La Leyenda de Eros

Capítulo 12: El Deceso

Pocos, exageradamente pocos se espantan o tan siquiera se detienen a avizorar el espectáculo que ocurre en la bóveda celeste tal parece que la mayoría se molesta más en entrar a la metrópoli que en lo que ocurre arriba de sus cabezas.

Los controles son fuertes pero los papeles en reglas les permitirá pasar, todo parece estar bien excepto por que según su pasaporte Han es un mayor general  retirado algo que sorprende mucho a su amienemigo Aarón —Nuestras personas se pueden encontrar de nuevo? Pregunta aireado Eren esperando con ansias un positivo y alentador sí, ella antes de regresar el velo a su rostro le indica —Como sabrás por mi pasaporte soy de Desmos, Sirio así que si en algún momento ese es tu deseo me encontrarás ahí— los tres acogidos descienden del vehículo con muy diferentes aspectos; Mike traumatizado caminando hacía la nada, el capi asombrado por la profesión del conductor y Eros con cara de ponqué muy ilusionado.

Los tres salen de sus diferentes estados al ver entre la multitud vestidas mayoritariamente de cueros a un conocido, necesario en un momento crucial como ese 
—¿Han tardado mucho amigos, que sucedio en ese país de locos?— El primero en recurrir al amistoso abrazo de Obedian es el más adulto del trío, un inesperado encuentro para todos pidiéndoles que se dirijan a su hogar —No te me escaparás tan fácil— recalca al antiguo bandido que está en un montaña de emociones desde hace tres días.

Los caminos de caliza limada, tiendas con carteles de luces, innumerables rascacielos, objetos avanzados como gafas que muestran el clima, hora y ubicación, libros holograficos hasta pequeño afluentes que separan la carretera del andén inundado de peces son sola pequeños detalles que hacen maravillosa a esta ciudad algo que aplaca los estados de los recién llegados.

El camino a la casa temporal de Obe no tarda mucho sobre todo porque hay un tranvía elevado de cristal con grosor increíble de 5 centímetros que deja ver el resto de la ciudad, un objeto que llama la atención de los viajeros es un castillo en medio de la ciudad distinguiéndose de otros por su color dorado y las luces led blancas que lo rodean.

A pocos pasos de una elegante casa de dos pisos con paredes de tapiz pardo lo esperado sucede 
—Y tu hermano, ¿dónde está?— con una triste mirada que no resiste las lágrimas hace captar sin palabras al preguntón que para evadir el momento molesto se empecina en girar el picaporte de la puerta de metal.

Una vez dentro y con la voz Obedian cancela las defensas compuestas por dos androides de dos metros morenos como su amo y una trampa láser que daba un conteo de veinte para prenderse, como si fuera su camarero les pide a los bot tres Capuccini que sin reprochar caminan a la cocina. Con más privacidad los invita a sentarse en un sofá pequeño de seda y este toma lugar en una silla cosida en terciopelo —Vamos no sean tímidos díganme todo lo demás— No tienen ánimos de decir ninguna de sus experiencias desde entonces pero necesitan el apoyo de una entidad significativa —Ya veo— melancólico él ante adversidades sobrenaturales por la que han tenido y tendrán que pasar sus anteriores tripulantes.

Los antropoides de metal tras diez minutos de espera regresan con chocolate y pan de diversas formas que aviva el apetito de los invitados, introduciéndose en su paladar tan solo segundos siguiente de que los mayordomo los dejarán sobre la mesa de madera castaña. —Saben tengo contactos con la realeza de este espléndido país y podría ayudar con eso— Con comida en la boca y pocos modales Mike se libera sobre el estresante recorrido desde Cabo —Yo sólo quiero salir vivo de todo esto, dígalo por ellos— dice dándole un formidable mordisco al pan, esta vez únicamente a los protagonistas replica, recibiendo una respuesta afirmativa —Listo mañana a primera hora los llevaré al palacio— finaliza la conversación subiendo a su recamara dando aviso de que la sala de estar será su habitación para huéspedes —Si es que existe el palacio mañana— agrega el hambriento hombre que hace detener a pensar a Obedian en mitad de las escaleras...

Que mala suerte tienen tan sólo cerrar y abrir sus ojos ya es de mañana con el anfitrión elegantemente vestido con corbata azul tomando un café revisando sus contactos en un holograma repleto de letras y números, el primero en despegar los párpados es el somnoliento Eren que no puede regresar a su siesta por los intensos rayos solares provenientes de un ventanal frente al sofá.

Sin dilación le da pequeño empujones a su maestro para que despierte, este se incorpora en un instante poniéndose sus zapatos de cueros de diferentes animales 
—En medio hora estaremos listos profesor— este deja su aparato de alta tecnología riéndose suavemente pensando un poco 
—Ya no ejerzo esa profesión mi querido amigo, solo me dedico a comandar barcos de cabotaje— No ha finalizado sus palabras cuando se levanta Aarón mientras se coloca su distintiva chaqueta hecha con animales desconocidos de color vinotinto —No te preocupes pronto le serás de utilidad a todos— Él no sabe el porqué de sus palabras pero tronó sus dedos y sin espera los invitados obtienen un café por parte de las máquinas, con  un impulso eléctrico hacen saltar y despertarse al aturdido Mike.

Cuando en silencio se alimentaban dentro de la casa un cielo rubro inundó el vestíbulo algo que no pasó desapercibido por ninguno sobre todo el capitán que se asoma a la ventana con temor e intenciones de encontrarse con lo peor —Tenemos que ver al rey ya!— Asombrado Obe se acerca al ventanal atisbando una humareda a su derecha desde el este, sin preguntar razones toma sus llaves y les semana a todos ir afuera, aún con su pantalón en las rodillas Mike sigue al grupo a las afueras del aposento "No mires arriba, no veas arriba" Se inculca así mismo corriendo a medio motor con un cielo escarlata rebosado de cenizas al tiempo que se viste, con tan mala suerte que los vecinos que salieron a ver lo ocurrido se encuentra con un hombre enseñándoles su ropa interior.



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En el texto hay: principe, accion, demonio

Editado: 20.03.2020

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