La Leyenda de Ailur

Cap.08-La Curandera

Dato curioso: El Curandero es el personaje con menos posibilidades de obtener el deseo en el juego ya que su papel consiste principalmente en servir de apoyo a los demás jugadores, debido a eso suele ser el puesto que menos se quiere, pese a sus otras numerosas ventajas.

 

Cuando Perdiz y Liebre llegaron al Valle de Ailur, y mientras la primera aun asimilaba que no iban a comérselas, el puesto del Curandero estaba libre y Ailur se lo dio a Liebre después de hacerle algunas preguntas que le dejaron con la impresión de que era la criatura más rara que había caído por ahí en un buen tiempo, el puesto del Cazador ya estaba ocupado pero a este se le permitía tener un aprendiz y al verle la cara de dureza ante todos los climas de Perdiz se la asigno, separando a las hermanas sin hacer caso de sus quejas.

 

Mitzah se ocupo de llevar a Liebre a su nuevo hogar, la casa del Curandero se ubicaba céntrica en el pueblo, cerca de la casa del Soldado, era amplia y confortable, Mitzah se ocupo de encender la chimenea para ella, hasta el momento no habían intercambiado palabra, el esclavo exhibía una sonrisa perenne pero poco amplia, alguien que le conociera mejor habría entendido que algo le inquietaba.

 

-¿Aquí voy a vivir?-pregunto la niña, en ese entonces de doce años.

-Así es, no debes preocuparte por la comida, la despensa del Curandero siempre está llena.

-¿En serio?-abrió un mueble-¡hay pan!, ¡y huevos!, ¿Qué es esto?

-…es una botella de leche.

-¡Oh!, ¿puedo tomar un poco, por favor?

 

Desconcertado, Mitzah le sirvió un vaso y la niña lo apuro.

 

-No necesitas beber tan aprisa, te dará hipo.

-¿Puedo tomar un poco más?-lleno su vaso-¿y un poco de pan, por favor?

-¿No lo estas entendiendo?-rompió una hogaza para ella-todo esto es tuyo, no necesitas pedirlo y jamás se acabara.

-Pero no he ganado el juego.

-No…

-¿Entonces porque ya tengo lo único que quería?

-Oh, querida…-el pobre sintió que se le estrujaba el corazón-creo que es mejor que te deje instalarte.

-¡Espera!-le detuvo-no había estado sola antes… ¿te puedes quedar un poquito más?

-Si eso quieres-se sentó frente a ella, Liebre le miraba con interés-eres un poco rara, la mayoría me teme.

-¿Por qué?

-Creen que voy a hacerles daño.

-¿Por qué?

-He debido hacerlo en ocasiones.

-¿Me harías daño?

-Nunca, querida.

-Entonces no tengo porque tenerte miedo, ¿pero porque sonríes siempre?

-Es que soy muy feliz.

-¡Eso es muy bueno!, a la gente le hace falta ser feliz más a menudo, ¿verdad?, entonces todos serian mejores.

-Estoy completamente de acuerdo…disculpa pero, ¿Cuándo necesitas que me quede?, mi Ama podría llamarme en cualquier momento.

-Solo hasta que me dé sueño, mamá solía contarme historias para dormir-se animo-¡conozco un montón de historias!

-¡No me digas!

-¡Aja!, se la historia de un topo que era amigo de un conejo, y se la historia de un árbol que daba joyas, ¡y la historia de un pájaro que voló a la cima del mundo!

-¡Qué maravilla!

-¿Conoces alguna historia?

-Conozco algunas-su sonrisa se ensancho-se historias sobre un mundo poblado por armaduras vivientes, que sentían y pensaban como seres de carne y hueso, se historias sobre una criatura que vino de más allá de las estrellas y vivió a través de los cambios del tiempo buscando propósito y amor, y se la historia de un joven tan heroico que sacrifico sus principios para hacer lo que era correcto.

-Wow…

-Te contare una de las mías si me cuentas una de las tuyas, ¿Qué tal la del topo y el conejo?

-¡Sí!, te va a gustar: hubo una vez un topo…

 

Se hicieron amigos casi enseguida, Mitzah le visitaba seguido, debía enseñarle a leer y los rudimentos de su nuevo oficio y ella aprendió sorprendentemente rápido, demostrando que no era tonta como siempre le habían señalado, era feliz, le gustaba mucho su oficio, le encantaba hacer que la gente se sintiera mejor y pronto se granjeo el cariño de todos en la villa, ella misma se puso muy saludable merced de la despensa llena y de que el Curandero no se enfermaba, ni se envenenaba ni le pasaba nada malo casi nunca, era realmente el mejor de los roles para alguien que ya había visto cumplidos sus deseos.

 

Pero no todo era perfecto, no acababa de acostumbrarse a pasar las noches solas, a veces Perdiz accedía a acompañarle unos días pero se veía que la estaba pasando bien aprendiendo cosas del Cazador y le enfadaba que no dejase de hablar sobre conseguir el deseo y que se marcharan de allí, ella no quería marcharse; luego estaba el tema con Relian, el Soldado, su excesiva amabilidad le incomodaba por razones que no acababa de precisar pero la situación les obligaba a verse constantemente, después de todo la mayoría de los heridos le eran traídos por él, que patrullaba toda la zona, y Liebre, que no quería pecar de grosera, se obligaba a sonreírle y ser gentil con él.



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En el texto hay: luna, mitologianordica, cuarta pared

Editado: 15.10.2019

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