La Ley Del Lobo

Capítulo 41

Wolfram se encontraba en su biblioteca desde muy temprano. Se había disculpado en el desayuno y había vuelto a ella, con el fin de terminar todo el trabajo que tenía acumulado, debía escribir varias cartas al parlamento y revisar un gran número de libros de cuentas. Esperaba poder terminar en la noche.

De repente escuchó unos toques de la puerta.

–Adelante.

Marco entró a la estancia y le hizo una reverencia.

–Su excelencia ¿Bajará al comedor a almorzar o hago que le preparen una bandeja?

Terminó de escribir una oración y colocó el papel a un lado para que la tinta se secara.

Cuando se disponía a responder, su esposa entró a la biblioteca con paso firme. Llevaba un vestido de manga larga de color naranja y cuello alto; tenía su cabello corto suelto con una corona de flores. Él se quedó observándola ensimismado unos segundos y luego volvió a su expresión habitual.

Marco le hizo una reverencia–Su gracia.

–Hola Marco ¿Podrías por favor traernos una bandeja? Nuestros únicos invitados son los condes y lady Susan; los marqueses harán de anfitriones por nosotros.

El mayordomo miró a Wolfram y este asintió. Él les hizo una reverencia a ambos y se marchó.

–Hola–lo saludó con una sonrisa radiante.

–Hola.

Ella miró a ambos lados y luego frunció el ceño. A continuación se acercó a la puerta y tocó la campana; de inmediato un criado se acercó y le hizo una reverencia.

–Su gracia.

–¿Podrías por favor buscar a otros criados y traer un juego de muebles para la biblioteca?

Aquellos sirvientes habían sido entrenados por Marco y este no reflejó ninguna expresión de sorpresa ante la petición.

–Enseguida Su gracia.

–Muchísimas gracias.

Este se marchó y Charlie cerró la puerta.

–Entiendo que para impones tu autoridad y hacer sentir al resto de los mortales insignificantes con tu presencia, debas recurrir a dejarlos de pie durante horas. No obstante, te informo que usaré esta biblioteca así que necesito muebles.

A él no le dio tiempo de responder porque sus eficaces criados entraron como un ejército con la solicitud de su esposa. Dejaron dos sillas en frente del escritorio, dos sillones, una mesa de centro y un sofá. Cuando todo estuvo acomodado, todos le hicieron una reverencia y se fueron.

Él dejó la pluma a un lado y la observó sentarse justo en frente.

–Muy bien ¿Por dónde empiezo?–comenzó a decir Charlie mientras miraba el montón de papeles y el correo.

–¿De qué hablas?

–Organizaré el menú, aceptaré y rechazaré invitaciones; y por supuesto haré algunas visitas en tu nombre.

–No harás nada de eso. Yo puedo encargarme perfectamente de todo, cuando logres decidirte entonces dejaré que cumplas tus funciones a cabalidad.

Ella lo miró echando chispas por los ojos.

–¿”Dejarás?” No estoy bajo tus órdenes Wolfram.

–Juraste ante el altar obediencia.

–No me importa jurar en vano hacia tu Dios.

–Como duquesa debes creer en él.

–Fingiré hacerlo.

Ambos se retaron con la mirada. Siempre habían sido obstinados con sus ideales y esa obstinación había causado peleas y un profundo respeto.

–¿Puedo ser honesto?–le preguntó y ella asintió lentamente–no quiero que hagas estas cosas y el día de mañana me digas que te irás a West Oxfordshire, puede que para ti sea fácil, pero para mí no.

–¿Qué quieres decir?

Él la miró de soslayo. Nunca hacía las cosas sin pensar, tenía mucha responsabilidad sobre sus manos. Le frustraba sobre manera que ella se tomara las cosas tan a la ligera.

Él se iba a poner de pie, pero ella no lo dejó. Le colocó la mano en el hombro le hizo presión; a continuación se colocó detrás de él.

–¿Puedo ser honesta?–Él asintió lentamente y comenzó a relajarse–Sé perfectamente que eres el duque de Westhampton y que tienes una gran responsabilidad, pero al parecer se te ha olvidado que también eres Wolfram.

–El duque siempre debe ganar.

–no cites a Pearson por favor, debe estar muy feliz en el infierno. Nada comparado con Marco.

–Charliene...

–Wolfram–ella se colocó frente a él–¿Crees que podrías divertirte si quiera un rato?

–Yo me divierto.

–Hablar sobre la reforma judicial no es divertido.

Él se colocó de pie. Sólo era unos centímetros más alto que ella, era la única persona que hacía que su corazón ardiera de esa forma. No pudo evitar acariciarle los hombres.

–Estoy dispuesto a hacer lo que tú creas divertido solo contigo, pero por favor no me pidas que haga ciertas cosas en público, sea lo que sea soy un duque y me niego a parecer idiota.

Ella le sonrió ampliamente y asintió.

–¿Esta noche?

–Bien, esta noche.

–Ahora déjame ayudarte, almorzaremos y pediré té.

Wolfram asintió. Aunque a veces sentía que no avanzaba nada con ella, la cita de hoy le daba esperanzas.


 


 

***


 

Luke y Gervase habían decidido buscar a Charles Newton los informes de muertes de hace tres años y habían encontrado la constancia, no obstante, la duquesa le había dicho a Luke que este podría estar vivo.

–Aquí dice que murió en Londres, aunque su muerte no fue muy clara, según este informe.

–Era un científico, murió joven y en circunstancias sospechosas.

–¿Estaba casado?

–Sí, aquí dice “Charliene Magnus”. Ambos vivían en West Oxfordshire.

–Creo que podíamos hacerle una visita a la viuda y confirmar que sus restos si están descansando en paz.

Luke asintió–¿Quién estuvo a cargo de ese caso?

–Lord Uriel Westhampton.

Él alzó las cejas. Aquel nombre lo perseguía a donde quiera que vaya.

–¿Crees que le molestaría si le hacemos una consulta?

–No lo creo, el conde siempre está dispuesto a ayudarnos. Estamos de suerte, la familia vino a Londres por la temporada  y a presentar a la nueva duquesa.


 


 

***


 



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En el texto hay: wolfram, charlie, sagawesthampton

Editado: 02.03.2021

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