La Leyenda de Eros

Capítulo 2: Escaramuza

Camuflado en la maleza y con un sorpresivo salto, Eros se posicionó a la espalda del pobre miserable que con dinamismo se volvio hacía su contendiente.

El príncipe despojó de su fusil al hombre que se tomaba sus lacerados dedos sobresalientes de sus guantes oscuros.

Aprovechando la ocasión y con una patada de mula arrojó al mercenario a la tierra

Al mismo tiempo en la derecha del trigal, Aarón había iniciado su batalla con el robusto Key ¿Porque sé su nombre? Del pelaje grueso de sus brazos sobresalen un soberbio tatuaje con este contenido, tan primitivo como la voz y las palabras de su tosca boca.

—¿No Sabes quién soy? Yo soy Key, y he asesinado a una docena de oficiales como tú!— junto con su fuerte voz hincaba sus nudillos en el rostro del capitán, pero este no tenía tiempo para lamentos. Vehemente se reincorpora como un resorte y su puño surca los aires estrellándose en el orgullo de Key.

El rubio y delgado hombre, identificado como "Pecas" lisiado y sometido por Eros sólo le imploraba. Perdonando al ladrón se marchaba del paraje, con Destino al otro campo de batalla. Un par de segundos después los proyectiles de plomo acariciaban su piel...

—¡Te mataré como a mi fugitivo padre, maldito usurero!— grita el vanaglorioso bandido, los dos moribundos pero con Aarón reservando más fuerzas se dirige hacía una espada de doble filo. Key lo sujeta por el brazo, aún así una patada certera dislocadora de vértebras en el cuello dejo afuera de combate al forzoso matón.

En el espesor del trigo Eros jugaba al clásico juego de escondidas con Pecas, cuando esto transcurría a lo lejos divisó a Braulio desalojando su carga contra el enemigo y colindante a una edificación rústica en la cuál se resguardaban los buhoneros. No perdió más tiempo y se aproxima a la cabaña.

Al empuñar su arma e invertirse hacía Key, determina que esté ya estaba muerto. Una vez y con mucho esfuerzo se encontró de pie, decidió moverse hacía los estruendosos zurridos.

El príncipe se posiciono al costado de Braulio —La casa es grande, tengo un plan pero tienes que atraerlos.— El mercader se introdujo en la edificación, Eros se prepara para llamar su atención —¡Espera! Tengo una idea— recitaba Aarón quién reaparece de la nada.

Una vez adentro del abandonado recinto, observaron que posee paredes rústicas de piedra cubiertas por musgo y con pequeñas ventanas, en la penumbra del interior se pueden distinguir tres puertas al final del pasillo.

Rápidamente el dúo las examina, en la puerta norte se encuentran seis mercaderes armados con garrotes, en la oeste se refugian tres más y finalmente en la este se encuentra Braulio y su compañero armados con rifles.

Junto a Braulio y su colega aguardan incesantes la llegada de los 3 mercenarios ya que Braulio se deshizo de uno.

El parpadeo de la fogata es todo lo que ilumina aquella maloliente pocilga, proyecta sin embargo la suficiente luz para notar que la habitación está repleta de instrumentos para la siembra, cereales, legumbres y paja.

Trás unos minutos de calma, el compañero de Braulio decide salir a inspeccionar, (Mala idea) acribillado en una fracción diminuta de tiempo.

Los tres saben que de quedarse ahí obtendrán un futuro similar 
—Vengan por aquí— indicaba Aarón a la ventana.

Dos mercenarios con agilidad entraron en la habitación, observan lo mismo que el trío, una hoz, cinco rastrillos, una montaña de paja, de grano y otra de legumbres, además un gran armario.

Registran el lugar en busca de sus adversarios, el de barba de candado se identificaba como Mike y parecía dialogar por radio con su líder.

Decidieron regresar sobre sus pasos pero sin siquiera sentir su presencia uno de ellos fue tomado por el cuello con la hoz, y con un tirón de su poseedor, el paradero del matón fue la chimenea, aunque estaba muerto antes de caer con estrépito ahí.

El segundo se vuelve al atacante pero solo había un zapato en su lugar, no pudo desenfundar su arma ya que le había sido arrebatada, el armario abrió sus puertas, y de el se manifestó Eros con su fusil de asalto

En el marco de la ventana Braulio era el último en manifestarse con el mercenario faltante muerto en su espalda, posteriormente lo arrojó adentro de la cabaña y luego hizo lo mismo el.

—¿Que te sucede Mike?— ironiza Aarón con la hoz ensangrentada en su mano. Pero solo miraba con indiferencia a Braulio y su fusil —Ahora devuelve ese zapato— le comunica Eros.

Sin más preámbulo el mercader se acercó a paso veloz a Mike y golpea su cabeza colocándose todo negro.

Una leve luz, luego imágenes borrosas y finalmente una visión lúcida, se encuentra en una casa construida en madera de roble con un candelabro de aceite que iluminaba la misma —Seré breve— musitaba Aarón a la vez que se acercaba a su víctima —¿Cual es la ubicación de tú cuartel? ¿Eh, Mike?— con intimidante voz, aunque el asesino se mantiene indiferente.

En la mesa frente de él una daga era visible, sin dilación Aarón la toma y la fija en la pierna derecha de su desconcertado huésped.

A regañadientes para no mostrar el dolor en sus gritos —Hablare, pero cuando esto termine me dejaran ir— comunicaba su convenio a los presentes.

Acercándose a los ojos sinoples de Mike —Hecho, Ahora habla— en tono afable para mostrar su buen propósito con el. El capitán se sentó en la silla cubierta por una manta de terciopelo frente a Mike, Eros en una vieja silla metálica a la diestra en el fondo de la habitación y Braulio inmutable usando como soporte la puerta de abedul.

-Mike- El Cuartel está en Puerto camuflado en una tienda alquimista y tienes que tener un código para entrar ahí.

El capitán veía al infinito y luego de regresar a la tierra, pregunta.

-Aarón- Dos preguntas; 
1- Si tienes el código puede entrar cualquier hombre? 
2- Cuántos escoltan el paraje?

Con rapidez totalmente diferente al principio de la investigación contesta aquel mercenario.



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En el texto hay: principe, accion, demonio

Editado: 20.03.2020

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