lo cierto es que a mi tampoco me gusta que un hombre se tome libertades con mi esposa–comentó Robert.

–Y mucho menos si sabes que tu mujer estuvo enamorada de él–informó Marsias y sus cuñados y amigos lo miraron.

–Fue cosa de niños–dijo Wolfram.

–Falso–le dijo Uriel–¿Recuerdas qué pasó todo el día llorando en su habitación el día que se casó Gregory?

Wolfram suspiró. Sabía que iba  acabar su propia tumba, pero honestamente no quería hablar sobre la escena que acabó de ver.

–Cuando era Tyler Breedlove  le dije a Charlie que era el mayor de cuatro hermanas–comenzó a decir–los llamé a ustedes dos Mary y Ursula.

Todos quedaron en silencio hasta que se escuchó la risa de Altair. Marsias y Uriel se pusieron de pie.

–¿Que hiciste que Wolf?–le preguntó Uriel enojado.

–¡Nos vemos mañana al amanecer!–le gritó Marsias.

Todos se echaron a. Reír y Wolfram bebió un sorbo de brandy. Altair se retorcía de la risa junto con Robert.

Gabriel negó con la cabeza mientras reía.

–Increíble que hayas inventado todo eso.

En ese momento Marco entró a la estancia e hizo una reverencia.

–Su excelencia, lady Westhampton requiere de su presencia–le informó.

–Dile que ahora no podrá ser, estoy ocupado.

–Así es Wolf–lo felicitó Robert–que sepa que estás furioso.

Charlie entró y se colocó junto a marco y los miró a todos mientras se cruzaba de brazos.

–Fuera de aquí–ordenó y todos exceptuando a Wolfram abandonaron la estancia. Marco hizo una reverencia y se fue.

–¿Qué necesita usted señora?–le preguntó secamente.

Ella se acercó a él, le arrebató el puro y echó una calada de humo.

–Sabes perfectamente que las damas no pueden fumar.

–Lo sé, solo estoy disfrazada de una.

Ella colocó el puro en el cenicero y se sentó frente a él.

Wolfram no podía negar que estaba furioso, pero con los años había aprendido a tener emociones a raya. Si estuvieran en otras condiciones, en bueno términos, hablaría con ella. Le diría que no se siente cómodo con la situación y que no le viera a solas, pero Charlie, su esposa, le estaba sonriendo con descaro y sabía que prohibírselo en estos momentos, era incentivarlo a hacerlo.

–¿Que tal tu día?–le preguntó.

–Hoy estuve reunida con la abuela, me dijo que debía asistir al comité de damas, creado por Lady Nerissa.

Él asintió–Actualmente la líder es la duquesa de Hastings.

–Que fastidio.

–¿No se llevan bien?

–casi tanto como Paris y Menelao.

Él no dijo nada y se limitó a suspirar. No sabía como sacar el tema sin que sonara que estaba molesto.

–¿Que tal el paseo?

–Hace muchos años no veía a Gregory, fue agradable.

Él asintió–¿Estás celosos Westhampton?

–¿Por qué habría de estarlo?

–¿Que te cuesta ser humano?

–No me interesa sentir esas nimiedades. Charlie lo miró echando chispas.

–No son nimiedades ¡Es ser un humano! Mírate, eres un témpano de hielo ¿En verdad crees que podría amar a alguien tan frío?

Ella se puso de pie para salir y él no se lo permitió; la tomó por el brazo y ella se zafó de su agarre.

–¿Por qué Moo me dejas ir? Es mejor así.

–El hecho de que sea así, no tiene nada que ver con lo que siento por ti.

–¡¿Y qué es lo que se supone que sientes por mí?! ¡Tú no lo demuestras! ¡Eres frío y distante! ¡Eres...!

Él la besó allí mismo. Los labios de Charlie eran demasiados suaves, se sentía igual que aquella vez en Westoxfordshire. Wolfram la tomó por el cuello y profundizó más el beso; su lengua buscó la de ella y ambas se sumergieron en una danza de placer.

En ese momento alguien abrió la puerta de par en par y ambos se separaron.

Wolfram estuvo a punto de asesinar a Altair y a Uriel.

–Oh Dios, pensábamos que Charlie te había asesinado–se excusó Altair.

–Como no escuchamos más nada–agregó Uriel.

–Por favor, sólo ignoren esto.

Ambos cerraron la puerta y Charlie se echó a reír, Wolfram ni siquiera se inmutó.

–Son unos idiotas–le dijo ella.

–Eso sería ofender a los idiotas.

Ella se echó a reír una vez más. A él le encantaba verla sonreír de manera natural, se prometió así mismo que lo haría a menudo.

–¿Te gustaría oír a Gunters?–le preguntó.

Por un momento pensó que ella se negaría, pero la vio asentir.

–me lo debes. Puede ser mañana, después de la reunión del comité.

Él asintió. Las cosas iban por buen camino, no dejaría que nada ni nadie se interpusiera en su felicidad con Charlie.


 

***


 


 

Charlie no se equivocó al llevar refuerzos a la reunión del comité. Aquella parecía una guerra apunto de librarse.

Ella se encontraba en uno de los salones de Hastings House, la duquesa se encontraba junto con cuatro damas, dos de ellas eran vizcondesas y Lady Catherine. Charlie le había pedido a sus dos cuñadas, Aitasis y Becky que la acompañaran.

Lady Hasting sirvió el té en silencio.

–Hace mucho que no recibía visitas de las mujeres Westhampton–comenzó a decir.

–No veníamos a Hastings House desde la Hastings Summer Week–recordó Becky.

–espero verlas este año.

Ellas no dijeron nada y se limitaron a sonreír.

–Bueno, e ate asunto no puede esperar–continuó lady hastings–en este comité se decidió darle la oportunidad a una mujer para ser maestra de la escuela. Siempre se han contratado maestros y decidimos tomar esa iniciativa.



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En el texto hay: wolfram, charlie, sagawesthampton

Editado: 02.03.2021

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