Charlie despertó. Abrió lentamente los ojos al sentir la luz del día que entraba fuertemente por las ventanas. Se tocó la cabeza y agradeció enormemente soportar el licor, era un placer que había aprendido con los años y todo gracias a Charles.
Ella se sentó en la cama y maldijo por lo bajo. Se había prometido así misma no pensar en aquel hombre egoísta.
Vio las criadas terminar de correr las cortinas y hacerles una reverencia.
–Su excelencia buenos días–la saludaron.
Se frotó la frente y les sonrió–Buenos días.
–¿Le preparamos el baño o le gustaría desayunar antes?
–Me encantaría, pero debo bajar al comedor.
–No será necesario.
Aquella voz había sido de Wolfram, tenía la bata puesta y estaba recién bañado. Su cabello aún estaba húmedo y su rostro tenía una una expresión refrescante.
Las criadas se ruborizaron e hicieron una reverencia.
–Tomaremos el desayuno–les informó. De inmediato colocaron las bandejas en la cama y luego se retiraron.
Ese gesto la hizo sonreír–Hiciste sonrojar a tus criadas en vez de congelarlas, eso es un gran avance.
Él se sentó y se dispuso a hacer la ceremonia del té-
–Pené que los hombres no sabían hacer eso.
–De tanto ver a las damas, lo memoricé.
Recibió la taza de té que él le ofrecía y bebió un sorbo.
–¿Cómo dormiste?
Charlie asintió–Bien ¿Y tú?
Wolfram se apoyó en un codo y la miró fijamente mientras mordía una manzana.
–Muy bien. Hay una pregunta que quiero hacerte desde ayer. Hoy en la madrugada me dijiste algo que ha ocupado mis pensamientos.
–¿Qué?–le dijo mientras mordía una rebanada de pan.
–Sólo llevas dos años siendo viuda, como es que llevas cuatro sin hacer el amor.
Ella miró hacia otro lado. Era un tema que ni siquiera había hablado con Victoria. No sabía qué demonio la había poseído para aflojar la lengua.
–Si no quieres decirme, está bien.
Charlie suspiró–Charles se sumergió en una investigación y me apartó de su lado en ese aspecto. No le di importancia, estaba ocupado.
–No es por alardear, pero tengo demasiadas responsabilidades. Más de las que imaginas, pero no podría durar más de una semana sin tocarte.
Esa confesión la hizo sonrojar.
–Vaya, te hice sonrojar. Esto es una muy gran avance.
Ella lo ignoró–Lo que menos quiero es defender a Charles Newton, solo que era muy apasionado en lo que hacía.
–Como tú digas.
Lo miró con cara de pocos amigos–¿Y tú qué sabes? Si en verdad crees que por dejar que me manosearas.haz ganado, es obvio que te falta vivir la vida.
–No te manoseé, te hice el amor.
–¡Como sea! Ni creas que te haz salido con la tuya.
El gateó hasta llegar donde ella y Charlie se bajó de la cama mientras lo amenazaba con el cuchillo de la mantequilla.
–Aléjate–le advirtió.
Wolfram tenía una mirada risueña cuando se bajó de la cama.
–Que sea un corte profundo, por favor.
Charlie echó a correr por toda la habitación .
–¡Basta!–le gritó y se acercó a la bañera, la cual estaba llena de agua y le arrojó un poco. Él hizo lo mismo y ella estalló en risas. Wolfram logró atraparla por detrás y de inmediato le dio un beso en la mejilla.
–Gracias, solo contigo puedo sentirme así.
Se apoyó en su espalda y suspiró.
–Mentiroso.
Hizo que ella lo mirara–Te lo juro por lo más sagrado para mí, que es mi familia.
–Se me hace muy difícil creer en ti Wolfram, siento que si me doy la vuelta, me traicionarás.
–Creo que te he demostrado con hechos, cuanto me importas y cuanto he estado dispuesto a renunciar por ti.
–Yo no te he pedido eso y no quiero que en un futuro me reproches por haberte quitado lo que querías hacer.
–Fue mi decisión Charls.
Ella cerró los ojos y suspiró–Aún falta para el plazo que me diste, esperemos a ver qué pasa.
***
Charlie le había pedido a Aitasis y a Victoria que buscaran entre las invitadas, posibles candidatas para el comité. Iban a reunirse en Westhampton Room a la hora del té.
Ella ya se encontraba allí junto a Becky, Georgia, Camelia, Iuola y Agnes.
Todas las mujeres que decidieran hacer parte del comité iban a ser tratadas por igual, ese iba a ser un espacio libre de prejuicios y convicciones sociales.
Aitasis y Victoria aparecieron junto con dos mujeres más. Se trataban de Lady Anabelle Princeton’s, una condesa cuya y su hermana Lady Susan Norwich, su hermana la cual era soltera.
–Solo ellas dos quisieron participar, las demás tienen cerebro de paja–les anunció Aitasis mientras cerraba la puerta.
–Bienvenidas–las saludó.
Ambas le hicieron una reverencia–Gracias por invitarnos, excelencia–le dijo Anabelle.
–Por favor, me pueden decir Charlie, la idea es que nos unamos como comunidad en pro de las niñas del mañana.
Todas se sentaron y Agnes comenzó a servir el té.
–Cuando lady Ai... digo, Aitasis nos habló de este comité y sus fines–continuó Susan–Mi hermana y yo nos sonreímos, dese niñas siempre hemos creído que las mujeres estamos hechas para grandes cosas. Por esa razón, decidí quedarme soltera. La vida de casada no era para mí.
–Es que no somos libres–añadió Anabelle–Vivimos en sus casas, donde nos pueden interrumpir todo el tiempo. Es injusto que ellos tengan un club de caballeros, que no se nos permita ir a las tabernas.
–¡Quiero tomarme un whiskey en una taberna!–exclamó Victoria–¿Por qué nos tenemos que moderar para tomar? Odio el maldito té.
Todas se echaron a ríe y emitieron suspiros ahogados al escucharla maldecir.
–Creo que alguna vez se me pasó por la cabeza fumar–confesó Georgia.
–Es un acto ruin–le dijo Iuola.
–Si quieres, yo te puedo enseñar–se ofreció Becky y todas la miraron asombradas–Lo dejé cuando conocí a mi marido.
–Yo pienso que nos estamos saliendo de nuestro objetivo–comenzó a decir Iuola–Eso de las tabernas, fumar, eso es horrible incluso para ellos.