La leyenda de los Ignis | #2 |

Capítulo 1. Nos volvemos a encontrar

El viento agitaba levemente las ramas de los árboles provocando que las pequeñas hojas verdes cayesen al suelo de manera delicada. Apoyada en el tronco de uno de ellos María reía alegremente junto a dos amigos. Todo había vuelto a la normalidad, a su rutina diaria.

—Oh, venga ya, me niego a creer que de verdad piensas eso —exclamó un joven de oscura cabellera, ojos marrones y piel morena.

Apenas era unos centímetros más alto que ella. María interrumpió su risa y se giró seria hacia él.

—Por supuesto que lo pienso. Marvel siempre será mejor que DC —aseguró fijando su mirada en el chico.

Él negó con la cabeza. No entendía a su amiga, para él Marvel estaba perdiendo su esencia mientras que DC cada vez surgía con más fuerza. María por su parte era una enamorada de Marvel, y jamás cambiaría su opinión sobre el tema.

—Vale, ¿podemos dejar de hablar de cosas freaks? ¿A quién le importa eso? —preguntó una chica con el cabello dorado, claramente teñido, los ojos azules como el mar y la cara llena de maquillaje.

María miró disgustada a la chica. Quería a Maya, pero era demasiado superficial. Lo único que le importaba en su vida eran los chicos y la ropa...

—Venga ya, ¡mira que dos chicos se acercan! —exclamó Maya mientras se retiraba el cabello hacia atrás para que no tapase su evidente escote.

Los tres miraron curiosos a los chicos.

María resopló, ¿qué hacían Bruno y Nathaniel en Santiago de Chile? Hacía tres meses que no sabía nada de ellos y ahora se presentaban ahí sin avisar y con una espléndida sonrisa. Bruno avanzó con paso firme hasta ella y agachó sutilmente la cabeza para besarla, pero ella colocó su mano en el pecho del joven para frenarlo. ¿Qué estaba haciendo? ¿Cómo se atrevía?

El chico la miró contrariado, no entendía qué pasaba. Nathaniel no pudo contener una pequeña risita al ver la cara de su amigo.

—Tres meses sin saber nada de ti  ¿y crees que puedes venir, darme un beso y fingir que nada ha pasado? —preguntó tratando de sonar segura.

Nate arqueó una ceja. No la recordaba tan segura de sí misma. Si que había cambiado en tres meses. Bruno trató de coger su mano, pero ella lo rechazó nuevamente.

Maya tosió interrumpiendo la escena.

—Y bien, María, ¿no nos vas a presentar a estos chicos? —preguntó coqueta sin despegar ni un minuto su mirada de Nathaniel. El otro amigo estaba claramente incómodo, pero se colocó detrás de María por si ella lo necesitaba.

—No son de tu estilo.

La voz de Nicole, que acababa de llegar junto a un joven de aspecto musculado y de gran estatura, estaba llena de falsa amabilidad. No soportaba a esa chica, la sacaba de quicio hasta su voz tan aguda y repelente. Bruno y Nathaniel se giraron para mirar a la chica sin entender nada.

—¿Qué haces tú aquí? —le preguntó Bruno con evidente confusión.

Hacía un mes que no sabía nada de su hermana, pensaba que estaba con Claudia preparándose para los juicios contra los repudiados y, de pronto, se la encontraba ahí tan alegre como si nada.

—Me aburría y vine aquí a hacerle una visita a María —respondió encogiéndose de hombros.

—¿Llevas aquí todo el mes? —preguntó Nathaniel con un tono de enfado.

El joven no dejaba de mirar al chico de pelo rizado y castaño que no se alejaba ni un milímetro de Nicky.

—Si te están molestando yo puedo encargarme —le dijo el chico a Nicole.

Ella rodó los ojos, como si tuviese alguna oportunidad de acabar con ellos...

—No, tranquilo, él es mi hermano Bruno, y él es... —se quedó en silencio—. ¿Qué eres exactamente Nathaniel?

Nate tragó saliva mientras Bruno lo miraba sin terminar de entender qué estaba pasando entre ellos dos.

—El hermano de mi mejor amiga, ¿verdad? ¿O prefieres el mejor amigo de mi hermano? Esa es la definición correcta, ¿no? —añadió ella tratando de provocarlo.

Bruno seguía sin comprender qué era lo que estaba ocurriendo entre su hermana y su mejor amigo, ¿desde cuándo estaban enfadados? Ellos dos siempre habían sido uña y carne, si hasta se había llegado a preocupar por si había algo más...

—Bueno Nicky, me alegro de que estés aquí porque nos vamos todos —sentenció Bruno.

—Mira niño, no sé quién eres, pero no vas a venir aquí dando ordenes, ¿está claro? —lo amenazó el acompañante de Nicky.

—Matías —le advirtió ella sin mucho empeño.

Bruno y Nate se miraron divertidos.

—¿Puedo hacer los honores? —preguntó Nathaniel con una divertida sonrisa.

Bruno afirmó con la cabeza, Nate avanzó y Nicole se puso en medio.

—¡Ya basta! Este es el entorno de María y no tenéis ningún derecho a llegar y destrozarlo. ¿Está claro?



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En el texto hay: internado, drama y romance, dragones

Editado: 23.09.2018

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