María esperaba tensa la respuesta de su amiga. Sabía que en el momento en el que pronunciase el nombre la situación iba a explotar.
—Óscar —dijo con la mejor de sus sonrisas—. Quería saber cómo estaba después de lo ocurrido y quedar para lo de los juicios... —añadió mirando a Nate a quien poco a poco se le estaba inflamando la vena del cuello.
—¿Óscar? ¿Desde cuándo es Óscar? ¡Te he dicho mil veces que no te acerques a él! —explotó Bruno mientras agarraba fuerte de la muñeca a su hermana—. ¡Ese tío no es de fiar! —chilló mientras presionaba con más fuerza su brazo.
—Me estás haciendo daño —dijo serena Nicole—. ¡Suéltame! —le ordenó.
Se había cansado de ser la niña perfecta de todos. De vivir según su padre y su hermano querían, ya no iba a permitir que nadie más dirigiese su vida. Solo ella tenía derecho a hacerlo.
Bruno no aflojó, sino que presionó más fuerte. Su intención en ningún momento era dañar a su hermana, pero estaba fuera de sí. Ella siempre había sido su responsabilidad, y en los últimos meses no entendía que le estaba pasando.
Nathaniel estaba lleno de furia porque ese tipo se acercase a Nicky y que encima ella estuviese encantada, pero eso no era motivo suficiente como para permitir que Bruno la lastimase.
—¡Suéltala! —dijo en tono autoritario.
Bruno la soltó y se giró enfadado hacia él.
—¿En serio la vas a defender? ¿Cómo no? ¡Siempre lo haces! —espetó enfadado.
María miraba a sus tres amigos quienes observaban atónitos la escena...
—Creo que es mejor que os marchéis —dijo Matías algo temeroso.
—¡No! Son redecillas tontas entre hermanos —se apresuró a decir Maya.
No quería por nada del mundo que Nathaniel se le escapase. Nicole rodó los ojos, de verdad que tenía a esa chica atragantada.
—Creo que no me apetece mucho ir al cine, ¿por qué no nos quedamos por aquí tranquilamente? —preguntó María.
Lo que menos quería era meter a esos dos con sus amigos en un espacio cerrado... Los demás asintieron, les daba bastante igual.
Maya volvió a posicionarse junto a Nathaniel.
—¡Que tatuaje tan bonito! ¿Qué significa? —le preguntó con su mejor sonrisa.
Nicole clavó sus uñas en el brazo de María.
—La voy a matar —susurró.
María se rió levemente, sabía que no la soportaba. Nicole la miró seria.
—No lo digo en broma.
Esta vez sí que la creyó, sobre todo cuando caminó a paso firme hasta donde estaba ella y levantó su mano para colocarla en su hombro. Por suerte, María estuvo rápida y logró interceptarla.
—Nicky, recuerda que ellos no saben lo que somos —le susurró al oído.
Para todos sus amigos ella había estado en un internado normal y corriente. Nicole suspiró y trató de calmarse. María había estado ahí para ella cuando la había necesitado, e incluso le había ofrecido su casa para quedarse durante este mes. No podía destrozarle "su vida normal", no se merecía que le hiciese eso.
—No me encuentro muy bien, creo que me voy a ir a casa, pero los demás disfrutad del día —dijo la joven morena con una pequeña sonrisa.
—Te acompaño —se apresuró a responder María, pero Nicole se negó.
—Yo iré —sentenció Matías.
Y ambos comenzaron a andar hacia la casa de María hasta que la voz de Nathaniel les hizo frenar el paso.
—Nicky, espera.
—¿Qué haces? Ella no quiere estar contigo —le dijo el chico con una sonrisa triunfal.
—¡Lárgate! —respondió Nate.
—Te crees muy importante ¿no? Pues ella no quiere nada contigo —dijo tratando de rodear a Nicole con su brazo, pero ella se apartó de él.
—Nicky, en serio ¿qué te ocurre? —le preguntó preocupado.
—Que no quiere que estés aquí —prosiguió el otro.
Nathaniel nunca había tenido demasiada paciencia y ese tipo había agotado la poca que tenía hacía un buen rato.
—Tienes tres segundos para irte o te garantizo que no seré tan amable —amenazó con una voz grave y espeluznante.
El chico se giró hacia Nicky esperando una respuesta.
—A mí no me mires. Tu bronca va con él, pero te garantizo que te destrozaría antes de que pudieses llegar a parpadear—respondió encogiéndose hombros.
La frase de Nicole le había provocado escalofríos. ¿Quién era aquel chico?
—Bueno, os dejo solos, pero cualquier cosa me llamas.
Se inclinó para darle un beso en la mejilla, pero Nate se lo impidió.
—¡Fuera!
No sabía que le ocurría a ese chico, pero sin duda no parecía alguien con quien uno debiese meterse en problemas, así que Matías abandonó el lugar a paso ligero.