La Ley Del Lobo

Capítulo 40

–No puedo creer que me dejé convencer para esto–susurró para sí Charlie esa misma noche.

Lucius había llegado a la habitación de Aitasis y se encontraban armando todo ese jolgorio. Al pobre  Uriel le tocó dormir en otra habitación. Mientras tanto, ella tenía que ir a cumplir una misión en la habitación. Mientras tanto ella tenía que ir a cumplir una misión en la habitación de Wolfram.

Aquella noche, él la había llevado a la de huéspedes, donde ella se alojaba.

A medida que se iba acercando sentía un breve escalofrío. No por Wolfram, sino por Lord Ian. Cuando este murió, Charlie tenía pesadillas sobre él saliendo de aquella habitación, así que aquel lugar estaba prohibido para ella.

Se cercioró de que no hubiera ningún sirviente y entró, aunque de todas formas no verían raro que la duquesa entre a la habitación del duque.

Contuvo un suspiro al cerrar la puerta tras sí.

–Según marco "Su excelencia" regresa mañana por la mañana–dijo. La habitación estaba a oscuras, ella se aproximó a la lampara de gas y la encendió.

–Muy bien, manos a la...–ella se detuvo al ver la pared de la cabecera de su cama. Estaban allí los diecisiete cuadros que le había regalado. Se acercó lentamente a ellos y tocó el último.

–Con este cumpleaños serían dieciocho–susurró.

Ella suspiró y sacudió la cabeza–¿por qué Wolfram? ¿Por qué entre todas las personas tú?

Decidió reanudar su búsqueda. Se suponía que encontrar "aquello" era una pieza importante para el baile que pensaba hacer Lucius. Abrió el segundo cajón de la mesa de noche y reprimió una sonrisa de triunfo; el cofre que había descrito Aitasis con absoluto detalle, se encontraba allí.

Ella lo sacó con sumo cuidado.

–¿Qué haces aquí?–insistió.

Ella tomó el cofre y le dio la espalda abriéndolo y tomando lo que necesitaba, a continuación metió aquella en el bolsillo de su vestido.

Ella hizo sonar su garganta–Vaya, pensé que te quedarías a vivir en Hastings house excelencia.

–¿Qué escondiste allí?

Charlie hizo una mueca muy impropia de una dama.

–Apestas a whiskey. En fin, solo vine porque quería verificar algo.

–¿Se puede saber que querías verificar?

Sabía de antemano que lo que iba a decir a continuación, le iba a causar un gran arrepentimiento.

–Quería... quería saber si todavía los tenías–dijo finalmente mientras señalaba los cuadros. Vio como él la miraba en aquella dirección y luego la miraba a ella.

–Necesito que te decidas Charliene. Estamos aquí en Londres, tendrás que ver a Su Majestad y luego de que la veas, no podrás dar marcha atrás. Así que debes decidirte pronto. El seis de diciembre será tu presentación ante la reina.

Ella abrió los ojos–¿El seis?

–Sí.

–¿No puede ser otro día?

–¿Crees que Su Majestad podrá otro día?

–¿Por qué me hablas de ese modo? ¿Te sucede algo?

Él se alejó de ella y se acercó a la cabecera de su cama.

–Sé que me estás castigando y me lo merezco, pero hay algo que necesito que recuerdes quién eres ahora y la responsabilidad que ello conlleva. Creo que te has dado cuenta que todos mis hermanos son tediosamente felices. Esa felicidad me ha costado creces, porque he tenido que hacer malabares para que la eputación de esta familia siga intachable. Tú muy bien sabes que esto no es de ahora, el difunto duque de Westhampton fue el primero en causarme problemas y desde allí no han parado.

–Wolfram...

–Ahora la carga también es tuya. Nuestro deber es que esta familia siga siendo respetada y es muy difícil mantener tal respeto cuando los miembros de la segunda rama están resentidos por cosas que no podemos cambiar, porque mis hermanos antepusieron su felicidad ante el deber y sólo una hizo aparentemente lo correcto, pero hace tan solo unos meses decidió disfrazarse de Eva y salir desnuda en un baile francés.

Ella lo miró sin decir nada. Estaba al corriente de todo lo que pasaba con ellos.

–Conoces perfectamente como es la aristocracia. Cada quién indagará sobre tu pasado y juzgarán si eres digna o no del título. Los duques de Hastings ya se adelantaron, no obstante, por alguna broma del destino en todos los registros eres legalmente viuda, por eso necesito que me digas que deseas hacer antes del seis de diciembre. Si decides irte, buscaré la forma de mantenerte a salvo en West Oxfordshire como duquesa y yo viviré en Hampshire. No podemos divorciarnos, lo lamento pero ese deseo no te lo puedo cumplir. Por la descendencia no te preocupes, estoy seguro de que Erling será un buen duque.

Ella tragó saliva y entrelazó sus manos en su espalda.

–Puedes retirarte.

Ella no se movió ni un ápice.

Él suspiró–Estoy cansado, quiero dormir. Podemos continuar estar charla mañana.

Asintió lentamente y abandonó la estancia. Aitasis y Victoria la esperaban fuera de la habitación.

–¿Lo conseguiste?–le preguntó la primera–cuando vimos a Wolf cruzar el pasillo, sentí como me convertía lentamente en una estatua de hielo.

–Yo sentí los mismo, no lo pudimos detener. Parecía molesto.

Ella le entregó lo que le habían solicitado.

–Iré a descansar ¿Podemos hablar mañana?–y al decir esto se marchó.

Mientras caminaba por el pasillo, se abrazó así misma. La última vez que Wolfram la había mirado con esa frialdad, había sido aquella noche.

Al llegar a su cuarto, no se percató que Victoria la había seguido, esta la empujo y cerró la puerta.

–Escúpelo ya Charlie–le dijo mientras se cruzaba de brazos.

Ella dio media vuelta y la miró con los ojos llenos de lágrimas.

–Lo amo Victoria. Amo a ese estúpido, arrogante con pésimo sentido del humor.

Su amiga se llevó una mano a su boca, pero no le dijo nada.

–Odio el poder que ejerce sobre mí–continuó–cada palabra que dice Wolfram Arthur Henry Westhampton me lleva al absoluto éxtasis o me desgarra por dentro; y algunas veces ambas cosas suceden. Quiero ser una líder ara las mujeres, demostrarles que pueden ser mejor y mírame, muriéndome por un hombre.



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En el texto hay: wolfram, charlie, sagawesthampton

Editado: 02.03.2021

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