La Leyenda de Ailur

Cap.14-La Dama

Sesenta años era una edad sumamente respetable y admirable en los tiempos que corrían, Bria llevaba una escrupulosa cuenta de su edad pero el momento le tomo por sorpresa.

 

Estaba sola.

 

Su esposo le había dejado por una mujer más joven, no tenía amigos y ninguno de sus hijos se molesto en visitarla, Bria paseo la vista por su humilde morada y en un momento de espantosa revelación se dio cuenta de que no había sido feliz un solo día de su vida; siempre hizo lo que se espero de ella, aguanto una infancia llena de privaciones, se caso con un hombre pobre, le dio cinco varones y más de la mitad de su vida, aferrada a estos con ese afecto fundamentado en la necesidad que tan fácilmente se confunde con amor, ahora no tenia esposos y ninguno de sus hijos quiso cuidar de ella, no a menos que estuviera dispuestas a pasar sus últimos años como una sirvienta eternizada.

 

Estaba sola.

 

Lloro de consternación, rabia y amargura durante horas y cuando le quedo claro que nadie vendría tomo una decisión, empaco algunas cosas y se fue, le quedaban algunos años, trataría de ser feliz.

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Algunos de los hijos de la Dama vivían en la Aldea, con sus padres u otros cuidadores, peor Grei era especial, su primera y única niña, no acepto separarse de ella y así de paso gano una ampliación para su casa.

 

-Sueña con lo que más ames-le dijo, arropándola bien.

 

Ella no necesitaba soñarlo, su casa era una suave fantasía de satines, joyas y lujos cuya existencia ni imaginaba antes de llegar al Valle, tenia un magnifico tocador con un espejo de tres caras y el rato que tomaba en quitarse los adornos y prepararse para ir a la cama eran un ritual de auto adoración en sí mismo.

 

Nadie hubiera adivinado su edad, su cuerpo era el de una hermosa veinteañera, una tentación irresistible, gracias a su papel finalmente era libre, gozaba de privilegios y el precio a pagar le era barato pero, ¿era feliz?, quizás, o quizás lo estaba confundiendo con otra cosa.

 

Se sentía muy sola.

 

-¿Quién anda allí?-un ruido le sobresalto-¿Grei?, ¿eres tú, amor?

-La dulce niña duerme.

-Mitzahaven-aun en las sombras su sonrisa destacaba.

-¿Está disponible la Dama?

-¿En serio?-se ajusto la bata-no me has buscado desde…

-¿Qué puedo decir?-entro al cuarto-cual niño hice una travesura esperando recibir atención pero la mente de mi ama está en otra parte, no tenemos que hacer nada, solo quiero algo de compañía.

-Ven aquí-se sentó en la cama y Mitzah se recostó en su regazo-eres un niño muy bueno.

 

Ser la dama ofrecía muchas ventajas, pensó, acariciando su cabello, la más desconcertante era una cercanía sin igual con el esclavo de Ailur.

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-No estuvo mal-fue lo que le dijo tras su primera vez.

 

Bria le miro son saber que decir y luego se estallo de risa, ¿no estuvo mal?, ¡¿No estuvo mal?!, ¡Dioses!, ella dudaba poder levantarse tras semejante conmoción en su núcleo.

 

-Solo por si no te quedo claro: ese cuerpo, esta casa, todo esto y, claro, la oportunidad de obtener un deseo, es tuyo ahora.

-Todo es mío.

-Lo único que debes hacer es aceptar dar servicio a quien te lo solicite, espero que no sea un problema.

-Solo había estado con un hombre antes-y no lo había disfrutado casi nunca-no es ningún problema.

-En cuando a los hijos que tengas, cuando ya no dependan de ti quedaran al cuidado de sus padres.

-Los niños son prestados-eso no le preocupaba-¿Qué pasa si alguien gana?, ¿me obligaran a irme?

-Asegúrate de darnos muchos niños sanos que crezcan felices en este mundo y podrás quedarte hasta que te canses.

-No voy a cansarme-dijo, decidida-nunca me iré.

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En serio ya no podía irse, había pasado medio siglo en el Vale y aunque su cuerpo real solo envejecía en los recesos sabia que moriría si perdía su papel, no quería morir, pero se daba cuenta que otra vez vivía siendo lo que se esperaba de ella y quizás por eso no era feliz.

 

-¿Te sientes mejor?

-Si…

-¿Quieres hacer algo más?-pregunto por compromiso.

-No estoy listo aun-se levanto-pero te agradezco, daré un beso de buenas noches a la pequeña y regresare a mi gran jaula dorada.

-Y yo me quedo en esta, visítame más seguido, ¿sí?

-Tratare-le dio un beso en el dorso de la mano-pide más leña, el otoño llego para quedarse.

 

Bria paso el resto de la noche echándole en falta, en líneas generales sentía que Mitzah era un niño grande con una necesidad enorme de atención pero no era tan boba como para suponer que lo comprendía, ¿Quién podría comprender el interior de una criatura así?, durante sus primeros años en el Valle fueron bastante cercanos, incluso diría que fueron buenos amigos, luego llego Merths y ella, que había aprendido más de la vida allí que en sesenta años en el exterior, no necesito que le explicasen nada para saber lo que ocurría, en realidad se alegro por él, en esa época Mitzah era bastante rígido consigo mismo y sus obligaciones pero luego de Merths se torno más abierto y disparatado, lo que parecía hacerle bien.



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En el texto hay: luna, mitologianordica, cuarta pared

Editado: 15.10.2019

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